viernes, 26 de agosto de 2011

Diáolog Slavoj Zizek - Peter Sloterdijk

Interesante díalogo entre estos dos pensadores que en nuestras pampas son muy leídos.

Desde la crisis económica y el rol de las religiones hasta el caso Strauss-Kahn, dos de los filósofos más leídos de la actualidad analizan presente y futuro de Occidente. “Hemos acumulado tantas deudas que la promesa de reembolso en la cual se funda la seriedad de nuestra construcción del mundo ya no puede sostenerse”, denuncian.

POR NICOLAS TRUONG

Occidente vive una crisis del porvenir: las nuevas generaciones ya no creen que vivirán mejor que las anteriores. Una crisis de sentido, de orientación y de significación. Occidente sabe más o menos de dónde viene pero le da trabajo saber adónde va. Ciertamente, como decía el poeta francés René Char, “nuestra herencia no es precedida por ningún testamento” y a cada generación le corresponde dibujar su horizonte. Nuestros tormentos, sin embargo, no son infundados. El sentido de lo común se fragmentó. Con el “cada uno en lo suyo”, el sentimiento de pertenencia a un proyecto que trascienda las individualidades se evaporó. El derrumbe del colectivismo –tanto nacionalista como comunista– y del progresismo económico dio lugar al imperio del “yo”. El sentido del “nosotros” se dispersó.
La idea de partición, de bien común y de comunidad parece volar en pedazos. Sin embargo, son muchos todavía los que no desean confiar la idea de comunidad a los comunitarismos que acosan a un planeta desgarrado. Entre ellos se cuentan Peter Sloterdijk y Slavoj Zizek, filósofos europeos, que aceptaron debatir públicamente por primera vez sobre estos temas.
Todo los separa en apariencia. El primero es un seguidor de la filosofía individualista de Nietzsche; el otro, un marxista allegado a los movimientos alternativos. El primero es más bien liberal, el segundo, calificado como radical. Gracias a la fuerza metafórica puesta al servicio de sus audacias teóricas, Peter Sloterdijk (se pronuncia “Sloterdeik”) se dedica a captar la época sobre todo gracias a una morfología general del espacio humano, su famosa trilogía de las “esferas”, que se presenta como un análisis de las condiciones por las cuales el hombre puede volver habitable su mundo.
Aliando a Marx con y la trilogía de ciencia ficción Matrix , haciendo malabarismos entre Hegel y Hitchcock, el pensador esloveno Slavoj Zizek (se pronuncia “Yiyek”) es una figura notoria de la “filosofía pop”, tan severo con el capitalismo global como con cierta franja de la izquierda radical, que articula sin cesar las referencias de la cultura elitista (ópera) y popular (cine) a las grandes deflagraciones planetarias.
Este encuentro inédito está relacionado con la publicación concomitante de dos trabajos destinados a pensar la crisis que atravesamos. Con Vivre la fin des temps (Flammarion), Zizek analiza las diferentes formas de aprehender la crisis del capitalismo. Para él, los cuatro jinetes del Apocalipsis (desastre ecológico, revolución bioenergética, mercantilización desmesurada y tensiones sociales) están, diezmándolo: la negación (la idea de que la miseria o los cataclismos “no pueden pasarme a mí”), el regateo (“que me dejen el tiempo de ver a mis hijos recibidos”), la depresión (“voy a morir, para qué preocuparme por algo”) y la aceptación (“no puedo hacer nada, mejor que me prepare”). Y propone alternativas e iniciativas colectivas para recobrar el sentido de un comunismo despojado de su gregariedad aliado a un cristianismo liberado de su creencia en la divinidad.
Con Tu dois changer ta vie (Libella/Maren Sell), Peter Sloterdijk esboza otras soluciones, más individuales y espirituales. Inspirado por el poema de Rainer Maria Rilke consagrado a un torso antiguo del Louvre, trata de inventar en los ejercicios espirituales de los religiosos un nuevo cuidado de sí mismo, una nueva relación con el mundo. Desde el quebranto del crédito hasta el caso que derivó en la renuncia del director gerente del FMI, Dominique Strauss-Kahn, un diálogo inédito para cambiar de rumbo. Colectivas o individuales, políticas o espirituales, las ideas-fuerza de dos pensadores iconoclastas para evitar los callejones sin salida de la globalización.
