miércoles, 28 de marzo de 2012

Más quejas por las restricciones al ingreso de libros importados


Nota abajo:

Las restricciones al ingreso de libros y revistas impuestas por el secretario de Comercio Interior, Guillermo Moreno, provocaron una fuerte polémica porque obligan a los particulares que compran publicaciones en el exterior a buscarlas en Ezeiza y a editoriales y librerías a recurrir a un servicio de despachante de aduana para los pedidos inferiores a 50 kilos y 1000 dólares.
Hasta la entrada en vigor de la curiosa normativa, una persona podía comprar un libro, por ejemplo, en Amazon y el servicio de correo privado acercaba el ejemplar hasta el domicilio. Ahora el comprador deberá ir hasta Ezeiza y esperar una autorización para llevarse lo que compró. En Aduana deberían chequear que la tinta de las publicaciones no contenga cantidades de plomo superiores al 0,05 y el 0,06% en su composición química.
Nadie sabe cómo ni cuánto tiempo podría demorar ese tipo de análisis, que fueron adjudicados al laboratorio TUV Reinhald.
Desde Santa Fe, el investigador emérito del Conicet, ex titular del Parque Tecnológico Litoral Centro y docente de la UNL Alberto Cassano ya siente en carne propia el faltante de libros científicos en inglés en las librerías de todo el país. "Yo necesito esos libros para continuar mis investigaciones y recientemente, por un envío de una docena de libros que adquirí por Internet, la Aduana de Santa Fe me cobró un recargo del 50 por ciento. Terminé pagando unos 4000 pesos", comentó a LA NACION.
En este contexto, escritores e intelectuales argentinos manifestaron su preocupación por el avance de este tipo de medidas que limitan el acceso a bienes culturales.
El grupo de intelectuales de Plataforma 2012 criticó con cierta ironía la medida, al sostener que las prevenciones que aduce la Secretaría de Comercio Interior para tomar tal medida se refieren a que las tintas usadas en la impresión pueden contener más de 0,06% de plomo y que, por lo tanto, pueden ser peligrosas para la salud de la población. "Causa estupor que el mismo gobierno que acepta la utilización de sustancias químicas contaminantes en la megaminería a cielo abierto alegue ahora razones de índole sanitaria para tomar una medida tan engañosa como falsa", dijo este grupo, integrado por Beatriz Sarlo, Gabriela Massuh, Luis Felipe Noé, Maristella Svampa y Herman Schiller, entre otros. "Sería bueno escuchar qué opinan de estos acontecimientos los ministros de Educación, de Ciencia y Tecnología y el director de la Biblioteca Nacional, entre otras áreas directamente afectadas por las medidas", agregaron lo intelectuales.
El ministro de Cultura porteño, Hernán Lombardi, calificó la medida como "inconducente" y pidió a Moreno que "reflexione" para dar marcha atrás con las limitaciones, al opinar que "estamos en un límite muy complicado".
Consultada por los efectos de la normativa, la gerenta de la Cámara Argentina del Libro, Diana Segovia, dijo que la nueva disposición es "fuerte porque afecta a los particulares; en el comercio grande es relativamente poco el impacto pero en la percepción es enorme porque ahora un particular no puede recibir su libro o revista como siempre", expresó a LA NACION. En esa Cámara, de todos modos, relativizaron los efectos negativos de las nuevas exigencias comerciales porque las grandes editoriales firmaron un convenio con Moreno para poder importar en la posición arancelaria 4901 a cambio de que también se hagan exportaciones.
La escritora María Rosa Lojo no dudó en calificar esta medida de "mala noticia". "Para quienes nos movemos en el mundo de la letra impresa es una mala noticia, en tanto afecta directamente a los pequeños compradores y consumidores. Obligar a concurrir a Ezeiza personalmente a un escritor o un investigador que ha adquirido por Amazon un libro o una revista académica no va a solucionar el problema de la balanza comercial, y sí va a entorpecer, en cambio, el desarrollo de una investigación que necesita los libros como insumos", opinó.
Por su parte, Leila Guerriero, periodista y autora, se preguntó por las consecuencias prácticas de esta medida. "¿Los suscriptos a revistas extranjeras tendrán que peregrinar una, dos o tres veces por mes a Ezeiza a retirar ejemplares?" Guerriero recibe varios envíos por mes de libros y revistas: "Lo que antes era expectativa ahora será un regalo envenenado: nadie dispone del tiempo (ni de los recursos) para hacer un viaje caro, largo, que tomará horas. Las consecuencias son claras: recibir libros empezará a ser un problema", dijo.
POSTERGAN EL ACUERDO CON TARINGA!
El acuerdo que iba a rubricar ayer la Cámara Argentina del Libro con el sitio Taringa! para frenar la piratería de textos en Internet fue postergado por una reunión sobre las limitaciones en la compra de libros al exterior. El convenio será firmado por ambas partes en los próximos días. "Es un acuerdo para trabajar en dar de baja del sitio contenidos con derecho de autor protegidos; es un servicio para proteger a las editoriales y los autores", dijo la gerenta de la Cámara, Diana Segovia. Aunque Segovia no lo mencionó, las editoriales accederían a desistir de las demandas judiciales contra Taringa!.

Acá el link: http://www.lanacion.com.ar/1460189-mas-quejas-por-las-restricciones-al-ingreso-de-libros-importados

viernes, 23 de marzo de 2012

La "filosofía del lenguaje" K - Por Beatriz Sarlo

Excelente nota.

Por Beatriz Sarlo | Para LA NACION



Hace pocos días, un amigo (joven, pero no kirchnerista) me envió el enlace a un fragmento de discurso presidencial. Lo acompañaba sólo con un adjetivo entre irónico y escandalizado: "Dantesco". Quiero compartir ese enlace:


