viernes, 27 de enero de 2012

El patriotismo despótico - Por Beatriz Sarlo

No descubro nada si digo que Sarlo es una de las plumas más inteligentes de los intelectuales de este país. En esta nota lo vuelve a confirmar.



La memoria de la guerra de Malvinas sigue siendo inabordable como mito nacional

El patriotismo despótico

Por Beatriz Sarlo | Para LA NACION

La reaparición de la presidenta Cristina Kirchner trajo dos buenas noticias. La primera fue la reafirmación de una voluntad de diálogo pacífico con Gran Bretaña sobre la cuestión Malvinas. La segunda, la difusión, por primera vez pública, del Informe Rattenbach. Frente a lo que podría haber sido una escalada verbal, se adoptó el más firme y modesto camino de la sensatez. ¿Por qué se ha tardado treinta años para que el Estado diera a conocer el Informe Rattenbach? Malvinas es un absceso envenenado de la sensibilidad patriótica nacional. Hagamos un poco de historia.
En abril de 1982, el país consumía el alucinógeno del patriotismo despótico, cuya visión era "Ya ganamos", en la que se mezclaban la bravata y el desconocimiento. Celebrityland estaba a sus anchas. Después de años de entonar el estribillo de la dictadura -"los argentinos somos derechos y humanos"-, muchos "famosos" (periodistas incluidos) se emocionaban por una causa buena. En las kermeses televisivas se donaban joyas para la gran guerra en la que "nuestro ejército" (el mismo que había exterminado a miles) se cubría de gloria en el Atlántico Sur. Alrededor del Obelisco, pacíficas mujeres tejían para los soldados. En las escuelas, los chicos escribían conmovedoras cartitas, destinadas a los paquetes de provisiones y de regalos (muchos de esos paquetes se encontraron luego en la reventa). En Plaza de Mayo, Galtieri, rodeado de una multitud, se entregaba con desparpajo a la exaltación del machismo belicista. Fue una borrachera: "Si quieren venir que vengan -dijo-, les presentaremos batalla". Parecía una novela latinoamericana de dictadores. Aunque, si pensamos en la literatura, fue la novela de Fogwill, Los pichiciegos , la que dio la versión más realista de la guerra. Para leer hoy en el colegio secundario.
Flamearon los pañuelos blancos de las Madres con la curiosa leyenda "Las Malvinas son argentinas, los desaparecidos también". Casi sin excepciones, lo que quedaba del peronismo setentista y la izquierda se hizo malvinero, con la descarrilada ilusión de que se ganaba la guerra y, acto seguido, se cambiaba el fusil de hombro y se pasaba a desalojar a la dictadura. Muchos exiliados querían participar y hubo para todos los gustos, desde documentos y foros hasta planes para embarcarse hacia las islas desde algún aeropuerto latinoamericano, como si eso fuera posible. En Plaza de Mayo se agitaron más banderas argentinas que durante el Mundial del 78, un récord difícil de empatar y que también está esperando un análisis crítico.
Los políticos de la multipartidaria desvariaban, y sólo Raúl Alfonsín se animó a llamar a la guerra "un cepo patriótico". Contadas excepciones dentro del territorio argentino: el marxista Carlos Brocato, y un grupo casi invisible de intelectuales que hicieron circular sus ideas como pudieron, ya que la prensa no publicaba posiciones contrarias a la guerra.
En San Telmo, Adolfo Pérez Esquivel hablaba con unos pocos, y organizaba con músicos jóvenes un concierto por la paz. Graciela Fernández Meijide recuerda que la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos no pudo lograr una posición única. El triunfalismo fue el hipnótico sueño de casi todos: se podía derrotar a Gran Bretaña; Estados Unidos abandonaba a su aliado del Atlántico Norte, y los militares, que hasta ese momento sólo habían demostrado ser diligentes ejecutores de gente mayormente en cautiverio o derrotada, tenían cualidades para organizar una guerra de verdad.
El Informe, que el ejército encargó al respetado general Benjamín Rattenbach, fue abiertamente crítico de la preparación militar y diplomática, la estrategia y la conducción de la guerra. Es una pieza fundamental de la historia militar de Malvinas. Sin embargo, no se difundió. En 2006, este diario publicó una entrevista con su hijo, el músico y coronel Augusto Rattenbach, quien sostuvo que al Informe se le arrancaron páginas. Los treinta años de la guerra son una gran oportunidad y la Presidenta lo ha comprendido. El Informe caracteriza a la guerra como "aventura". Esto no complica solamente a los responsables sino que obliga a revisar el sentimiento nacionalista malvinero de los civiles.
En la Argentina, el gobierno y muchas organizaciones sociales han abierto un nuevo capítulo de "políticas de la memoria". No es el primero, como se pretende, pero es el más extenso y detallado. El deber de recordar ha sido defendido con tanta fuerza como el derecho a recordar. El gobierno reivindica las políticas de la memoria como articulación central de su política de derechos humanos. No se clausura el pasado y, en ese sentido, hay razón, porque el pasado fue demasiado terrible como para desplazarlo de la conciencia del presente. Desde el Nunca más hasta hoy, el conocimiento y la condena se han extendido. No muchos países en el mundo pueden presentar tal récord de juicios y condenas, realizados en democracia, en tribunales locales, con jueces locales.
Sin embargo, la memoria de la guerra de Malvinas hasta ahora ha seguido siendo inabordable como mito nacional. En un reportaje reciente, el canciller Timerman cuenta que, hace muchos años, en un primer diálogo con Cristina Kirchner, tanto lo impresionó su posición respecto de las islas que le dijo: "Sos muy malvinera". Era una comprobación, no una crítica. Pero el adjetivo "malvinero" no es neutro.
En 1982, la Argentina cometió un error gigantesco que llevó a la muerte a cientos de conscriptos y afectó la vida de miles, atropellando el principio de que los conflictos territoriales no deben abordarse jamás por medios armados. Y desestimando que la población de las islas parece tener una opinión adversa a vivir bajo soberanía argentina. Ese error es parte de la memoria reconquistada por la democracia, sobre todo porque la acción de la dictadura fue apoyada por amplias mayorías.
La difusión del Informe Rattenbach rompe oficialmente un tabú. Ese tabú existe porque, en el caso Malvinas, no es posible adjudicar todo el mal a los militares. También la sociedad argentina tiene que revisar su historia de entusiasmo frenético. También los políticos, que en su mayoría apoyaron la invasión, deben mencionar explícitamente que esa acción errónea e injusta fue un abalorio de la política interior, y que las islas fueron usadas del mismo modo por Thatcher, y ahora por David Cameron, que por Galtieri. Cameron acusó a la Argentina de ser una potencia colonialista. Dicho por un británico, la frase es absurda. Tan absurda que no provoca en el gobierno una escalada, ni siquiera verbal. En su discurso del miércoles, la Presidenta ha dado señas de comprender que el tema Malvinas exige un discurso tranquilo, no patriotismo de agitación. Hace pocas horas se designó a Alicia Castro como embajadora en Gran Bretaña. Castro viene del mismo cargo en Venezuela y su chavismo es ardiente. Los símbolos pesan en la diplomacia. Sin embargo, confiemos en que, como sucede con los funcionarios kirchneristas que quieren retener su cargo, no abrirá la boca fuera del guión presidencial.
El martes pasado, en un acto a metros de la embajada de Gran Bretaña, los asistentes, organizados por la Juventud Peronista del Movimiento Evita, gritaban "fuera ingleses de las Malvinas, fuera yanquis de América latina", tal el lema de la convocatoria. En ese clima, la consigna más exaltante era un clásico futbolero: "el que no salta?". Sobre el palco, que compartía con Emilio Pérsico, Fernando "Chino" Navarro mostró más prudencia. "Esta iniciativa -dijo- tiene que ver con la paz; le reclamamos a Gran Bretaña que negocie racionalmente. Lo queremos hacer en el marco de la paz y el diálogo. Le decimos a la Presidenta: cuente con nosotros en el marco de la paz y la legalidad, para que las Malvinas sean argentinas, pero también cuente con nosotros para que, en la patria, no haya un solo pobre". De algún modo, en las frases citadas hay una advertencia. En cinco minutos exactos, se repite "paz y diálogo" unas diez veces. Y también se pone un horizonte: el presente no culmina en una reivindicación territorial sino social. Por eso el acto comenzó con el Himno y terminó con la marcha peronista transmitida desde los equipos de sonido del palco.
En efecto, es una pobre identidad la que se sostiene como identidad territorial, sobre todo en el caso de una nación como la Argentina que, lejos de lo que se piensa en círculos donde el irredentismo es una mística, no padeció una historia de despojos en sus fronteras, sino de despojos fronteras adentro: pueblos originarios, viejos y nuevos pobres de todo origen, recursos naturales, depredación del medio ambiente, ésos son los temas abiertos. Los otros quedan para un museo razonado del desvarío nacionalista sin principios y para los tiempos lentos del diálogo en los foros internacionales.
La Presidenta tiró toda la responsabilidad sobre la locura malvinera a los militares. Es una verdad a medias, exculpatoria de una sociedad que se dejó arrebatar y aceptó que la dictadura se travistiera con un neblinoso manto patriótico. En un país que quiere una memoria completa del pasado, es necesario reconocer estos hechos, entre otras razones para honrar a los caídos y hacer justicia a los veteranos. No para convalidar el nacionalismo malvinero, sino para ofrecerles un lugar como víctimas, separado de los jefes que los condujeron a la aventura.