Por primera vez desde 1945, la idea de porvenir está en crisis en Europa. Y a Occidente le cuesta creer en el progreso, como lo muestran estas nuevas generaciones que ya no imaginan que vivirán mejor que sus mayores. Desafección política, crisis económica o crispación identitaria: ¿podemos hablar, para ustedes, de una crisis de civilización?
Peter Sloterdijk: ¿Qué queremos decir cuando empleamos el término “civilización occidental”, en la cual vivimos desde el siglo XVII? En mi opinión, hablamos de una forma de mundo creada en base a la idea de una salida de la era del apego al pasado. La primacía del pasado se rompió: la humanidad occidental inventó una forma de vida inaudita fundada en la anticipación del porvenir. Esto significa que vivimos en un mundo que se “futuriza” cada vez más. Creo, por ende, que el sentido profundo de nuestro “ser en el mundo” reside en el futurismo, que es el rasgo fundamental de nuestra forma de existir.
La primacía del porvenir data de la época en que Occidente inventó este nuevo arte de hacer promesas, a partir del Renacimiento, cuando el crédito ingresó en las vidas de los europeos. Durante la Antigüedad y la Edad Media el crédito no desempeñaba prácticamente ningún papel porque estaba en manos de los usureros, condenados por la Iglesia. El crédito moderno, en cambio, abre un porvenir. Por primera vez, las promesas de reembolsos pueden ser cumplidas o mantenidas. La crisis de civilización radica en lo siguiente: entramos en una época en la cual la capacidad del crédito de inaugurar un porvenir sostenible está cada vez más bloqueada porque hoy se toman créditos para reembolsar otros créditos. En otras palabras, el “creditismo” ingresó en una crisis final. Hemos acumulado tantas deudas que la promesa del reembolso en la cual se funda la seriedad de nuestra construcción del mundo ya no puede sostenerse. Pregúntenle a un estadounidense cómo imagina el pago de las deudas acumuladas por el gobierno federal. Su respuesta seguramente será: “Nadie lo sabe” y creo que ese no saber es el núcleo duro de nuestra crisis.Nadie en esta Tierra sabe cómo pagar la deuda colectiva. El porvenir de nuestra civilización choca contra un muro de deudas.
Zlavoj Zizek: adhiero totalmente a esa idea de una crisis del “futurismo” y de la lógica de crédito. Pero tomemos la crisis económica llamada de las subprimes de 2008. Todo el mundo sabe que es imposible pagar créditos hipotecarios, pero cada uno se comporta como si fuera capaz de hacerlo. Yo a eso lo llamo en mi jerga psicoanalítica, una denegación fetichista: “Sé perfectamente que es imposible, pero de todos modos voy a tratar...” Sabemos muy bien que no podemos hacerlo, pero actuamos en la práctica como si pudiéramos hacerlo. Sin embargo, emplearía el término “futuro” para designar lo que Peter Sloterdijk llama el “creditismo”. El término “porvenir”, por otra parte, me parece más abierto. La fórmula no future es pesimista pero la palabra “porvenir” es más optimista. Y aquí no estoy tratando de dar un nuevo impulso al comunismo de Marx que está emparentado, efectivamente con un creditismo desmesurado. Para caracterizar nuestra situación, económica y política, ideológica y espiritual, no puedo dejar de recordar una historia probablemente apócrifa. Se trata de un intercambio de telegramas entre los estados mayores alemán y austríaco durante la Gran Guerra. Los alemanes habían enviado un telegrama a los austríacos diciéndoles: “Aquí, la situación en el frente es seria pero no catastrófica” y los austríacos respondieron: “Aquí, la situación es catastrófica pero no seria”. Y eso es lo catastrófico: no podemos pagar las deudas pero, en cierta forma, no lo tomamos en serio. Además de ese muro de deudas, la época actual se acerca a una suerte de “grado cero”. En primer lugar, la enorme crisis ecológica nos impone no continuar en esta vía político-económica. Segundo, el capitalismo, como sucede en China, ya no está naturalmente asociado a la democracia parlamentaria. Tercero, la revolución biogenética nos impone inventar otra biopolítica. En cuanto a las divisiones sociales mundiales, crean las condiciones de explotaciones y alzamientos populares sin precedente. La idea de lo colectivo también se ve afectada por la crisis.