Son tres minutos sobre los subtes. Tiene razón la Presidenta cuando afirma que el traspaso de los subtes no hubiera debido ser judicializado por Macri. Tiene razón al señalar que otras medidas cautelares se interpusieron ante resoluciones de gobierno y leyes votadas en el Congreso, como si la Argentina tuviera en su horizonte una república de jueces. Es diferente recurrir a la Corte por la inconstitucionalidad de un fallo que atiborrar los tribunales de medidas cautelares.
Además de estas observaciones, la Presidenta no puede evitar las notas de color, que usa cada vez con más desparpajo, con la creencia de que nadie está a su altura para discutirle y que nadie tiene legitimidad para hacerlo. Salvo los medios, pero ya se sabe qué son los medios: una fachada de negocios mal habidos, tan distintos de los empresarios amigos, esos verdaderos capitalistas de riesgo que juegan sus fortunas en las empresas para dinamizar el mercado de trabajo. Y, para peor, ahora han aparecido, según la Presidenta acaba de revelarnos en un sagaz giro hermenéutico, un par de periodistas filonazis.
En el video que comento, la Presidenta recurrió a un hit del federalismo antiporteño: los argentinos no tienen que pagarle a Buenos Aires sus lujos. Lo que dice Cristina Kirchner instala una revulsiva simetría con las afirmaciones de Macri de que a los hospitales porteños viene a tratarse la gente del Gran Buenos Aires, o que el Indoamericano estaba lleno de extranjeros. Por un lado, federalismo trucho; por el otro, bajo tenor social. Que Macri sea espontáneamente poco sensible a los pobres no habilita a la Presidenta para salir a dar patadas.
Después de la doctrina antiporteña, la Presidenta, por teleconferencia, se dirige a una mujer en La Quiaca (a la que tutea sin conocer, como lo hacen las señoras acomodadas con los pobres de provincia): "Decime, Salustriana, ¿subiste alguna vez a algún subte?". "Hasta ahora no", responde Salustriana, entre risas y aplausos de los funcionarios de la platea porteña. La Presidenta sigue: "Yo voy a ir a La Quiaca y después te venís conmigo en el Tango 01 y vamos a dar una vuelta en subte". Salustriana: "A nosotros nos hacen falta otras cosas". A la Presidenta también: por ejemplo, dar una vuelta en subte a las nueve de la mañana, con De Vido de acompañante. No tiene la obligación de hacerlo. Pero, entonces, que no diga bravuconadas.
Si se le preguntara a Salustriana: ¿necesita Aerolíneas Argentinas?, también diría que antes precisa otras cosas, por ejemplo un tren eficiente que permita que sus familiares la visiten pagando un pasaje razonable. ¿Por qué Cristina Kirchner no viaja en tren con Salustriana desde La Quiaca, si tal expedición es posible? Interrogada libremente, Salustriana también diría que no necesita que se gaste plata en ese avión presidencial, ni en las visitas de la Presidenta al G20 ni en armar un museo de efemérides en la Casa de Gobierno ni en Artépolis, que Cristina acaba de anunciar. Usar a Salustriana como argumento de cómo debe diseñarse un sistema de transporte (o un proyecto cultural) es un golpe bajo, de populismo demagógico.
Desde la extrema necesidad, todo es prescindible. Por eso, la política tiene en la asignación de recursos una función principal. Sin embargo, nadie discute la asignación de recursos de la Presidenta. Para ella sólo hay vía libre. Y ha encontrado, en estos días, a un inesperado émulo: el gobernador Bonfatti, de Santa Fe, asignó más de cuatrocientos mil pesos para un recital en su provincia. ¿Qué diría la Salustriana del norte santafecino si algún periodista del oficialismo la interrogara?
Salustriana no es libre cuando le contesta a la Presidenta. Su autonomía está sujeta por la necesidad material y por la inconmensurable distancia que la separa de esa señora emperifollada que la interpela por teleconferencia. Claramente, Salustriana necesita servicios diferentes de los de un subte, que sería un artefacto de otro planeta en La Quiaca o en cualquier otra ciudad del mundo de esas dimensiones.
Pero la autonomía de Salustriana está afectada porque no tiene libertad para contestar a la Presidenta de un modo diferente. Ni aunque quisiera hacerlo, ni aunque quisiera decirle que ella tampoco necesita que el Gobierno invierta millones en decorar el edificio de Obras Públicas con un póster gigantesco de Eva Perón, cuya maqueta está detrás de la Presidenta. Salustriana no podría decirlo. Muy pocas personas están en condiciones de refutarle algo, cara a cara, a un presidente. Por eso, un presidente abusa de su poder cuando disimula el lugar del irrefutable. Como Cristina frente a Salustriana, hace un gesto del más tradicional paternalismo.
La Presidenta tiene dos estrategias discursivas: el silencio y el monopolio. Lo que se llama "el relato" depende de estas estrategias y no al revés.
Los acontecimientos que se consideran desfavorables y sobre los que no se tiene preparada una argumentación merecen el silencio. Cristina Kirchner atribuye al lenguaje el poder de producir los acontecimientos. Lo que se nombra, automáticamente, pasa a existir: abracadabra. La palabra "inflación" hace subir los precios. A la inversa, lo que no se nombra no existe. El lenguaje produce la realidad, que puede ser narrada, descripta, aludida, metaforizada. Es decir que no se trata sólo de "relato", como se insiste habitualmente. Hay algo anterior a cualquier relato, una fuerza que funda o destituye la realidad.
Según la filosofía del lenguaje K, la lengua es mágica. Por lo tanto, tiene que ser sólo propiedad de la Presidenta, ya que los poderes de enunciar o silenciar tendrían siempre efectos materiales. El unicato cristinista es, en primer lugar, un unicato de enunciación. Muchas veces me he preguntado por qué razón, ya que ella no habla con el periodismo, no existen emisores del tipo de Alberto Fernández, que cumplían esa función de amistoso off the record hasta 2008. Mi pregunta es irrelevante porque Cristina trajo una novedad: todos los lugares desde donde se habla han colapsado menos uno, el que ella ocupa todos los días, porque esa realidad fundada en el lenguaje corre riesgos en ausencia de su discurso, que es el único que garantiza la existencia. Hasta sacó del Gabinete al chistoso Aníbal Fernández, que reproducía en carbónico los humores presidenciales, porque, al emitir esas reproducciones, no se respetaba el unicato de la enunciación. ¿Quién le conoce la voz a Abal Medina? ¿Quién escuchó alguna vez al taciturno Máximo?
Estas cuestiones discursivas son directamente políticas. La "filosofía del lenguaje" K arma sistema con una concepción del poder unificado; es antipluralista y discrecional. Se puede acordar con muchas medidas tomadas por la Presidenta. Es posible, incluso, coincidir con muchos de sus motivos o diagnósticos. Pero no es posible disentir: toda contradicción es un ataque y todo ataque se personaliza.
Cada vez que alguien recuerda la forma secreta en que Boudou fue elegido vicepresidente, las consecuencias del unicato podrían convertirse en lección práctica sobre las conveniencias de un juego más abierto. Nadie pide que Cristina Kirchner se convierta en una demócrata a la uruguaya. Eso va contra sus reflejos y probablemente también contra un estilo argentino, dado a atropellar, que los votantes no han rechazado últimamente. El unicato lo ejerce una personalidad política autocentrada, desconfiada de cualquier pluralismo, hipersensible a las críticas, renuente al diálogo salvo con sujetos ausentes o en estado de dependencia. Los diferentes relatos pueden cambiar, lo que se mantiene estable es el lugar desde donde Cristina los enuncia. Ese es el núcleo duro e inabordable del poder. Todo lo que queda por hacer es desear que no se equivoque.

miércoles, 21 de marzo de 2012

Pauta oficial: ¿A quién beneficia Cristina Kirchner? ¿Y Macri? ¿Y Scioli?

Una buena nota ilustrativa.

Link: http://www.lanacion.com.ar/1458182-pauta-oficial-a-quien-beneficia-cristina-kirchner-y-macri-y-scioli

Síntomas de un hombre acorralado -Por Joaquin Morales Solá

Columna interesante sobre el caso Boudou.