jueves, 12 de enero de 2012

Si sufrís de vértigo no mires el video

Un video genial. Me dejó sin aliento. Una locura lo de estos chicos, pero que lindo es desafiar los límites. Que lo disfruten.

martes, 10 de enero de 2012

"¿Por qué tiene que haber límites a la reelección?" - Entrevista a Laclau

Posteo la nota a Ernesto Laclau que ayer publicó el diario La Nación.


Entrevista con Ernesto Laclau

"¿Por qué tiene que haber límites a la reelección?"

Por Hugo Alconada Mon | LA NACION
No es secreto que Ernesto Laclau simpatizó con el gobierno de Néstor Kirchner, primero, y simpatiza ahora con el de Cristina Fernández de Kirchner. Lo hizo desde 2003, nunca lo ocultó y con el paso de los años esa simpatía tornó en una sintonía mutua. A tal punto de erigirse en el intelectual de referencia de la Casa Rosada, y el más escuchado, quizá, por los militantes kirchneristas. Y, como si fuera poco, Laclau tampoco oculta su desprecio -o casi- por la oposición. Así, afirma por ejemplo que la Presidenta debe "profundizar la senda" seguida durante los últimos ocho años, mientras que califica a Lilita Carrió de "energúmena" y se mofa del jefe de gobierno porteño, Mauricio Macri.
"El Gobierno tiene una legitimidad popular indiscutible", celebra el filósofo político dilecto de la Casa Rosada. Un activo que el kirchnerismo logró, dice, tras presentarse "como una alternativa al sistema tradicional de partidos" y aportar nuevos canales para los reclamos sociales, como La Cámpora. Y eso, en desmedro de vehículos tradicionales como la Confederación General del Trabajo (CGT), a la que ve sin el peso específico que supo tener.
"La CGT y el movimiento obrero tienen que entender que ya no estamos en el 46", plantea este académico doctorado en Essex (Inglaterra), antes de apuntar directo al jefe sindical Hugo Moyano. "No creo que tenga una posición mayoritaria dentro del movimiento obrero", dice.
Radicado en Londres desde 1969, Laclau divide su tiempo entre las universidades de Essex (Inglaterra), de Northwestern (Estados Unidos) y la Argentina, donde viven sus tres hijos, sus cinco nietos y donde además de dar clases en la Universidad Nacional de San Martín, dirige la nueva revista Debates y Combates .
Defensor de los presidencialismos fuertes en América latina, y de la re-reelección presidencial, Laclau plantea también que el Gobierno "necesita una oposición sensata". Aunque los calificativos que le dedica -"lamentable", "obstruccionista" y "catástrofe"- son elocuentes.
- ¿Los resultados de octubre de la oposición son una manifestación tardía, un arrastre, de la crisis de representación política cuyo clímax se observó a fines de 2001?
-En cierta dimensión, sí. La crisis de 2001 fue muy importante como crisis de representación política. El lema era "Que se vayan todos", un rechazo global de la clase política. Además, creo que si el kirchnerismo se impuso del modo en que lo hizo, es porque la gente lo percibió como una alternativa al sistema tradicional de partidos.
- Mientras que los referentes de la oposición no lograron aggiornarse ?
-No han logrado presentar un proyecto político coherente. Ganaron las elecciones de 2009 en ciertas provincias, pero lo único que pudieron hacer en el Congreso fue presentar una práctica obstruccionista sin ningún proyecto de largo plazo en el cual la gente encontrara algo con lo que pudiera identificarse.
- Conozco muchos críticos acérrimos de la Presidenta que ante una segunda vuelta admitían por lo bajo que votarían por ella?
-Porque detrás de este gobierno se ve un proyecto coherente de cambio. En varios niveles. En el modelo económico, ha rechazado todas las políticas de ajuste y ha seguido una política neokeynesiana de expansión de la demanda y esto está produciendo resultados muy favorables. Algunos economistas internacionales de prestigio, como los ganadores del premio Nobel Joseph Stiglitz y Paul Krugman, son muy positivos respecto del modelo argentino. Y la gente en Europa también lo percibe de esta manera. Stuart Hall, el teórico de los estudios culturales ingleses, dijo que lo que tendríamos que hacer es "latinoamericanizar Europa".
- ¿Cuál es el mensaje de las urnas para la Presidenta? ¿Profundizar la senda? ¿Mejorar ciertos aspectos? ¿Jugar a lo seguro?
-Profundizar la senda. Hay medidas, como la ley de medios, que democratizará el sistema de difusión, que tienen que poder aplicarse integralmente. Y en el aspecto económico, debe continuar el lineamiento actual, aunque algún tipo de coletazo controlado vamos a recibir de la situación internacional. El tercer aspecto es el de la desigualdad social, en el que hay mucho todavía por hacer, aunque los extremos más nefastos se han paliado hasta cierto punto con la política social del Gobierno, con la Asignación Universal por Hijo y otras medidas similares. Y, finalmente, su política de los derechos humanos. La Argentina es el país de América latina en que el corte con el pasado dictatorial ha sido más radical.
- ¿Qué lectura hace de la tensión entre el Gobierno y Moyano?
-La CGT y el movimiento obrero tienen que entender que ya no estamos en el 46. La estructura social del país es muy distinta, los sectores que participan en el proceso de cambio son mucho más amplios y aunque el movimiento obrero sigue siendo un elemento privilegiado, no tiene la centralidad que tuvo en el pasado. Sería muy importante para superar este conflicto que se vea más claramente identificada a la CGT con el proyecto nacional, ya que cuando las demandas de un grupo son puramente corporativas, ese grupo no ayuda al proceso de cambio. Y Moyano no creo que tenga una posición mayoritaria dentro del movimiento obrero.