¿Cómo volver a dar sentido a lo “común” en la hora del individualismo desenfrenado?
S.Z.: Aunque debemos rechazar el comunitarismo ingenuo, la homogeneización de las culturas, igual que ese multiculturalismo en que se ha convertido la ideología del nuevo espíritu del capitalismo, debemos hacer dialogar las civilizaciones y los individuos singulares. A nivel de los particulares, hace falta una nueva lógica de la discreción, de la distancia, de la ignorancia incluso. En la medida en que la promiscuidad se ha vuelto total, es una necesidad vital, un punto crucial.
A nivel colectivo, es necesario, efectivamente inventar otra forma de articular lo común. Ahora bien, el multiculturalismo es una falsa respuesta al problema, por un lado porque es una suerte de racismo denegado, que respeta la identidad del otro pero lo encierra en su particularismo. Es una suerte de neocolonialismo que, a la inversa del colonialismo clásico, “respeta” las comunidades, pero desde el punto de vista de su postura de universalidad. Por otra parte, la tolerancia multicultural es una engañifa que despolitiza el debate público, remitiendo las cuestiones sociales a las cuestiones raciales, las cuestiones económicas a las consideraciones étnicas. Hay también mucho angelismo en esta postura de la izquierda posmoderna. Es así como el budismo puede servir para legitimar un militarismo extremo: en los años 1930-1940, el establecimiento del budismo zen no sólo apoyó la dominación del imperialismo japonés sino que incluso lo legitimó. Utilizo deliberadamente el término “comunismo”, pues mis problemas en realidad son los bienes “comunes” como la biogenética y la ecología.
P.S.: Es necesario encontrar la verdadera problemática de nuestra era. El recuerdo del comunismo y de esa gran experiencia trágica de la política del siglo XX nos recuerda que no hay una solución ideológica dogmática y automática. El problema del siglo XXI es la coexistencia en el seno de una “humanidad” convertida en una realidad, físicamente. Ya no se trata del “universalismo” abstracto de la Ilustración, sino de la universalidad real de un colectivo monstruoso que comienza a ser una comunidad de circulación real con probabilidades de encuentros permanentes y probabilidades ampliadas de colisiones.
Nos hemos convertido como partículas en un gas, bajo presión. La cuestión es de aquí en más el vínculo social dentro de una sociedad demasiado grande; y creo que la herencia de las presuntas religiones es importante, porque son las primeras tentativas de síntesis meta-nacionales y meta-étnicas. La sangha budista era una nave espacial donde todos los desertores de todas las etnias podían refugiarse. Del mismo modo, podríamos describir la cristiandad, suerte de síntesis social que trasciende la dinámica de las etnias cerradas y las divisiones de las sociedades de clases. El diálogo de las religiones en nuestra época no es otro que el reformateo del problema del “comunismo”. La reunión que tuvo lugar en Chicago en 1900, el congreso de las religiones mundiales, fue una forma de plantear la cuestión de nuestra actualidad a través de esos fragmentos, esos representantes de cualquier procedencia, los miembros de la familia humana que se habían perdido de vista después del éxodo africano... En la era de la concentración, hay que plantear y reformatear todo lo que se pensó hasta ahora sobre el vínculo de coexistencia