Por Joaquín Morales Solá | LA NACION

La situación judicial -y política- del vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, podría decidirse en los próximos 30 o 60 días, dijeron fuentes judiciales con conocimiento de la causa sobre la ex Ciccone. En ese plazo, breve para los tiempos políticos, el juez Daniel Rafecas deberá recabar las pruebas, evaluarlas y decidir si llamará al vicepresidente a declaración indagatoria. Esta clase de citación judicial significa también que, luego de concretada la declaración, el juez está en condiciones de dictar el procesamiento del sospechoso. Si eso ocurriera, el vicepresidente tendrá en adelante dos opciones: renunciar o someterse al juicio político del Congreso.
Sobre Boudou confluyen la sospecha judicial y la indiferencia política. El peor de los mundos. La Justicia necesita acreditar todavía la vinculación entre el vicepresidente y los nuevos dueños de la vieja Ciccone Calcográfica o de parte de ella. La decisión judicial de avanzar en la investigación pudo constatarse con un hecho que pasó casi inadvertido: el allanamiento en Mendoza de la casa donde vive la ex esposa de Alejandro Vandenbroele, Laura Muñoz, quien acusó a su ex marido de ser testaferro de Boudou. De esa manera, fue la Justicia la que accedió de manera directa a eventuales documentos probatorios contra Vandenbroele y Boudou.
Por el tono y el contenido de las cosas que dice Muñoz, ella misma hubiera llevado esos documentos a la Justicia. Pero el juez y el fiscal prefirieron limpiar la investigación de eventuales impurezas procesales. Si Muñoz hubiera aportado esas pruebas, los defensores de Boudou y de Vandenbroele hubieran pedido la nulidad de las pruebas aportadas por una esposa contra su marido.
El Código Procesal Penal es muy claro cuando les impide a los cónyuges denunciarse penalmente entre ellos. Ahora, es la Justicia la que se hizo directamente de esos documentos; no fue la esposa la que incriminó a su marido. Vandenbroele y Muñoz siguen siendo un matrimonio, porque la separación de hecho no se consumó todavía en un divorcio.
El otro elemento nuevo fue la noticia que dio cuenta de quiénes serían, en verdad, los dueños de una parte de la ex Ciccone, que LA NACION adelantó ayer. Son dos uruguayos, Fernando Castagno Schikendantz y Janine Gómez Suárez, con un largo historial de sospechas sobre Lavado de dinero en varios países, España entre ellos. Ambos aparecen como los titulares de una empresa, Dusbel SA, radicada en Montevideo.
"Montevideo está llena de empresas fantasmas que son de argentinos que quieren esconder su identidad", dijo un conocido político uruguayo. Por lo general, la sede de esas empresas son pequeñas oficinas, que se usan a la vez como sedes de otras numerosas empresas, como es en este caso.
Dos conclusiones
De ese dato se desprenden dos conclusiones que pegan muy cerca de Boudou. En primer lugar, la frivolidad política, por lo menos. La única prueba concreta y clara de una intervención personal de Boudou en el escándalo de la ex Ciccone es una carta del entonces ministro de Economía al jefe de la AFIP, Ricardo Echegaray, recomendando que éste aceptara un plan de pagos de viejas deudas impositivas de la empresa. La impresora ya estaba en manos de The Old Fund SA, una parte de cuya propiedad es de aquellos uruguayos con fama de lavadores de dinero.
Boudou dijo públicamente que se interesó por el destino de la ex Ciccone para defender los puestos de trabajo. ¿Defender los puestos de trabajo de una empresa en condiciones de imprimir dinero y que entre sus propietarios tiene a personas sospechadas de lavar dinero?
El dinero lavado es siempre dinero de origen espurio. Venga de la corrupción, del tráfico de drogas o del contrabando. Castagno Schikendantz y Gómez Suárez no era recién llegados al mundo del lavado; sus nombres figuraron hace más de diez años en el célebre "informe Carrió" sobre la trama oculta del lavado de dinero.
La segunda conclusión es menos benévola que la primera. Las casualidades existen, pero no abundan. El caso Ciccone fue la segunda vez en la historia de la AFIP en la que este ente aceptó que se levantara un pedido de quiebra, hecho por la misma AFIP, sin que antes se hubiera saldado la deuda o se hubiera acordado un plan de pagos.
El plan de pagos vino después de que el juez decidió levantar la quiebra. Por primera vez en la historia, el jefe de la AFIP pidió por carta la opinión del ministro de Economía para acordar un plan de pagos con un moroso. Existió un interés desmesurado, inédito y llamativo de funcionarios del gobierno nacional (sobre todo del área económica, entonces bajo la jefatura de Amado Boudou) en la vieja Ciccone Calcográfica.
El infatigable trasiego de funcionarios para resolver la quiebra y la propiedad de Ciccone sucedió en las mismas semanas en que Néstor Kirchner mostraba signos evidentes de una definitiva fatiga de su salud.
Los aparentes nuevos dueños de Ciccone, Castagno Schikendantz y Gómez Suárez, accedieron a la propiedad de la empresa siete días después de la muerte del ex presidente. ¿Qué pensarán ahora la viuda y los hijos de aquella insensibilidad de los funcionarios frente a la enfermedad y la muerte?
Esa pregunta conduce a otro escenario, tampoco propicio para el vicepresidente. Boudou es un extraño para el peronismo. Sus raíces políticas están en otro partido y en otra ideología. El único legislador que se pronunció sobre el tema, el senador Miguel Angel Pichetto, elogió la posición del radical Ricardo Gil Lavedra, que propuso que el Congreso siguiera los pasos de la Justicia y no al revés. Gil Lavedra no dijo nunca que Boudou es inocente.
Sin defensa
Ningún otro legislador peronista salió en defensa del vicepresidente. El resto de la oposición comienza a adoptar como propia la posición de Gil Lavedra: actuar después que haya decisiones concretas de la Justicia.
Incluso, Elisa Carrió ordenó a los suyos congelar el prematuro pedido de juicio político contra Boudou, ya hecho por legisladores de distintas fuerzas políticas, seguramente a la espera de entrever la reacción del peronismo, que controla la mayoría en ambas cámaras del Congreso.
El propio Boudou dio otro síntoma de su evidente debilidad. Acusó públicamente a la Justicia de haber sido comprada por intereses diversos y contradictorios, entre ellos los medios periodísticos. La versión es tan inexacta como inverosímil, porque muchos jueces responden sólo al Gobierno y a nadie más. Podría ser, sin embargo, la incipiente estrategia de un hombre acorralado.

Messi, de pie por favor.

lunes, 19 de marzo de 2012

Dos jugadas de Cristina para sostener el modelo - Por Carlos Pagni

Sigamos con Pagni.