- En 2004, en una entrevista con Enfoques, dijo que "la apuesta del Gobierno es llegar a una nueva institucionalización del sistema político sobre una base expansiva mucho más democrática que la que existía". ¿Se alcanzó ese objetivo?
-En cierta medida es un objetivo alcanzado, aunque queda mucho por hacer. Y dado que usted alude a la institucionalidad, hay que verla desde una perspectiva histórica. Hay un discurso de la derecha conservadora que es exclusivamente institucionalista, cuando un proyecto de cambio oscila entre dos polos: uno populista, que es el de la movilización, y otro institucionalista, que trata de darle a esa movilización formas permanentes de acción. Un proyecto de cambio necesariamente tiene que modificar el aparato institucional. Las instituciones no son neutrales. Son una cristalización de la relación de fuerzas entre los grupos. Por consiguiente, cada cambio histórico en el que empiezan a participar nuevas fuerzas debe modificar el cuadro institucional de manera que asegure la hegemonía más amplia de los sectores populares.
- ¿Ve riesgos en los extremos de ambas tendencias?
-Si tenemos una defensa pura de las instituciones sin pensar en el proyecto de cambio se trata de una perspectiva completamente conservadora, que conduce a la esclerosis, al positivismo administrativista y a la muerte de la política; mientras que una movilización pura, con un total desprecio por los cuadros institucionales, lleva a la larga o a la corta al desastre. Piense en el 68 francés, con su enorme movilización de masas pero sin nadie que pensara cómo darle continuidad política. La naturaleza odia el vacío y cuando la gente vio desorden sin un nuevo orden detrás, intentó volver al viejo orden. Así fue que meses después De Gaulle ganó las elecciones masivamente. O sea, que hay que matizar: ni creer en un institucionalismo puro, ni tampoco en una movilización pura en la cual los cuadros institucionales sean ignorados. Y me parece que el Gobierno ha mantenido un equilibrio bastante razonable entre estas dos tendencias.
- En una conferencia que brindó hace dos meses, recordó que la democracia requiere de una tensión entre adversarios. ¿Cómo lograrlo en el contexto político actual?
-El problema es que la oposición ha sido tan desastrosa en su accionar y ha tenido un papel lamentable en el Congreso, se ha presentado dividida en las elecciones y sin programa claro, y está, por tanto, en una situación muy difícil para reconstituir su papel. Si me pregunta por dónde puede venir una oposición futura, podría venir por el lado de [Hermes] Binner y el Frente Progresista, que no es una oposición frontal, al estilo de Elisa Carrió y otros energúmenos, sino que quiere dialogar con el Gobierno. Y el Gobierno necesita una oposición sensata.
- En una entrevista, sin embargo, me sorprendió que calificara a Binner de centroderecha?
-No, bueno, no en su ideología. Lo que quise decir es que la centroizquierda es claramente el kirchnerismo y que dentro de las opciones que podían surgir, Binner y Alfonsín podrían haber representado una fórmula más a la derecha, sin que tampoco fuera una derecha radical.
- No lo menciona a Macri.
-Es una opción de derecha, que está allí, en hibernación, digamos [risas], pero que no se ha visto totalmente destruido por esta catástrofe que les ha ocurrido a las otras fuerzas.
- Usted también dijo: "Necesitamos de una oposición". Y si no hay tal, "deberemos crear una", bajo el riesgo de caer de otro modo en el "mito del unipartidismo". ¿Es ese un riesgo del "síndrome" del 54%?
-Bueno, eso de "crear" una oposición es una ironía retórica, nada más [risas]. No estoy proponiendo que el Gobierno cree una oposición. En cuanto al peligro de una especie de unicato, está siempre que no hay una oposición creíble en ningún aspecto, pero por ahora no veo en la Argentina la posibilidad de un partido o de una fuerza única como posibilidad política.
- ¿Cree que la oposición o la renovación política puede darse dentro del propio kirchnerismo?
-Bueno, de alguna manera el kirchnerismo representa una pluralidad de fuerzas y de sectores. Todos aceptan el liderazgo de Cristina, pero son fuerzas distintas. Los sectores más progresistas tienden a ser sectores juveniles, como La Cámpora, por el que tengo mucha simpatía, o el Movimiento Evita, de Emilio Pérsico, el sector más radical de cambio, mientras que hay otras fuerzas que vienen históricamente del peronismo que también están jugando su papel.
- ¿Qué le atrae de La Cámpora?
-La Cámpora se relaciona con un fenómeno más amplio, que es el kirchnerismo, que surge de la matriz histórica peronista pero que se está planteando tareas históricas muy distintas de las que se planteaba el peronismo clásico. Estamos en un mundo muy distinto del mundo de 1946 y creo que uno de los logros del kirchnerismo, tras la crisis de 2001, fue que comenzó a repolitizar la protesta social difusa. Para eso se necesitaron canales nuevos y La Cámpora fue uno de los canales más efectivos.
- ¿Acaso los malos resultados de la oposición responden a su impotencia para canalizar los reclamos sociales, en particular de los jóvenes?
-Exactamente. El único que ha tenido una respuesta a todas esas inquietudes ha sido el kirchnerismo.
- En esa línea, usted defiende la posibilidad de una eventual re-reelección de Cristina Fernández en 2015. ¿Acaso la insistencia en una figura no desnuda en cierto modo una debilidad del proyecto, al carecer de candidaturas de recambio?