de una humanidad desbordante. Por eso empleo el término “co-inmunismo”. Todas las asociaciones sociales de la historia son, efectivamente, estructuras de co-inmunidad. La elección de este concepto recuerda la herencia comunista. En mi análisis, el comunismo se remonta a Rousseau y a su idea de “religión del hombre”. Es un concepto inmanente, es un comunitarismo a escala global. Es imposible escapar a la nueva situación mundial. En mi libro, la diosa o entidad divina que aparece en las últimas páginas, es la crisis: es la única instancia que posee suficiente autoridad como para impulsarnos a cambiar nuestra vida. Nuestro punto de partida es una evidencia aplastante: no podemos continuar así.
S.Z.: Mi idea no consiste tanto en buscar un “co-inmunismo” como en revitalizar la idea de un verdadero comunismo. Pero, tranquilícense, se trata más del de Kafka que el de Stalin, más el de Erik Satie que el de Lenin. Efectivamente, en su último relato Joséphine la cantante o el pueblo de las ratas , traza la utopía de una sociedad igualitaria, un mundo con artistas, como esta cantante Joséphine, cuyo canto reúne, subyuga y deja pasmadas a las multitudes, y que es celebrada sin por ello obtener ventajas materiales.
Una sociedad de reconocimiento que mantiene lo ritual, revitaliza las fiestas de la comunidad, pero sin jerarquía ni gregariedad. Idem para Erik Satie. Sin embargo, todo parece alejar de la política al famoso autor de las Gymnopédies . El mismo declaraba componer una “música de amueblamiento”, una música ambiental o de fondo. Y no obstante fue miembro del Partido Comunista. De todos modos, lejos de escribir cantos de propaganda, él daba a escuchar una suerte de intimidad colectiva, justo lo opuesto a la música de ascensor. Y es esa mi idea del comunismo.
Para salir de la crisis, usted, Sloterdijk, opta por la reactivación de los ejercicios espirituales individuales, en tanto que usted, Zizek, insiste en las movilizaciones políticas colectivas y en la reactivación de la fuerza emancipadora del cristianismo. ¿Por qué tales divergencias?
P.S.: Yo propongo introducir el pragmatismo en el estudio de las presuntas religiones: esa dimensión pragmática obliga a mirar más de cerca qué hacen los religiosos, a conocer las prácticas interiores y exteriores, que se pueden describir como ejercicios que forman una estructura de personalidad. Lo que yo llamo el sujeto principal de la filosofía y la psicología es el portador de las series de ejercicios que componen la personalidad. Y algunas de las series de ejercicios que constituyen la personalidad pueden describirse como religiosas.
¿Pero qué significa esto? Se hacen ejercicios mentales para comunicarse con un partenaire invisible, son cosas absolutamente concretas que es posible describir, no hay nada de misterioso en eso. Creo que hasta nueva orden, el término “sistema de ejercicios” es mil veces más operativo que el término “religión” que remite a la santurronería estatal de los romanos. No debemos olvidar que la utilización de los términos “religión” “piedad” o “fidelidad” estaba reservada en tiempos de los romanos a los epítetos que llevaban las legiones romanas estacionadas en el valle del Rin y en todas partes. El privilegio más elevado de una legión era portar los epítetos pia fedelis , porque eso expresaba una lealtad particular al emperador en Roma. Creo que los europeos simplemente olvidaron lo que quiere decir religio . La palabra significa literalmente “diligencia”. Cicerón dio la etimología correcta: leer, legere , religere , es decir, estudiar atentamente el protocolo para organizar la comunicación con los seres superiores. Es, por ende, una suerte de diligencia o en mi terminología, un código de entrenamiento. Por esa razón creo que “la vuelta de lo religioso” sólo sería eficaz si pudiera llevar a prácticas de ejercicios intensificados. Por el contrario, nuestros “nuevos religiosos” no son, la mayoría de las veces, más que soñadores perezosos. Pero en el siglo XX, el deporte se impuso en la civilización occidental. No volvió la religión, reapareció el deporte, después de haber sido olvidado durante casi 1.500 años. No fue el fideísmo sino el atletismo el que ocupó el primer plano. Pierre de Coubertin quiso crear una religión del músculo en los primeros años del siglo XX. Fracasó como fundador de una religión, pero triunfó como creador de un nuevo sistema de ejercicios.