Por Carlos Pagni | LA NACION

En los últimos días, Cristina Kirchner movió dos piezas clave de su tablero de poder. Puso bajo su control inmediato la fuerza pública y la caja del sindicalismo. En la Secretaría de Seguridad, un escalón debajo de Nilda Garré, designó a Sergio Berni. Y en la Administración de Programas Especiales (APE), que distribuye subsidios entre las obras sociales, ubicó a Beatriz Korenfeld. Berni y Korenfeld son "pingüinos" eternos, colaboradores de Néstor Kirchner desde los albores de su gestión santacruceña.
La confesión de Mercedes Marcó del Pont ante la Cámara de Diputados ayuda a entender esta jugada: "Si no recurrimos a las reservas, estamos obligados a un ajuste brutal". Hay que agradecer esa sinceridad, porque expone el principal desvelo de Cristina Kirchner: que la inclusión social que prometía el dichoso modelo de acumulación de matriz diversificada esté cada vez menos garantizada y, en consecuencia, comience a tambalearse el orden colectivo.
Para lidiar con la protesta de las organizaciones sociales o la indisciplina sindical, la señora de Kirchner ha decidido volver a las fuentes.
Korenfeld estuvo durante más de 10 años al frente de la Caja de Servicios Sociales de Santa Cruz, adonde regresó en diciembre pasado, después de un intervalo como diputada nacional. Abandonó cuando desde Olivos ordenaron vaciar la gobernación de Daniel Peralta por la racionalización dispuesta en la provincia. El miércoles pasado, la Presidenta designó a Korenfeld en la APE para repartir las compensaciones a las obras sociales por las prestaciones de alto costo (tratamientos de VIH, cáncer, cirugías de alta complejidad, etc.). También eliminó la autonomía de la APE, ubicándola en la Superintendencia de Salud. Estos cambios limitan al ministro, Juan Manzur, que conducía el área a través del abogado Manuel Alves. Y liquidan la influencia del jefe de la CGT, Hugo Moyano, sobre esos fondos, ejercida a través de funcionarios de segunda línea. Korenfeld obedecerá a Cristina Kirchner sin mediación alguna.
Con esta intervención la Casa Rosada podría alcanzar varios objetivos. La APE ha estado contaminada con la "mafia de los medicamentos" que investigan, con poquísimos resultados, los jueces Norberto Oyarbide y Claudio Bonadio.
Korenfeld podría consumar una reforma que la Presidenta reclamó dos veces al interventor del PAMI, Luciano Di Cesare, en enero: que el Estado reemplace a las obras sociales en las contrataciones más caras. En algunos sindicatos celebran la idea, porque supone una reducción de costos. En otros temen que sea el primer paso de una estatización total del sistema.
Recaudación
Para varios gremialistas Cristina Kirchner se ha propuesto capturar un fondo nada despreciable en un momento en que el Tesoro atraviesa dificultades. La APE recauda unos $ 3000 millones por año, pero gasta alrededor de 2000 millones. La CGT viene reclamando la devolución del remanente acumulado, una cifra mágica que Hugo Moyano sitúa en $ 15.000 millones.
Con Korenfeld en la APE, la Presidenta podrá manipular el nervio económico del sindicalismo en un ciclo conflictivo: ella pretende que los acuerdos salariales se negocien con una pauta inferior a la inflación. La distribución de subsidios de la APE ha sido, desde que Carlos Menem encomendó la tarea a Luis Barrionuevo, la táctica más eficiente para ordenar a los gremialistas.
Carlos Zannini, el cerebro de la operación, pretende domesticar a la CGT. Intenta reunir a las distintas facciones sindicales para defenestrar a Moyano. La hipótesis de encolumnar a todo el movimiento obrero detrás del metalúrgico Antonio Caló es demasiado ambiciosa. Sobre todo porque el candoroso Caló inició la campaña levantando la bandera de la moderación salarial. Es cierto que su triunfo depende más de una orden de la Presidenta que de la simpatía de los trabajadores. Pero no hacía falta que quedara tan claro. La mansedumbre de Caló ha irritado a varios colegas y obligado a Zannini a cambiar estrategia. Ahora piensa volver al formato de un triunvirato (como aquel de Moyano, Lingieri, Rueda), que era el sueño de Kirchner hasta que el camionero le exigió el monopolio de la interlocución a cambio de la paz social. Para el geómetra Zannini, el nuevo triángulo se formaría con un representante del "moyanismo sin Moyano", por el que se postula el piadoso taxista Omar Viviani; Caló, por los independientes y "gordos", y un delegado de Luis Barrionuevo, con quien el secretario de Legal y Técnica ha tomado contacto. La aproximación a Barrionuevo demuestra hasta qué punto la docilidad de la CGT es una prioridad para el Gobierno.
La ruptura con Moyano, a quien ya ni el ministro de Planificación Julio De Vido atiende el teléfono, es un error político. El kirchnerismo apañó al camionero durante la bonanza, aceptando con estoicismo su imagen negativa, y lo alimentó hasta convertirlo en uno de los hombres más poderosos del país. Se suponía que era para contar con su solidaridad el día en que un ajuste se volviera inevitable. Ahora, con la llegada de ese día, lo despide y lo libera. Moyano, agradecido.
La jugada de Zannini tiene otra debilidad. El malestar de la CGT no se debe a la intransigencia de Moyano, que no se cansa de aclarar que está malhumorado porque la Presidenta no lo trata con cariño. El vínculo sindical está resintiéndose por el agotamiento de las condiciones económicas que permitieron el idilio. Si consigue reemplazar al camionero, Cristina Kirchner deberá tratar con una cúpula que pedirá lo mismo que Moyano: recursos para las obras sociales, reducción del mínimo no imponible de Ganancias, y aumento de las asignaciones familiares. Es decir: dinero del Tesoro. Todo un problema porque, como Juan Carlos Pezoa le explica todas las semanas, la recaudación está declinando, en especial porque caen los ingresos del IVA a las importaciones. A propósito: ¿hace cuánto no se oyen las trompetas que solían anunciar el superávit fiscal alcanzado?
Las restricciones fiscales que empañan la relación con los sindicalistas están en la raíz del incipiente descontento de las organizaciones sociales. No debería sorprender que, para enfrentar este problema, la Presidenta recurra a Berni. Este médico y mayor del Ejército, aficionado a las largas travesías en moto, que vive en el extremo sudoccidental de la Patagonia, sobre una loma desde la que se divisan los dos océanos, ha sido el encargado de lidiar con los cabecillas de las protestas callejeras desde que Kirchner gobernaba Santa Cruz. Inseparable de Alicia Kirchner, Berni fue, junto a Rafael Follonier, el negociador con los movimientos de desocupados entre 2003 y 2005. Reapareció en público con la toma del parque Indoamericano y, como por arte de magia, consiguió que los intrusos volvieran a sus casas. Berni es conocido por su astucia para administrar recursos materiales. En 2011 pasó a ocupar la vicepresidencia del Senado bonaerense, desde donde ejercía una suave vigilancia sobre Gabriel Mariotto.
Desde La Plata Berni regresó a la administración nacional. Pero no al mismo cargo. En vez de reinstalarse al lado de Alicia, fue destacado junto a Garré. Es posible que la Presidenta haya querido controlar a la ministra, que viene cometiendo un error tras otro. Pero el detalle no puede pasar inadvertido: el misericordioso Berni, que repartía beneficios entre los desamparados, ahora está al frente de las fuerzas de seguridad.
Tal vez sea un error presidencial en la administración de los recursos simbólicos. Pero la metamorfosis de Berni hace juego con otros detalles: la aprobación de una ley antiterrorista de límites difusos, la aparición de un plan de la Gendarmería para hacer inteligencia en los movimientos de protesta, y un endurecimiento verbal -el de Garré?que califica a la movilización callejera como una extorsión desestabilizadora. Es evidente que la estrategia social del kirchnerismo insinúa una inquietante regresión.
Control de la calle
La exclusión de Moyano y la ebullición piquetera tocan un problema de primera magnitud para una experiencia que se define como "nacional y popular": el control de la calle.
El camionero venía discutiendo con líderes del Movimiento Evita -Emilio Pérsico, Fernando "Chino" Navarro- algún procedimiento que dote a los movimientos sociales de una mayor organicidad. Es muy difícil esa convergencia con otra conducción en la CGT.
El diputado de la Coalición Cívica Alfonso Prat-Gay suele recordar que, la primera vez que Néstor Kirchner lo recibió en la casa de gobierno, lo tomó de un brazo y lo llevó a mirar por una ventana que da a la avenida Leandro Alem. "¿Ves esa gente protestando? Yo estoy acá para que ellos vuelvan a sus casas." Al cabo de casi nueve años el significado de esa anécdota recupera su formidable densidad.
La estrategia presidencial
  • Sergio Berni
    Al designarlo segundo de Nilda Garré, la Presidenta tendrá un control inmediato sobre el Ministerio de Seguridad y la fuerza pública.
Beatriz Korenfeld
Tendrá a su cargo la Administración de Programas Especiales (APE), que distribuye los subsidios entre las obras sociales.
Manejará una recaudación anual de $ 3000 millones.