-Cuando hablo de la posibilidad de la reelección indefinida, no pienso sólo en la Argentina. Pienso en los sistemas democráticos en América latina, que son muy distintos de los europeos, donde el parlamentarismo es una respuesta al hecho de que la fuerza social de cambio se ha opuesto históricamente al autoritarismo de la realeza. En América latina, en cambio, tenemos sistemas presidencialistas fuertes y los procesos de voluntad de cambio se cristalizan alrededor de ciertas figuras, por lo que sustituirlas crea un desequilibrio político.
- ¿Reelección indefinida o con límites?
-¡No! ¿Por qué tiene que haber un límite? El juez [de la Corte Suprema, Raúl] Zaffaroni, por ejemplo, habla de un régimen parlamentario en el cual haya un presidente ceremonial y un primer ministro sin límites a su reelección, como en Europa.
- Insisto, más allá del caso argentino y corre también, por citar sólo dos ejemplos antagónicos, para Venezuela, con Hugo Chávez, o antes en Colombia, con Alvaro Uribe. ¿Abogar tanto por una figura, con la idea que si no es ella, otra no podrá garantizar el proyecto, no desnuda la fragilidad de ese proyecto?
-Bueno, ése evidentemente es un peligro, que la cuestión esté tan personalizada, que no haya ningún tipo de institucionalización. En el caso de Venezuela, sin embargo, no creo a esta altura que si desapareciera Chávez vaya a desaparecer el modelo porque hubo una nueva institucionalización alrededor de las "misiones", una movilización popular que permitirá la continuación del modelo.
- Y lograr que el equilibrio de poder sea, por tanto, distinto?
-Exacto. Los parlamentos en América latina siempre han sido la forma en que el poder conservador ha tratado de organizarse. Con esto no digo que el poder del parlamento tenga que ser suprimido en América latina, pero evidentemente el equilibrio va a ser muy distinto en nuestros países de lo que es el equilibrio europeo.
- Más allá de una re-reelección, a la Presidenta le quedan cuatro años por delante. ¿Cuáles son sus desafíos de fondo? Antes aludió a la desigualdad social. ¿Observa otros?
-El gran desafío es continuar la línea que se ha seguido en los distintos frentes. El modelo económico debe seguir con las mismas directivas sin hacer concesiones inadecuadas a los organismos internacionales para continuar en el G-20. El Gobierno ha tenido una línea allí que debe afianzarse. Hay que derivar las inversiones al mercado interno, diversificar la producción nacional y eso no se hace en dos días. Se necesita de una política de largo alcance y el Gobierno tiene que tenerla. El segundo desafío es la democratización a distintos niveles, a nivel de los medios de difusión y a nivel de las instituciones. Es necesario crear una democracia de base, más profunda, de modo que no sea sólo el aparato del Estado el lugar donde se generan las decisiones. Estoy en contra de esas visiones ultralibertarias que pregonan que hay que crear una democracia de base y hay que ignorar al Estado como enemigo. El Estado no es un enemigo. Es simplemente un terreno en el que la lucha democrática tiene que ejercerse. Pero la lucha democrática no se acaba en el Estado. Existe en todos los niveles de la sociedad civil y en este Gobierno vi esa voluntad de democratización colectiva. Hoy tenemos un país mucho más democrático que en 2001. El tercer desafío es la lucha cultural, que se vaya creando una nueva cultura nacional. El instituto de revisionismo histórico que ha sido tan criticado es una iniciativa en la buena dirección. Algunos dicen que tratará de influir en las escuelas secundarias. No creo que sea así. Pero si de influencia ideológica se habla, olvidan lo que fue 1955, cuando se impuso la materia Educación democrática en las escuelas secundarias y se denominó "segunda tiranía" al peronismo. Ahí sí hubo un fuerte esfuerzo ideológico, con una diferencia respecto al gobierno actual: aquél fue el de una minoría apoyada en el poder militar frente a los vastos sectores de la población. Hoy, si ocurriera esa ofensiva cultural, sería por un gobierno que tiene una legitimidad popular indiscutible.
MANO A MANO
Tras una hora de conversar con -más bien, escuchar a y aprender de- Ernesto Laclau, la impresión que me dejó fue la de un académico cordial, abierto a las repreguntas, aunque con un límite claro: el "efecto Feinmann".
El académico radicado en Londres desde 1969 pero hincha aún -y a pesar de todo- de River Plate pareció tener siempre presente la entrevista al filósofo José Pablo Feinmann que Enfoques publicó el 24 de diciembre. Aquella sobre cuán "incómodo" resulta "adherir a un gobierno de dos multimillonarios que te hablan de hambre".
Aludimos a este comentario y decidimos seguir a la próxima pregunta. Pero quizá eso explique por qué Laclau evitó abordar algunos aspectos incómodos del kirchnerismo práctico -el Indec, la aplicación sesgada de la Ley de Medios, el control del Consejo de la Magistratura, entre otros- y se mantuvo en el análisis teórico de las "directrices generales". Aunque debo remarcar que el autor de Hegemonía y Estrategia Socialista, entre otros libros, aclaró que prefería evitar los "detalles cotidianos de la política argentina" para no caer en los errores propios de quien no vive en el país desde hace décadas. "Todavía recuerdo cuando me llamaron de Clarín para que opinara sobre el suicidio de Yabrán", ejemplificó entre risas.
Su decisión de evitar terrenos farragosos, sin embargo, se evidenció con más claridad cuando le pregunte sobre "el eje honestidad" como variable relevante de un gobierno. "Lo tomo como algo significativo", respondió. Pero de inmediato aclaró: "Pero en primer lugar no sé si es verdad todo lo que se dice y, de todos modos, es una variable, pero no es la variable fundamental". Y la sombra de Feinmann volvió a merodear.
Link: http://www.lanacion.com.ar/1438389-por-que-tiene-que-haber-limites-a-la-reeleccion