S.Z.: Considerar la religión como un conjunto de prácticas corporales ya existía en las vanguardias rusas. El realizador soviético Serguei Eisenstein (1898-1948) escribió un texto muy bello sobre el jesuita Ignacio de Loyola (1491-1556) como alguien que sistematizó algunos ejercicios espirituales. Mi tesis sobre la vuelta al cristianismo es muy paradójica: creo que solamente a través del cristianismo uno puede sentirse verdaderamente ateo.
Si consideramos los grandes ateísmos del siglo XX, se trata en realidad de una lógica totalmente distinta, la de un “creditismo” teológico. El físico danés Niels Bohr (1885-1962) uno de los fundadores de la física cuántica, recibió la visita de un amigo en su dacha . Este sin embargo se resistía a pasar la puerta de su casa por una herradura que estaba clavada –una superstición para impedir que entraran los malos espíritus. Y el amigo le dijo a Bohr: “Eres un científico de primer nivel, ¿cómo puedes creer en esas supersticiones populares?” “¡No las creo!” respondió Niels Bohr. “¿Pero entonces por qué dejas esa herradura?”, insistió el amigo. Y Niels Bohr tuvo esta respuesta excelente: “Alguien me dijo que da resultado aunque uno no crea”. Sería una imagen bastante buena de nuestra ideología actual. Creo que la muerte de Cristo en la cruz significa la muerte de Dios y que ya no es más el Gran Otro que mueve los hilos. La única forma de ser creyente, después de la muerte de Cristo, es participar en vínculos colectivos igualitarios. El cristianismo puede ser entendido como una religión de acompañamiento del orden de lo existente o una religión que dice “no” y ayuda a resistir. Creo que el cristianismo y el marxismo deben combatir juntos la marejada de nuevas espiritualidades así como la gregariedad capitalista. Yo defiendo una religión sin Dios, un comunismo sin amo.
El momento histórico que atravesamos parece estar signado por la ira. Una indignación que culmina en la consigna “¡Fuera!” de las revoluciones árabes o las protestas democráticas españolas. Ahora bien, según Zizek, usted Sloterdijk es demasiado severo con los movimientos sociales que a su criterio provienen del resentimiento.
P.S.: Hay que distinguir la ira del resentimiento. Hay toda una gama de emociones que pertenecen al régimen del thymos , o sea, al régimen del orgullo. Existe una suerte de orgullo primordial, irreductible, que está en lo más profundo de nuestro ser. En esa gama del thymos se expresa la jovialidad, contemplación benévola de todo lo que existe. Aquí, el campo psíquico no conoce trastorno. Si bajamos en la escala de los valores, es el orgullo de sí mismo.
Bajamos un poco más y es la vejación de ese orgullo lo que provoca la ira. Si la ira no puede expresarse, está condenada a esperar para expresarse más tarde y en otra parte, eso lleva al resentimiento, y así hasta el odio destructivo que quiere aniquilar el objeto del cual salió la humillación. No olvidemos que la buena ira, según Aristóteles, es el sentimiento que acompaña al deseo de justicia. Una justicia que no conoce la ira es una veleidad impotente. Las corrientes socialistas del siglo XIX y XX crearon puntos de recolección de la ira colectiva, algo justo e importante. Pero demasiados individuos y demasiadas organizaciones de la izquierda tradicional se deslizaron hacia el resentimiento. De ahí la urgencia de pensar e imaginar una nueva izquierda más allá del resentimiento.