Acá el link: http://www.lanacion.com.ar/1457807-dos-jugadas-de-cristina-para-sostener-el-modelo

jueves, 15 de marzo de 2012

Empiezan a agotarse las reservas políticas - Por Carlos Pagni

Sin desperdicio.

Por Carlos Pagni | LA NACION

El ex jefe de Gabinete Alberto Fernández explicó que su participación en el programa de Marcelo Longobardi que emite C5N fue interrumpida a pedido de funcionarios del Gobierno. El dueño del canal, Daniel Hadad, se cubrió diciendo que Longobardi no pudo completar la pregunta que estaba formulando porque se había excedido en el horario. El ciclo de Longobardi no fue reiterado a la madrugada, como de costumbre.
Las estrategias de censura del kirchnerismo son conocidas. Lo que está variando es la modalidad con que esa vocación autoritaria se pone en ejercicio. La torpeza que exhibió el Gobierno en el episodio de C5N se integra a una lista de desaciertos políticos que inquietan sobre todo a quienes la observan desde el seno del oficialismo.
Cristina Kirchner está tan preocupada por el desenlace de las paritarias que, por momentos, parece atribuir la inflación nada más que a los salarios. Sin embargo, dos de sus soldados, Amado Boudou y Julián Domínguez, incrementaron las dietas de los senadores y diputados en un 100%. Una alentadora señal de largada para el ciclo de negociaciones que iniciaban los sindicatos. ¿Se la habrán adelantado a la Presidenta?
Para facilitar la discusión del ministro Alberto Sileoni con los maestros, la Presidenta redujo la demanda gremial al capricho de unos ingratos que pretenden cobrar sin trabajar. La gaffe fue tan desafortunada que, por primera vez, subordinados como el propio Sileoni y Aníbal Fernández enmendaron a su jefa. El ministro de Educación tampoco está para dar lecciones. "Si cobraran 10.000 pesos, igual harían un paro", fue su aporte. De cualquier modo, las dificultades de esta negociación, que incomoda al kirchnerismo frente a su clientela de centroizquierda, excede la retórica: José de la Sota aumentó los ingresos de los maestros cordobeses en un 25%, es decir, 5,5 puntos más que lo que propone la Nación. ¿Qué explicará el ministro del Interior a su jefa?
El manejo de la crisis ferroviaria fue otra demostración de incompetencia. Cuando logró reaccionar, la Presidenta insinuó que, en el fondo, la del Sarmiento fue una desgracia con suerte, dado que ahora hay trabajo, no como en 2001, cuando la gente no se trasladaba porque no tenía adónde ir. Siguió la doctrina Schiavi, quien lamentó que el tren no se hubiera estrellado en un feriado. O la de Nilda Garré, cuando trató de justificar la demora en encontrar los restos de Lucas Menghini en que el joven viajaba en un sector inhabilitado. Julio De Vido coronó esta tercerización de responsabilidades culpando a los medios de comunicación por no contabilizar los pasajeros que, a diario, llegan vivos a destino.
Garré prestó también otros servicios. En un momento en que la desprotección a los pasajeros se había cobrado 51 vidas, tomó la decisión simbólica de retirar a la policía de los subtes. De paso dio una excusa a Mauricio Macri para deshacerse del servicio. Garré también se enredó con el Proyecto X. Desconoció las pruebas del espionaje, admitidas por el propio jefe de la Gendarmería. Y aclaró que el plan no era secreto. No hacía falta: llevaba diez días en la tapa de los diarios.
Guillermo Moreno no podía estar ausente de este torneo de impericias. Además de bromear con la muerte de Iván Heyn, tuvo la psicodélica ocurrencia de sumar a su comitiva de Angola a uno de los dueños de Black, el night club de Ayacucho y Alvear. Nadie supo descifrar si el socio de esa pyme, un abogado, viajó como exportador o importador. Sólo se sabe que Moreno le está agradecido por los dólares que sus incitantes empleadas aportan a la balanza comercial.
Ciccone
La desarticulación del oficialismo se exhibe, sobre todo, en el escándalo de Amado Boudou y sus amigos de Ciccone. A medida que aparecen sus huellas en la trama, al vicepresidente le va quedando chica la coartada "son infamias de los medios hegemónicos". Aparecen notas con su firma, fantasmagóricos correos electrónicos, y el riesgo de que salgan a la luz otras intervenciones personales. Acorralado, Boudou irritó a Olivos. Dijo que "hay una embestida destituyente", una explicación exclusiva de la Presidenta, para grandes ocasiones. No debía malgastarse en la crónica judicial de un subalterno.
La solidaridad con Boudou fue escasísima. Mercedes Marcó del Pont le decapitó a Benigno Vélez, su hombre en el Central. Florencio Randazzo debió aclarar que no era quien informaba a los "medios hegemónicos". Boudou no pudo convencer a Randazzo de colaborar con Ciccone como "fuente de trabajo". Los DNI y los pasaportes se confeccionan en otra imprenta.
El gabinete entero sabe, sin embargo, que el problema de Boudou no es Randazzo ni Marcó, sino Carlos Zannini. La rivalidad entre ambos lleva años, pero estalló recién ahora. Se disputan el oído de la Presidenta. Son celos palaciegos. Ella lo sabe. Por esa razón calla sobre los desaguisados de Boudou, mientras aclara que Zannini es sólo su abogado.
El affaire Boudou-Ciccone inauguró una nueva era en la comunicación oficialista. Hasta ahora a los juglares del Gobierno se les pedía sólo propaganda. En adelante deberán dar la cara por los funcionarios acusados de corrupción.
Con este inventario de equívocos, Aníbal Fernández y Carlos Caramello completarían un segundo tomo de Zonceras argentinas y otras yerbas. Pero el problema excede la literatura. Este vendaval de errores revela un déficit de conducción que se enmascara con el culto a la personalidad que demanda la Presidenta. Se entiende que ella extrañe cada día más a su esposo, organizador obsesivo de una arquitectura de poder en cuyo centro reinaba el apotegma "no hay que llevarle problemas a Cristina".
En su ausencia, ella habla cada vez más con menos gente. Su equipo íntimo se agota en Máximo Kirchner, Zannini y Héctor Icazuriaga. A las figuras con otra densidad, como en su momento fueron los Fernández, las reemplazó con Juan Manuel Abal Medina. Los ministros escuchan sus discursos en vilo, esperando el momento en que los sorprenda una decisión que afecta sus áreas. También deben someterse al patrullaje de La Cámpora. Y soportar las imposiciones de Moreno, que empuja una revolución en la que el primer blanco son sus propios compañeros.
La oposición, por su lado, ayuda poco. Una contradicción bien diseñada lograría que el Gobierno se amalgamara. Pero los conflictos se desarrollan en el seno de la corte. Algunos anticipan, borrosos, una guerra sucesoria. Garré, Boudou, Zannini se sueñan las Dilmas de una Cristina que, como Lula, engendre un heredero.
Curioso kirchnerismo. Hasta hace un mes, sus desafíos provenían de las inconsistencias económicas. Pero el avance sobre el Banco Central postergará un poco más las turbulencias. Mientras tanto, el Gobierno enfrenta dificultades de otro orden. A pesar de su enorme poder, las reservas que comienzan a faltarle son políticas.

¿Entre la hiperinflación y la convertibilidad? - Por Martin Lousteau

Excelente artículo del ex ministro de economía.