Los contribuyentes cumplidores podrán descargar música gratis

Posteo la nota.



Los contribuyentes cumplidores podrán descargar música gratis
El gobierno de la provincia de Buenos Aires y la discográfica Sony Music firmaron un convenio para crear el programa ArbaTracks, que favorece a quienes paguen sus impuestos con la posibilidad de bajar canciones de Internet sin costo
l gobierno de la Provincia de Buenos Aires presentó ayer en Mar del Plata en conjunto con la empresa de música Sony Music, el programa ArbaTracks, que premia a los contribuyentes que no tengan deudas con el fisco con un permiso para descargar canciones de artistas nacionales sin costo.
La condición para acceder al programa de descarga de canciones vía Internet es estar al día en los pagos de los impuestos Inmobiliarios, a los Automotores y a los Ingresos Brutos en la provincia de Buenos Aires. De ser así, podrán obtenerse 30 canciones interpretadas por artistas nacionales sin costo alguno y de manera legal, cada 60 días, hasta el 30 de junio inclusive.
La presentación de ArbaTracks se realizó en un balneario de la ciudad costera, en un salón repleto de carteles con el logo y el slogan del programa -"Las cosas están cambiando"-, y contó con la presencia del músico Bahiano y varios músicos de la banda Bersuit (Oscar "Osky" Righi, Daniel Suárez, y Condor Sbarbatti), quienes al finalizar la jornada, alrededor de las 20, realizaron un recital gratuito en el que también se presentó Fabiana Cantilo.
"El gobernador Daniel Scioli siempre nos impulsa a avanzar con beneficios que revaloricen el esfuerzo de los vecinos que están al día y promuevan una cultura tributaria positiva, con énfasis en la solidaridad y el compromiso", declaró Martín Di Bella, titular de la Agencia de Recaudación de Buenos Aires, y resaltó que el programa también pretende promover la música argentina y resaltar "el valor de la legalidad".
Según consignó un comunicado de prensa del gobierno bonaerense, el objetivo del convenio entre y la compañía discográfica, "es poner en valor la filosofía de Arba que favorece a los contribuyentes que son cumplidores en detrimento de los que no pagan en término y esperan moratorias flexibles, y al mismo tiempo combatir la piratería"
Quienes no tengan deudas impositivas, podrán tramitar a partir de hoy en la web de Arba un código o pin a través del cual tendrán la chance de bajar hasta un máximo de 90 canciones, durante los próximos seis meses, incluidas dentro del repertorio argentino de Sony Music. Una vez obtenido el pin, los temas musicales podrán descargarse desde el sitio www.arbatracks.com.ar ..

jueves, 5 de enero de 2012

"Contra" carta abierta

Con Beatriz Sarlo como referente, nace la "contra" de Carta Abierta

Un grupo de intelectuales y trabajadores de la cultura, tal como se autodenominan, convocó a sostener su "capacidad crítica" y a "romper el silencio"; durísimas críticas al Gobierno.