S.Z.: Lo que satisface a la conciencia en el resentimiento es más perjudicar al otro y destruir el obstáculo que beneficiarme yo mismo. Nosotros los eslovenos somos así por naturaleza. Conocerán la leyenda en la que a un campesino se le aparece un ángel y le pregunta: “¿Quieres que te dé una vaca? ¡Pero cuidado, también le daré dos vacas a tu vecino!” Y el campesino esloveno dice: “¡Por supuesto que no!” Pero para mí, el resentimiento, no es nunca la actitud de los pobres. Más bien la actitud del pobre amo, como Nietzsche lo analizó tan bien. Es la moral de los “esclavos”.
Sólo que se equivocó un poco desde el punto de vista social: no es el verdadero esclavo, es el esclavo que, como el Fígaro de Beaumarchais, quiere reemplazar al amo. En el capitalismo, creo que hay una combinación muy específica entre el aspecto timótico y el aspecto erótico. Es decir, que el erotismo capitalista es mediatizado en relación a un mal timotismo, que engendra el resentimiento. Estoy de acuerdo con Sloterdijk: en el fondo, lo más complicado es cómo pensar el acto de dar, más allá del intercambio, más allá del resentimiento. No creo realmente en la eficacia de esos ejercicios espirituales que propone Sloterdijk. Soy demasiado pesimista para eso. A esas prácticas auto-disciplinarias, como en los deportistas, yo quiero agregar la heterotopía social. Por eso escribí el capítulo final de Vivre la fin des temps , donde vislumbro un espacio utópico comunista, refiriéndome a las obras que dan a ver y oír lo que podríamos llamar una intimidad colectiva. Me inspiro también en esas películas de ciencia ficción utópicas, donde hay héroes errantes y tipos neuróticos rechazados que forman verdaderas colectividades. Los recorridos individuales también pueden guiarnos. Suele olvidarse que Victor Kravtchenko (1905-1966), el dignatario soviético que denunció muy temprano los horrores del estalinismo en J’ai choisi la liberté y que fue ignominiosamente atacado por los intelectuales pro-soviéticos, escribió una continuación, J’ai choisi la justice , mientras luchaba en Bolivia y organizaba un sistema de producción agraria más equitativo. Hay que alentar a los Kravtchenko que emergen en todas partes, desde América del Sur hasta las orillas del Mediterráneo.
P.S.: Considero que usted es víctima de la evolución psico-política de los países del Este. En Rusia, por ejemplo, cada uno carga sobre sus hombros con un siglo entero de catástrofe política y personal. Los pueblos del Este expresan esa tragedia del comunismo y no salen de ella. Todo eso forma una especie de vínculo de desesperación autógena. Yo soy pesimista por naturaleza, pero la vida refutó mi pesimismo original. Soy, por así decirlo, un aprendiz de optimista. Y en eso pienso que estamos bastante cerca uno del otro porque en cierto sentido recorrimos biografías paralelas desde puntos de partida radicalmente diferentes, leyendo los mismos libros.
El caso Dominique Strauss-Kahn: ¿es un simple caso de moralidad o un síntoma de un malestar más importante?
P.S.: Se trata de un caso planetario que supera el hecho policial. Dominique Strauss-Kahn tal vez sea inocente. Pero esa historia revela que el poder exorbitante que ostenta un individuo puede crear una suerte de religión de los poderosos que yo calificaría de panteísmo sexual. Creíamos haber terminado con los reyes sol. Pero, curiosamente, el siglo XXI multiplica por diez mil a esos hombres de poder que piensan que todos los objetos de su deseo pueden ser penetrados por su irradiación.
S.Z.: El único aspecto interesante del caso DSK es el rumor que circuló de que sus amigos se habrían acercado a la familia de la supuesta víctima en Guinea para ofrecerle una suma exorbitante de dinero si Nafissatou Diallo retiraba su denuncia. Si eso es verdad, ¡qué dilema! ¿Qué elegir, la dignidad o el dinero que puede salvar la vida de una familia, dándole la posibilidad de vivir en la prosperidad? Eso es lo que resumiría la verdadera perversión moral de nuestro tiempo.
(c) Le Monde, 2011.
Traduccion de Cristina Sardoy.