Por Martín Lousteau | Para LA NACION

El proyecto de reforma de la Carta Orgánica del Banco Central ya tiene media sanción y su aprobación en el Senado se da por descontada. Con el tiempo, la plena utilización de las nuevas herramientas que crea la reforma generará muy probablemente una mayor inflación y pérdida adicional de competitividad, junto con un ensanchamiento de la brecha entre el tipo de cambio oficial y el paralelo. Sin embargo, si uno la mira en detalle, se trata -vaya paradoja- de una buena propuesta.
El problema es que la futura Carta Orgánica sería adecuada para un país de adultos. Uno en el cual la función pública tuviera prestigio y atrajera la mejor gente mediante un severo proceso de selección. En el que los presidentes del BCRA dieran cuenta de sus pronósticos, planes y desvíos respecto de ellos en el mismísimo Congreso. Donde los políticos discutieran de forma rigurosa, pero a su vez respetuosa. Una normativa para un gobierno que permitiera el disenso interno y externo; y una clase política que no dirimiera sus diferencias apelando permanentemente a los medios de comunicación. En resumen, una ley para una sociedad responsable que piensa estratégicamente en el futuro sin recurrir a vanos atajos.
La propuesta puede descomponerse en tres elementos principales:
1) acta de defunción (aunque sobrevive la imposibilidad de indexar) de la convertibilidad
2) enorme aumento de la capacidad regulatoria del BCRA
3) más concentración de poder en su Presidente
Durante la convertibilidad cada peso físico que circulaba debía estar respaldado al menos por un dólar en las reservas. Una vez salidos del 1 a 1, con un tipo de cambio fluctuante, acumulación de reservas y mayores posibilidades de absorber circulante con herramientas creadas después de la crisis, el valor en pesos de las divisas en el BCRA comenzó a exceder lo estipulado en la Carta Orgánica. Fue así como a fines del 2005 se denominó a dicho exceso "Reservas de Libre Disponibilidad" y se lo utilizó para precancelar la deuda con el FMI. Como se puede apreciar, aún a pesar de haber abandonado la Convertibilidad, la lógica para definir el nivel mínimo requerido para el límite inferior de las reservas siguió siendo muy similar.
Ello cambia ahora sustancialmente con el proyecto del Poder Ejecutivo Nacional. En él se establece que el nivel de reservas mínimo será definido discrecionalmente por el propio BCRA, y que el excedente podrá ser utilizando para repagar distintas deudas. La modificación no carece de razón: si tengo más reservas de las necesarias y gano por ello muy pocos intereses resulta preferible usarlas para cancelar deuda que me cuesta más cara. El desafío radica en que no es tan sencillo determinar cuál es el nivel de reservas óptimo.
Las reservas internacionales constituyen una suerte de seguro: asegurarme de más es innecesariamente oneroso, pero asegurarme de menos puede ser catastrófico. Su rol es el de proveer un mecanismo estabilizador ante determinados shocks. Un adecuado stock de reservas permite evitar oscilaciones bruscas en el valor de nuestra moneda, provee liquidez en el caso de una corrida bancaria que afecte los depósitos en dólares, y brinda acceso a recursos inmediatos para pagar deudas denominadas en otras monedas en caso de emergencias. La cuantía requerida para cumplir con estos objetivos depende de factores tales como el tamaño de la economía, su apertura comercial, la dimensión del sistema financiero, el funcionamiento del mercado monetario y cambiario, el grado de dolarización y la volatilidad externa a la que está sujeta el país, entre otros; y su determinación precisa requiere una profunda discusión.
Lamentablemente, los antecedentes del Gobierno no parecen presagiar nada bueno. Y la oportunidad en que se presenta el proyecto es una evidencia adicional al respecto. Resulta lógico reformar la Carta Orgánica del Banco Central cuando se ha producido un colapso que torna inaplicable la normativa previa o cuando a la entidad le faltan herramientas para lidiar con los problemas existentes. El colapso de la convertibilidad es un buen ejemplo de lo primero; y el período de depresión económica y deflación que lo precedió es un caso perfecto de lo segundo. Hoy, después de años de un muy buen ritmo de crecimiento y una inflación entre las más altas del mundo, no parece en absoluto que al BCRA le falten instrumentos sino todo lo contrario: ha hecho abuso de los que tiene.
La futura ley le otorga facultades más amplias aún. La utilización de reservas para el pago de deuda, algo que ya viene ocurriendo repetidamente desde 2009 (sin considerar el mencionado pago al FMI), se tornará un mecanismo habitual más que estratégico o de emergencia. Además, producto de una modificación de último momento, el Banco Central podrá emitir cincuenta mil millones de pesos adicionales a los ya permitidos para dárselos al Tesoro. También tendrá la capacidad de prestar directamente y sin criterios preestablecidos dinero a los bancos para créditos productivos; y podrá ejercer cualquier regulación sobre la actividad de las entidades financieras.
Más allá de la acelerada pérdida de calidad técnica del BCRA que ha tenido lugar en los últimos ocho años y de la pobreza de su actual directorio, que no presagian una utilización responsable de estas herramientas, surge otra duda: en un gobierno que recurre a la anécdota como base para muchas de sus decisiones y que no duda en tildar de enemigos a aquellos que opinan distinto, ¿cuánto poder tendrán los funcionarios más responsables a la hora de dirimir futuras diferencias de criterio? ¿Se puede confiar en que una Carta Orgánica como la que se propone vaya a ser utilizada con madurez o será abusada por improvisados y advenedizos que subordinan siempre el largo plazo al corto plazo?
Ahí radica precisamente una gran falencia de nuestra sociedad. No podemos siempre andar eligiendo entre vaciar al Estado de herramientas o manipularlas sin límites socavando un futuro que al final siempre nos alcanza. Allí, y a menos de 25 años, están la convertibilidad y la hiperinflación como costosos ejemplos de las consecuencias de esas opciones extremas.

miércoles, 14 de marzo de 2012

martes, 13 de marzo de 2012

I will always love you - Chris Cornell

Dejo el homenaje de Cornell. Hermosa versión.

Axel Kicillof, el marxista que desplazó a Boudou - por Carlos Pagni

Posteo la nota que ayer la presidenta tildo de antisemita.