Intelectuales y trabajadores de la cultura, tal como se autodenominan, convocaron a sostener su "capacidad y conciencia crítica" y a "romper el silencio como paso imprescindible hacia un accionar colectivo y transformador". En su primera plataforma, lanzada anteayer, critican duramente al Gobierno.
El grupo también critica a Carta Abierta , el espacio surgido en marzo de 2008 "en defensa del gobierno democrático amenazado por el conflicto suscitado por las patronales agropecuarias", y apunta contra "la homogeneidad discursiva".
La "plataforma para la recuperación del pensamiento crítico" fue difundida anteayer. Está firmada por personalidades como Beatriz Sarlo, Roberto Gargarella, Lucrecia Martel, Luis Felipe Noe, Guillermo Saccomano, Maristella Svampa y Osvaldo Tcherkaski, entre muchos otros.
El texto completo
"Escapar al efecto impositivo de un discurso hegemónico no es una tarea fácil. Pero es necesario y posible generar una voz colectiva que enuncie este problema y lo transforme en acto de demanda. Si algo nos define como intelectuales es pensar sobre el mundo y la sociedad en la que vivimos, poner en cuestión los problemas que nos plantea, promover el debate de ideas, intentar leer más allá de la letra manifiesta y visibilizar lo oculto, tratar de salir de la mera apariencia de los efectos para bucear en las causas que los determinan. En síntesis, sostener nuestra capacidad y conciencia crítica y manifestarla, romper el silencio, como paso imprescindible hacia un accionar colectivo y transformador.
No encontramos este ánimo en algunos trabajadores del campo de la cultura, a quienes hemos respetado y queremos seguir respetando, pero que al colocarse como voceros del gobierno han producido una metamorfosis en relación con su historia y su postura crítica.
Nos encontramos ante verdaderos escándalos de diferente naturaleza y calidad, que tienen como denominador común la impunidad en relación con las responsabilidades de quienes nos gobiernan. Y de manera paralela, asistimos a la construcción de un relato oficial, que por vía de la negación, ocultamiento o manipulación de los hechos, pretende investir de gesta épica el actual estado de cosas.
Asistimos a la construcción de un relato oficial, que por vía de la negación, ocultamiento o manipulación de los hechos, pretende investir de gesta épica el actual estado de cosas.
Javier Chocobar, Diego Bonefoi, Nicolás Carrasco, Sergio Cárdenas, Mariano Ferreyra, Roberto López, Mario López, Mártires López, Bernardo Salgueiro, Rosemary Chura Puña, Emilio Canavari, Ariel Farfán, Felix Reyes, Juan Velázquez, Alejandro Farfán, Cristian Ferreira. Vemos crecer la lista de los asesinados. Muertes que en su repetición no dejan de asombrarnos. Muertes que van cubriendo toda nuestra geografía. Muertes que, lejos de ser inocentes, marcan un encarnizamiento represivo que no puede ser negado ni atribuido a lejanas decisiones para desresponsabilizar al gobierno central. Ahora descubrimos que desde 1994 somos un país federal, y que por lo tanto las muertes dependen de las policías provinciales, o de los caciques locales. Curiosa apelación al federalismo, cuando es el gobierno nacional el que ejerce el centralismo unitario y decide de hecho los presupuestos provinciales, el que resuelve candidaturas, impone ministros y se abraza con los gobernadores casi al mismo tiempo de ocurridos los hechos.
Muchas de las últimas muertes están vinculadas a la carencia de tierra, y detrás de cada nombre hay una historia de vida que se remonta a la histórica lucha de los pueblos originarios contra el despojo del que han sido objeto. El proceso de concentración de la propiedad de la tierra y la soja-dependencia de los últimos ocho años son un correlato en el presente de aquel despojo, que el discurso oficial oculta.
El "relato" hegemónico pretende imponerse sobre la materialidad y el valor simbólico de estas muertes. Efectivamente, en torno a estos y muchos otros hechos se elabora un discurso oficial que construye consensos, porque aparenta dar cuenta de una serie de necesidades sociales y reivindicaciones nacionales mientras se afianza la persistencia de lo mismo que aparenta cuestionar.
Se elabora un discurso oficial que construye consensos, porque aparenta dar cuenta de una serie de necesidades sociales y reivindicaciones nacionales mientras se afianza la persistencia de lo mismo que aparenta cuestionar.
Este relato disciplinador y engañoso utiliza la potencia de los recursos comunicacionales de que dispone crecientemente el gobierno para ejercer control social mediante la inducción de mecanismos alienatorios sobre las formas colectivas de la subjetividad.
Quieren aparecer como actores de una gesta contra las "corporaciones", mientras grandes corporaciones como la Barrick Gold, Cerro Vanguardia, General Motors, las cerealeras, los bancos o las petroleras - y el propio grupo Clarín, hoy señalado como la gran corporación enemiga - han recibido enormes privilegios de este gobierno.
Quieren también aparecer como protagonistas de una histórica transformación social, mientras la brecha de la desigualdad se profundiza. Y cuando la realidad se impone sobre el "relato", los voceros oficiales y oficiosos del gobierno sostienen que se trata de "lo que falta". Según los intelectuales reunidos en Carta Abierta, "lo que falta" sería - más allá de las "asignaturas pendientes" que estarían dispuestos a admitir - una cuestión de "imaginación política". Y lo que es evidencia y síntoma de lo que no sólo no se transforma sino que se profundiza sería - como en el fenómeno de las placas tectónicas - algo así como restos traumáticos del pasado en el interior de un proceso transformador, que reaparecen una y otra vez.
El contenido de la producción ideológica oficial se inscribe en una metodología. La discusión de ideas es sustituida por la descalificación del interlocutor y toda disidencia es estigmatizada. Trivialización del debate, bravata "intelectual", sacralización de sus referentes con independencia de las acciones que producen, son sólo algunas de las modalidades en las que se expresa el intento de imponer un discurso único. Cuando desde los medios públicos se utiliza la denigración de toda voz crítica por medio de recortes de frases, repeticiones, burlas y prontuarización como procedimiento intimidatorio y se invalida a esas mismas voces cuando se expresan en otros medios, se produce una encerrona que por una u otra vía sólo promueve el silencio.
La discusión de ideas es sustituida por la descalificación del interlocutor y toda disidencia es estigmatizada.
Hoy la homogeneidad discursiva empieza a estar atravesada por algunas filtraciones que la erosionan: el relato épico ha iniciado un proceso de cierto desenmascaramiento. La asociación entre derecho de huelga y extorsión o chantaje, o la justificación de la sanción de la ley antiterrorista, serían expresiones paradigmáticas de este fenómeno.
A pesar del afán disciplinador del discurso hegemónico, es nuestra responsabilidad como intelectuales y trabajadores de la cultura romper el silencio que pretende amordazar el pensamiento crítico y promover un debate transformador de los grandes problemas que plantea el presente. Es necesario. Y es posible".
Es nuestra responsabilidad como intelectuales y trabajadores de la cultura romper el silencio que pretende amordazar el pensamiento crítico

Jorge Lanata entrevista para La Nación

Lanata: "¿A dónde voy a ir si no es al Grupo Clarín?