jueves, 25 de agosto de 2011

Discurso de Steve Jobs en la Universidad de Stanford

Hoy me enteré que Jobs renunciaba como asesor de Apple. Y me hizo recordar su discurso del 2005 en la Universidad de Stanford que es maravilloso. Lo posteo porque me parece muy bueno. Dejo el enlace para los que les gusta ver el video.

Discurso que Steve Jobs, CEO de Apple Computer y de Pixar Animation Studios, dictó el 12 deen la ceremonia de graduación de la Universidad de Stanford.
Junio de 2005

“Tienen que encontrar eso que aman”

Me siento honrado de estar con ustedes hoy en su ceremonia de graduación en una de las mejores universidades del mundo. Yo nunca me gradué de una universidad. La verdad sea dicha, esto es lo más cerca que he estado de una graduación. Hoy deseo contarles tres historias de mi vida. Eso es. No es gran cosa. Sólo tres historias.

La primera historia se trata de conectar los puntos.
 
Me retiré del Reed College después de los primeros 6 meses y seguí yendo de modo intermitente otros 18 meses o más antes de renunciar de verdad. Entonces ¿por qué me retiré?.
Comenzó antes de que yo naciera. Mi madre biológica era joven, estudiante de universidad graduada, soltera, y decidió darme en adopción. Ella creía firmemente que debía ser adoptado por estudiantes graduados. Por lo tanto, todo estaba arreglado para que apenas naciera fuera adoptado por un abogado y su esposa; salvo que cuando nací, decidieron en el último minuto que en realidad deseaban una niña. De ese modo, mis padres que estaban en lista de espera, recibieron una llamada en medio de la noche preguntándoles: “Tenemos un niño no deseado; ¿lo quieren?”. Ellos dijeron “Por supuesto”. Posteriormente, mi madre biológica se enteró que mi madre nunca se había graduado de una universidad y que mi padre nunca se había graduado de la enseñanza media. Se negó a firmar los papeles de adopción definitivos. Sólo cambió de parecer unos meses más tarde cuando mis padres prometieron que algún día yo iría a la universidad.
Luego a los 17 años fui a la universidad. Sin embargo, ingenuamente elegí una universidad casi tan cara como Stanford y todos los ahorros de mis padres de clase obrera fueron gastados en mí matrícula. Después de 6 meses yo no era capaz de apreciar el valor de lo anterior. No tenía idea de lo que quería hacer con mi vida y no tenía idea de la manera en que la universidad me iba a ayudar a deducirlo. Y aquí estaba yo, gastando todo el dinero que mis padres habían ahorrado durante toda su vida. Así que decidí retirarme y confiar en que todo iba a resultar bien. Fue bastante aterrador en ese momento, pero mirando hacia atrás fue una de las mejores decisiones que tomé. Apenas me retiré, pude dejar de asistir a las clases obligatorias que no me interesaban y comencé a asistir irregularmente a las que se veían interesantes.
No todo fue romántico. No tenía dormitorio, dormía en el piso de los dormitorios de amigos, llevaba botellas de Coca Cola a los depósitos de 5 centavos para comprar comida y caminaba 11 kilómetros, cruzando la ciudad todos los domingos en la noche para conseguir una buena comida a la semana en el templo Hare Krishna. Me encantaba. La mayor parte de las cosas con que tropecé siguiendo mi curiosidad e intuición resultaron ser inestimables posteriormente. Les doy un ejemplo: en ese tiempo Reed College ofrecía quizás la mejor instrucción en caligrafía del país. Todos los afiches, todas las etiquetas de todos los cajones estaban bellamente escritos en caligrafía a mano en todo el campus. Debido a que me había retirado y no tenía que asistir a las clases normales, decidí tomar una clase de caligrafía para aprender. Aprendí de los tipos serif y san serif, de la variación de la cantidad de espacio entre las distintas combinaciones de letras, de lo que hace que la gran tipografía sea lo que es. Fue hermoso, histórico, artísticamente sutil de una manera en que la ciencia no logra capturar, y lo encontré fascinante.
Nada de esto tenía incluso una esperanza de aplicación práctica en mi vida. No obstante, diez años después, cuando estaba diseñando la primera computadora Macintosh, todo tuvo sentido para mí. Y todo lo diseñamos en la Mac. Fue la primera computadora con una bella tipografía. Si nunca hubiera asistido a ese único curso en la universidad, la Mac nunca habría tenido tipos múltiples o fuentes proporcionalmente espaciadas. Además, puesto que Windows sólo copió la Mac, es probable que ninguna computadora personal la tendría. Si nunca me hubiera retirado, nunca habría asistido a esa clase de caligrafía, y las computadoras personales no tendrían la maravillosa tipografía que tienen. Por supuesto era imposible conectar los puntos mirando hacia el futuro cuando estaba en la universidad. Sin embargo, fue muy, muy claro mirando hacia el pasado diez años después. Reitero, no pueden conectar los puntos mirando hacia el futuro; solamente pueden conectarlos mirando hacia el pasado. Por lo tanto, tienen que confiar en que los puntos de alguna manera se conectarán en su futuro. Tienen que confiar en algo – su instinto, su destino, su vida, su karma, lo que sea. Esta perspectiva nunca me ha decepcionado, y ha hecho la diferencia en mi vida.