Sus largas reuniones con penalistas, y el infructuoso empeño por saltar fuera de su sombra con explicaciones y coartadas, harían pensar que la depreciación de Amado Boudou se debe al affaire Ciccone. Es un error. La caída del vicepresidente coincide con la clausura de una etapa de la administración y es parte de una nueva configuración en el mapa del poder. Para comprender el cambio no alcanza con advertir el ocaso de Boudou. Hay que observar el ascenso de Axel Kicillof , el nuevo cerebro económico de Olivos.
A Boudou, precoz admirador de la familia Alsogaray y discípulo de los discípulos de la Escuela de Chicago, no le alcanzó con estatizar las jubilaciones para desprenderse de un estilo de relación con la política y los negocios. Desde que lo designaron ministro de Economía y, sobre todo, desde que murió Néstor Kirchner, abogó porque las restricciones fiscales se resolvieran recurriendo al crédito internacional, para lo cual ofreció el segundo canje de bonos, y planificó, sin éxito, un acuerdo con el Club de París. Objetó las intervenciones cambiarias de Guillermo Moreno, alentó la amistad con los bancos y aconsejó un ajuste moderado, bajo la forma de un acuerdo económico y social. También se conectó a una red empresarial: Jorge Brito, Cristóbal López, Sebastián Eskenazi y los pesqueros marplatenses aproximados por Guillermo Seita, entre otros.
Tal vez el asesoramiento de Boudou fue oportuno para la campaña electoral. Pero a partir del espectacular triunfo del año pasado, Cristina Kirchner se ha alejado cada vez más de esa receta. En Rosario abrió la era del "vamos por todo", cuya primera aplicación es el zarpazo sobre las reservas monetarias. Para una travesía en la que se va asimilando a la Pasionaria, la Presidenta acaso no encuentre mejor consejero que Kicillof. Este economista de 41 años es de los pocos funcionarios con acceso directo a la señora de Kirchner. Alguien a quien ella convoca a las reuniones para ejercer el control de calidad de lo que escucha.
Kicillof es un académico marxista. Más allá de un remoto asesoramiento a un par de pymes, su vida profesional ha sido la de un francotirador de la Universidad de Buenos Aires y el Conicet, donde se especializó en historia de la teoría económica. Al doctorarse postuló que lord Keynes era un pensador radical tergiversado por el análisis burgués. Para él, Stiglitz o Krugman son casi tan ortodoxos como Mankiw o Barro. En los últimos tiempos Kicillof se concentró más en Marx. Está aprendiendo alemán para leerlo en su versión original. Hijo de un psicoanalista, bisnieto de un legendario rabino llegado de Odessa, la genealogía de Kicillof parece ser una sucesión de dogmáticas. En su caso, sostiene que las ciencias económicas, tal como se las enseña en las universidades argentinas -o en el 90% del sistema académico internacional-, son la fachada técnica de un aparato de dominación. Es la razón por la que propone la reforma de todos los planes de estudio.
Kicillof desembarcó en el segundo escalón del Palacio de Hacienda con una cofradía (Alvarez Agis, Costa, Arceo, Paula Español, Marongiu), formada en la universidad. En poco tiempo se convirtió en inspirador del discurso económico de la Presidenta, sobre todo de su argumento principal: la última dictadura proyectó un ciclo de desmantelamiento, sobre todo industrial, que sólo se interrumpió con la llegada de los Kirchner al poder. Federico Marongiu, su jefe de gabinete, recomienda leer Operación Masacre , de Rodolfo Walsh, para entender la historia de la economía nacional.
La incorporación de estos economistas entraña un cambio significativo en las relaciones del Gobierno con el mercado. En principio, son profesores propensos a la abstracción, aunque poco detallistas en la implementación de sus ideas. Carecen de experiencia administrativa y empresarial. Pero dicen y hacen lo que piensan. Es una diferencia crucial con Boudou, Lorenzino, Débora Giorgi o, en sus tiempos, Alberto Fernández o Martín Redrado, dispuestos a halagar a sus jefes con palabras y medidas que menospreciaban en privado. Durante años, el kirchnerismo hizo de ese doble estándar una virtud. Su fundador recomendaba: "No escuchen lo que digo, miren lo que hago". Esa ambigüedad alimentó en muchos empresarios la fantasía tranquilizadora de que detrás de una mímica conflictiva se escondía un Kirchner ortodoxo que, sin embargo, nunca terminó de desenmascararse.
La nota más aguda de esta disociación la dio Boudou en San Juan, durante la Fiesta del Sol, cuando repitió el rap oficial contra YPF. Un allegado a la familia Eskenazi, dueña del banco provincial, le recordó que hasta hace poco él elogiaba a la petrolera e intimaba con su gerente general. Incómodo, confesó: "Ya lo sé? pero tengo que decir lo que me indican".
Kicillof representa el abandono del cinismo. Y la ruptura con una técnica de gobierno. Kirchner mantuvo siempre una cautelosa distancia entre el ala más ideológica de su grupo y quienes, con la única religión del pragmatismo, debían lidiar con el mundo material: De Vido, Uberti, Jaime, también Moreno. Su viuda, en cambio, puso aspectos centrales de la relación con las empresas en manos de Kicillof, quien no renuncia a la lucha de clases como categoría explicativa de la vida pública. Desde enero, quedaron bajo sus órdenes los representantes de la Anses en corporaciones privadas. También fue Kicillof quien llevó la voz cantante de las negociaciones con YPF, a las que Julio De Vido asistió en silencio. Desde su panel de control, el nuevo numen imagina una política más planificada, que estimule a tal o cual sector a través de tipos de cambio múltiples, diseñados con subsidios y protecciones oficiales. Kicillof se propone ser la etapa superior del morenismo.
Boudou no sólo debe tolerar la afirmación de Kicillof. O la indiferencia de su jefa, que no lo tuvo en cuenta para su cumbre con Roger Waters. También avanza Mercedes Marcó del Pont, su rencorosa rival. La titular del Central decapitó a Benigno Vélez, el hombre del vicepresidente en la gerencia general, y lo reemplazó por Matías Kulfas (a propósito: Boudou sigue sin llamar a Vélez, quien, hace una década, le consiguió un empleo en la Anses para que superara sus dificultades económicas, objetivo que parece haber alcanzado). Con la reforma de la Carta Orgánica, Marcó arrebató también facultades al directorio del banco, entre ellas la de fijar la tasa de las Lebac, motivo de tantas peleas con Boudou. Se podría decir que la presidenta del Central ha ganado poder. Pero, en realidad, es un poder que la Presidenta se da a sí misma: como no ordenó a sus senadores que aprueben el acuerdo de Marcó, la funcionaria sigue en comisión.
La pesadilla Ciccone tiende a agravarse. Los acreedores que aceptaron el levantamiento de la quiebra, los inversores que confiaron en el presunto testaferro Alejandro Vandenbroele y los mismos empleados confiaban en que la empresa tendría más trabajo. No sólo por la impresión de papel moneda, sino también por la posibilidad de confeccionar billetes para Lotería Nacional, área de influencia del voraz Cristóbal López, vecino de Boudou en la torre de Puerto Madero. También podrían encargarle los DNI y los pasaportes si no fuera porque Florencio Randazzo se resiste. Y el PJ contrataría su papelería. Ese era el proyecto Ciccone, pensado por un par de ambiciosos patagónicos en vida de Néstor Kirchner.
El escándalo impide esa fantasía. ¿Cómo harán los directores del Central para justificar la impresión de billetes de 100 pesos y no, por la mitad del costo, de 200? ¿Cómo hará la Casa de Moneda para contratar a Ciccone? Boudou está en manos de Marcó, y de mucha gente más. ¿Qué sucedería si el juez Daniel Rafecas pidiera a los titulares de organismos estatales que aceptaron el levantamiento de la quiebra que declaren bajo juramento si lo hicieron a pedido de Boudou? Hay al menos un banquero preocupado, sobre todo porque recuerda la versión de que el teléfono del vice está intervenido.
Ricardo Echegaray debió salir a hablar en defensa propia. Pero medio gabinete, con Carlos Zannini a la cabeza, festeja las desgracias de Boudou. Como sucede en toda corte, los motivos son triviales: celos y algún rechazo por ese estilo desfachatado tan inusual entre los patagónicos. Lo explicó un pingüino: "A nosotros nos gustan los loquitos: un Moreno, un Sbatella, un Mariotto; pero la guitarra y la campera de cuero no nos van".
La antipatía que despierta el nuevo vice en el oficialismo quedó probada cuando, en el Congreso, comenzaron a caer los "boudoutruchos". ¿Fue Randazzo?, ¿Moreno?, ¿Garré?, ¿Máximo Kirchner? ¿Y si hubiera sido un legislador opositor, que gastó 25 pesos en fotocopias e infiltró a un par de empleados en la inadvertida barra de La Cámpora? Nadie lo contempló. Todas las explicaciones emanadas del Gobierno apuntaron al Gobierno. Hay mucho fastidio con Boudou. Eso es lo raro..