El periodista le explicó a LA NACION que es uno de los pocos medios que no está cooptado por el Gobierno
Por Fernanda Iglesias  | Para LA NACION


Lo primero que me sorprende cuando llego a la casa de Jorge Lanata es su calidez. Me invita con un café y me muestra lo que está viendo en la computadora: la escena final de Los Soprano . Lo otro que me impacta es cómo habla con Sara, su mujer: la trata de "usted". Y ella le contesta de la misma manera.
A punto de volver a la radio y a la televisión, el periodista habla de su vida descalzo, en medio de varios llamados telefónicos, pero sin perder la concentración y el buen humor. El 6 de febrero arranca con un programa al mediodía por Radio Mitre y está en conversaciones para debutar en abril con un periodístico con humor, en Canal 13.
-¿Por qué aceptaste trabajar para el Grupo Clarín?
-¿Y dónde voy a ir?
-Estabas haciendo unos documentales para Turner.
-Sí, esa fue una salida que encontré. Pero tengo una presión personal de volver a trabajar para la televisión argentina, básicamente porque vivo acá. Si no me iría a vivir a Nueva York. Para mí, hoy sería mucho más cómodo irme a vivir afuera. Pero no quiero.
-¿Por qué?
-Porque me gusta estar acá. Mi mujer se lo rebancaría. En un momento se discutió la posibilidad de ir a Atlanta para trabajar en la CNN y Sara se iba mañana conmigo. Pero yo quería vivir acá.
-¿Te gusta ser parte? ¿Te gusta el lugar que tenés en los medios?
-Claro, porque es el lugar que yo construí: es desgastante, pero es lindo. Sería una locura irme. Entonces vivo esa contradicción, entre irme o quedarme. Y quiero quedarme, aunque cada vez tenga menos espacios: hoy el 80 por ciento de los medios está manejado por el Gobierno. Canal 11 está muy influenciado por el Gobierno, Canal 9 es casi del Gobierno, Canal 7 es del Gobierno y América está con el Gobierno... Entonces, ¿a dónde voy?
-A Canal 13.
-No queda otra.
-¿Y en los medios gráficos?
-Escribo una columna para Perfil, los fines de semana. Pero tampoco tengo muchos lugares donde escribir.
-Vos habías dicho que Página 12 lo había comprado Clarín. ¿Qué pasó ahora?
-La transición que yo hice fue con Clarín. Ahora, lo que creo que pasó, es que el Gobierno lo recompró. Hizo algún negocio con publicidad y le permitió a Fernando Sokolowicz volver a comprarlo. Y Clarín quedó afuera.
-¿Cuál es tu público ahora? En LA NACION sos un hit.
-No sé, porque la primera tapa de revista que hice fue para LA NACION, justamente, cuando me fui de Página 12 y empecé en la televisión. Por eso no sé. Este es un momento particular, hay una grieta difícil, estimulada por el Gobierno, una grieta riesgosa. Todavía no pasó lo que pasa en Caracas que los chavistas entran a Globovisión y los cagan a trompadas, pero en algún momento puede pasar.
-¿Te parece?
-¿Y por qué no? Si el mensaje del poder es: "los que no piensan como nosotros son traidores a la patria", la gente por qué no le haría un favor a la patria. Acordate de las piedras en la Universidad ... Son boludeces, pero depende de cuál sea el mensaje del poder. Si ellos lo permiten, es cuestión de tiempo.
-¿Cuál es la estrategia del Gobierno en este momento con respecto a los medios?
-El Gobierno se está enfrentando a un autoajuste. Se le acabó la plata y está retrocediendo sobre sus propios pasos. Gobernaron durante un tiempo con el doble discurso y ahora eso queda desnudo. Por eso están empezando a controlar los medios. Esto no pasa de casualidad. Hay una decisión política. Por eso aceleraron lo de Papel Prensa,lo de Cablevisión con Gendarmería, lo de la de Ley Antiterrorista...
-¿Lo de Cablevisión no fue una denuncia de Vila y Manzano?
-Una denuncia rara, porque fue hecha en Mendoza, donde no está Cablevisión. Pero no te olvides que Manzano fue a la asunción de Cristina... Algún acuerdo hay entre ellos.
-¿Te preocupa?
-No me gusta lo del discurso único. Y el discurso del Gobierno es autoritario, esta cosa de que si vos estás en contra de ellos, estás en contra del país. Una locura. El concepto "campaña antiargentina" no lo escuchaba desde la dictadura. Como concepto es una mierda. ¿Cristina es la Argentina? La Argentina es Cristina y yo y vos y todos. Yo tengo que poder hablar de la Argentina como se me ocurra.
-¿Esto está fomentado en parte por el aparato comunicacional paraestatal?
-Esto ya había pasado en los 50, como cuenta en su libro Pablo Sirvén. En ese momento el Gobierno nacionalizó el papel y repartió el cupo a los diarios. Yo fui víctima de Papel Prensa como editor. Ahora, de ahí a pensar que es una empresa hecha bajo un delito de lesa humanidad me parece un delirio. Es un invento. Creo que algo habría que hacer, pero no lo que hicieron ahora.
-¿Qué hay que hacer?
-Privatizar la empresa, dársela a todos los diarios, pero no al Estado, porque va a pasar lo mismo que con la publicidad oficial: le van a dar 4 mil páginas a Tiempo Argentino y 20 a LA NACION.
-¿Pensás que hay muchos que usan su militancia para conseguir lugares de trabajo en los medios?
-Hay gente del gremio que usa su militancia porque de otra manera no laburaría. La mitad de los que tienen programas en Radio Nacional, por ejemplo. Pero eso pasó siempre, no me molesta. Lo que me jode es el discurso excluyente. Eso de "nosotros tenemos razón".
¿Entonces no te molestan programas como 678 ?
-Todo bien, pero que militen con la plata de ellos, no con la nuestra. Conseguite un programa en un canal privado y bancátelo como puedas. Ahora, militar en un canal del Estado y que yo te ponga la plata, no es muy justo. Hay montado un aparato de propaganda paraestatal que no se veía desde hace décadas. Por ejemplo, yo escribo una columna en Perfil sobre Aerolíneas Argentinas y al día siguiente hay una conferencia de prensa sobre Aerolíneas, Cristina habla de los sueldos de Aerolíneas, Máximo Kirchner manda a sus militantes a escribir tweets en contra mía sobre Aerolíneas... ¡paren un poco!