Acá el link: http://www.lanacion.com.ar/1455874-axel-kicillof-el-marxista-que-desplazo-a-boudou
Por Carlos Pagni | LA NACION

lunes, 5 de marzo de 2012

Se cayó el sistema - Por Tomas Abraham

Excelente columna.



Por Tomas Abraham

Quisiera plantear una dificultad sobre los modos de la organización política en la Argentina. Hemos tenido casi veintiocho años de democracia sin interrupciones. En toda la historia de nuestro país nunca hubo una época con alternancia en el poder por vías electorales sin proscripciones, sin fraude, sin extorsión militar, como las de estas últimas décadas. Ha sido un período ejemplar. Creo que uno de sus resultados ha sido la destrucción del sistema de los partidos políticos. ¿Una ironía de la historia? No, no es una ironía de una entelequia abstracta sino el resultado de un proceso difícil de comprender pero aparentemente irreversible.
Un partido político consta de un aparato, de una disciplina interna, de jerarquías, reglas de juego, inserción en una estructura consensuada por dirigentes, ramas internas, continuidad en el tiempo, héroes epónimos y una simbología. De todo esto lo único que han quedado son los dos últimos elementos: un mítico padre fundador, y los cantos, las banderas, los gorros y algún gesto o bravuconada como muestra de fidelidad sobreactuada, es decir, los ornamentos.
No hay más partidos nacionales. El partido radical y el Partido Justicialista son estructuras nominales con momentos esporádicos y circunstanciales de regeneración. Estos dos partidos, junto a las Fuerzas Armadas, fueron los protagonistas del sistema de partidos en la Argentina. Hoy son puntos de reunión de quienes se encuentran por un momento en la intemperie y pasan por casa para recoger algún trasto viejo antes de partir nuevamente.
En este momento político sólo hay dos fuerzas políticas protagónicas que no son partidos: el Frente para la Victoria, y el PRO. Son organizaciones formadas alrededor de un jefe o jefa que de llegar a retirarse de la escena, por cualquier motivo que fuere, disuelven su punto de apoyo militante con la ineludible fragmentación del espacio que se dispersa en microemprendimientos capitaneados por adláteres sin destino.
No es sólo un delirio de una voluntad totalitaria la discusión de la reforma constitucional que autorizaría la reelección indefinida de la Presidenta; por el contrario, es una expresión de que al no haber más sistema de partidos que se alternen en el poder sólo quedan en el escenario político asociaciones con o sin fines de lucro que dependen de un líder. Si el conductor o conductora se llegaran a ausentar sobrevendría el temor de una anarquía de consecuencias peores que la tutela de un despotismo plebiscitado.
La crisis de lo que se llamaba con desprecio “partidocracia” no es un problema argentino. Ocurre en casi todo el mundo en el que los fundamentos de la democracia liberal están cuestionados. El régimen republicano de la democracia representativa tiene corto tiempo, para no decir que tuvo corta vida. Creación del siglo XX con el voto universal y la igualdad de derechos de la ciudadanía, a la que debió sumar los recursos fiscales para implementar políticas sociales gracias al Estado Benefactor, se encuentra hoy en crisis.
Son pocos los países en los que este sistema persiste. La existencia de partidos consolidados rige en nuestra región, en el vecino Uruguay, en Chile, en Brasil, pero aun en ellos pareciera que la excepción confirma la regla de la crisis del sistema.
De seguir el proceso de desplazamiento del eje del poder mundial del Atlántico al Pacífico, sin hablar de los Balcanes y los Urales, el modelo de organización política lejos está de seguir el modelo liberal.
Pero lo que ha ocurrido en nuestro país tiene su especificidad. La seguidilla de cinco presidentes en el mes de diciembre de 2001 fue el desencadenamiento de la última fase de un sistema que ni siquiera pudo crecer ni desarrollarse. No son pocos los que creen que este derrumbe institucional es un signo de una aurora promisoria en la que las formas de la participación e intervención de las multitudes profundizará la democracia al derribar un sistema arcaico y corrupto.
Dos presidentes expulsados antes de su mandato, uno que gobernó dos períodos hoy convertido hasta por sus mismos partidarios en el maldito de la política argentina por “desguazador” del Estado y cipayo del neoliberalismo, y una sucesión conyugal que pretende ser indefinida, hablan a las claras de que la democracia republicana en nuestro país no es precisamente joven, ni precoz, sino deforme, mal nacida, como el bebé de Rosemary.
Esta truculencia no debería clausurar el problema, por el contrario, habilita su debate. Si esta crisis es terminal: ¿de qué modo puede organizarse políticamente la sociedad argentina para vivir en democracia? ¿O no interesa que haya formas republicanas o delegadas por vía electoral para vivir en sociedad ?
Depende de las opciones. Si se equipara democracia con igualdad, las formas políticas interesan en la medida en que se instale un proceso justificado en nombre de la homogeneidad social con la burocracia y las jefaturas correspondientes cuya legitimidad es clientelar y vigilada con censura previa. Si se define a la democracia por la diversidad cultural, ideológica, política, es necesario construir un sistema que garantice la pluralidad.
El sistema de los partidos políticos tenía la función de asegurar el recambio de equipos dirigentes, de alternativas políticas, de respetar los cambios en la voluntad ciudadana, y de cuidar que el espacio de poder tenga ocupantes transitorios para que el sistema proteja las libertades cívicas.
¿Cómo se asegura entonces que la alternancia y el pluralismo sigan vigentes sin partidos políticos consolidados? ¿Cómo puede funcionar un Parlamento que dice representar a los ciudadanos en nombre de partidos cuando las estructuras de las que se sirven implosionan, o cuando los propios congresales al verlas débiles las usan una vez elegidos con fines personales?
¿Cómo hacerlo cuando el Estado y su personal, que deberían garantizar la legalidad y la resolución pacífica de los conflictos, se aprovechan de la impunidad para negocios propios y no pueden controlar los focos de violencia en el territorio que tienen la tarea de administrar?
La conformación de frentes, alianzas, encuentros, no hace más que postergar el problema. Tampoco el panorama político cambia debido a que en el agitado calendario eleccionario y en el ritmo bianual de ofertas de nuevos o viejos candidatos modifiquen transitoriamente las mayorías. De no encontrar nuevos cauces institucionales para organizar la vida en democracia, la política está en manos de las corporaciones que no tienen frenos para decidir sobre cuestiones colectivas, y que sólo encontrarán resistencias en las movilizaciones que, una vez desencadenadas, al no tener organización ni ideas ni programas para instalarse en el tiempo, desaparecen o se fracturan por debilitamiento.
Corporación estatal, empresarial, financiera, policial, sindical, mediática, luchas sectoriales sin tregua ni marco jurídico con fuerza de ley, una situación así creada pareciera no tener otra salida que buscar al César masculino o femenino para imponer el orden.
El mundo cambia aceleradamente. Es posible que instituciones políticas de hace un siglo no representen estos cambios. Este asunto de la reforma constitucional, sin suponer de hecho la mala fe en quienes la defienden, aunque muchos se escudan detrás de ella para salvarse a sí mismos, parece sostenerse en una realidad concluida en cuya resurrección pocos creen y no sólo –para repetir lo que dicen sus propiciadores– en el talento extraordinario de una mandataria.

Acá el link: http://www.perfil.com.ar/ediciones/2012/3/edicion_656/contenidos/noticia_0037.html