-¿Qué opinás de la Ley de Medios?
-Pienso que los decretos no generan audiencia. Esto de vamos a desmonopolizar los medios creando nuevos medios, no significa que esos medios vayan a tener público. Una cosa no trae a la otra. Esta boludez de "hagamos la radio de los wichis", ¿quién carajo va a escuchar la radio de los wichis? Y lo que es peor, ¿quién va a poner avisos en la radio de los wichis? ¿Y cómo le van a pagar el sueldo a los operadores? Esto es vida real. Es un negocio como cualquier industria.
-Como pasa con 360.
-Bueno, ese canal pierde un palo y medio verde por mes. Lo pierde Electroingeniería, una empresa que tiene obra pública. Ahora, ¿esa obra pública vale lo que vale o tiene sobreprecios? ¿Se la dan a ellos porque son amigos? ¡Qué se yo! Se entra a confundir todo. No es de Coca-Cola el canal, es de un proveedor de obra pública. Es distinto. El hecho de que el Estado no haya logrado tener la audiencia que tienen los privados no quiere decir que los privados tengan más influencia, quiere decir que el Estado no sabe cómo llegar a la gente.
-Debería preguntarle a Tinelli, que sabe perfectamente.
-Bueno, él hace 22 años que está. Y haciendo 40 puntos. Tinelli siempre está en el borde y eso es un poco grasa, pero a la vez es muy políticamente incorrecto. Poner a una enana a bailar con un bailarín del Colón, es increíble. Y lo que parecía indignante, terminó siendo un mensaje de integración mucho más efectivo que cualquier otro.
-¿Cuál es tu relación con él?
-El me contrató para trabajar en Radio del Plata cuando no me llamaba nadie. Es raro, porque Marcelo es un tipo que está cerca del Gobierno. Y a la vez le gusta que yo trabaje con él. De alguna manera, si lo pensás cínicamente, eso lo blanquea.
-¿Te llamó para el "Bailando..."?
-Sí, para estar en el jurado, pero lo saqué cagando. Ya hice un papelón en ShowMatch , una vez cuando bailé como quinto Stone.
-¿No te animás? ¿Estás muy atento a las críticas?
-Siempre joden. A veces duelen. Aunque cada vez le doy más bola a la gente que respeto. Consulto, soy súper inseguro. Cuando escribo pienso si se va a entender o no, le leo a Sara. Pregunto.
-¿Seguís en contacto con tus ex compañeros de Día D ?
-Con el único que dejé de hablar fue con Adrián Paenza, él fue el más duro cuando yo me alejé durante un mes del programa. No quiso que volviera a la conducción, ¡y era mi programa! Pero bueno, la televisión confunde un poco a la gente. Con Ernesto Tenembaum volvimos a tener buena relación y con Marcelo Zlotogwiazda también, pero menos. Ahora pasa algo muy loco con el gremio, este Gobierno lo está dividiendo mucho. Gente que deja de ir a los cumpleaños o amigos que no se ven más. Hay una cosa muy salvaje, de mucho odio.
-¿Eras amigo de Diego Gvirtz, que ahora te destruye en sus programas?
-Amigo no, pero vino mil veces a casa, incluso me fue a ver a José Ignacio para ofrecerme laburo. Pero bueno, él siempre estuvo loco. Siempre fue anarquista, ni siquiera tuvo posición política. No es un tipo con formación política, no tiene idea de nada. Y no hay peor tipo que el converso porque cuando adhiere a alguien se vuelve fanático. Es mucho peor que Sergio Szpolski, que lo hace por plata. Gvirtz debe estar convencido. Y yo no le creo nada.
-¿Cómo hacés para trabajar y seguir ocupándote de tu salud?
-Me complica el tema de los viajes porque me tengo que hacer diálisis seguido. Pero en algún momento me voy a tener que trasplantar, es cuestión de tiempo. Sin embargo, eso no me impide seguir, nunca me planteé dejar de trabajar.
-Hay gente que cuando se enferma deja todo para estar con sus hijos, por ejemplo.
-Pero yo estoy con mis hijas, no tengo culpa con eso.
-¿Y con tu mujer? Hace poco te casaste por... ¿cuarta vez?
-Me casé muchas veces. La primera, con Patricia Orlando, cuando era muy chiquito. Después me tendría que haber casado con Andrea, la mamá de mi hija Bárbara, pero no me casé. Cuando nos separamos, empecé a salir con Silvina Chediek y me casé con ella en Nueva York. Y ahora con Sara, la mamá de mi hija Lola.
-¿Por qué te casaste con Chediek?
-Porque era linda, estábamos en Nueva York, tenía ojos celestes, conocía el nombre del mozo del Plaza, me parecía sofisticada, estaba en la televisión... Y me enamoré. Eso fue todo. La quería, pero no teníamos nada que ver.
-¿Es verdad que la dejaste porque no conocía a Simone de Beauvoir?
-¡No! Silvina no es bruta, es una mina culta, viajó mucho... Nada que ver.
-Por estos días es tema la enfermedad de las personas públicas: si publicarlo, si no. ¿Vos cómo lo viviste?
-Es jodido decirlo porque hay una lógica que te hace sentir culpable de estar enfermo. La sociedad te aisla. Y la gente tiene vergüenza de decirlo. Yo soy diabético y lo digo. No estoy orgulloso, pero no es mi culpa. ¿Por qué voy a mentir?
-Da la sensación de que ahora que tenés más de 50, hacés lo que se te da la gana.
-Me gustaría hacer más cosas, pero me siento un cagón, no me siento un tipo valiente. No es fácil vivir de acuerdo con lo que uno piensa. Yo dije eso en algunas entrevistas, que ya no me importaba nada, pero es saraza. En el fondo, no me animo. El otro día pensaba eso mientras le contestaba una pregunta a un tipo en una heladería. Ya pasamos Dolores, tanto no falta para llegar a Mar del Plata. Tendríamos que poder hacer todo lo que queremos.