La segunda historia es sobre amor y pérdida

Yo fui afortunado – descubrí lo que amaba hacer temprano en la vida. Woz y yo comenzamos Apple en el garage de mis padres cuando tenía 20 años. Trabajamos duro y en 10 años Apple había crecido a partir de nosotros dos en un garage, transformándose en una compañía de US$2 mil millones con más de 4.000 empleados. Recién habíamos presentado nuestra más grandiosa creación – la Macintosh – un año antes y yo recién había cumplido los 30. Y luego me despidieron. ¿Cómo te pueden despedir de una compañía que comenzaste? Bien, debido al crecimiento de Apple contratamos a alguien que pensé que era muy talentoso para dirigir la compañía conmigo, los primeros años las cosas marcharon bien. Sin embargo, nuestras visiones del futuro empezaron a desviarse y finalmente tuvimos un tropiezo. Cuando ocurrió, la Junta del Directorio lo respaldó a él. De ese modo a los 30 años estaba afuera. Y muy publicitadamente fuera. Había desaparecido aquello que había sido el centro de toda mi vida adulta, fue devastador.
Por unos cuantos meses, realmente no supe qué hacer. Sentía que había decepcionado a la generación anterior de empresarios – que había dejado caer el testimonio cuando me lo estaban pasando. Me encontré con David Packard y Bob Noyce e intenté disculparme por haberlo echado a perder tan estrepitosamente. Fue un absoluto fracaso público e incluso pensaba en alejarme del valle. No obstante, lentamente comencé a entender algo – Yo todavía amaba lo que hacía. El revés ocurrido con Apple no había cambiado eso ni un milímetro. Había sido rechazado, pero seguía enamorado. Y así decidí comenzar de nuevo.
En ese entonces no lo entendí, pero sucedió que ser despedido de Apple fue lo mejor que podía haberme pasado. La pesadez de ser exitoso fue reemplazada por la liviandad de ser un principiante otra vez, menos seguro de todo. Me liberó para entrar en uno de las etapas más creativas de mi vida. Durante los siguientes cinco años, comencé una compañía llamada NeXT, otra compañía llamada Pixar, y me enamoré de una asombrosa mujer que se convirtió en mi esposa. Pixar continuó y creó la primera película en el mundo animada por computadora, Toy Story, y ahora es el estudio de animación más exitoso a nivel mundial. En un notable giro de los hechos, Apple compró NeXT, regresé a Apple y la tecnología que desarrollamos en NeXT constituye el corazón del actual renacimiento de Apple. Además, con Laurene tenemos una maravillosa familia. Estoy muy seguro de que nada de esto habría sucedido si no me hubiesen despedido de Apple. Fue una amarga medicina, pero creo que el paciente la necesitaba. En ocasiones la vida te golpea con un ladrillo en la cabeza. No pierdan la fe. Estoy convencido que lo único que me permitió seguir fue que yo amaba lo que hacía. Tienen que encontrar eso que aman. Y eso es tan válido para su trabajo como para sus amores. Su trabajo va a llenar gran parte de sus vidas y la única manera de sentirse realmente satisfecho es hacer aquello que creen es un gran trabajo. Y la única forma de hacer un gran trabajo es amando lo que hacen. Si todavía no lo han encontrado, sigan buscando. No se detengan. Al igual que con los asuntos del corazón, sabrán cuando lo encuentren. Y al igual que cualquier relación importante, mejora con el paso de los años. Así que sigan buscando hasta que lo encuentren. No se detengan.

La tercera historia es sobre la muerte

Cuando tenía 17 años, leí una cita que decía algo parecido a “Si vives cada día como si fuera el último, es muy probable que algún día hagas lo correcto”. A mí me impresionó y desde entonces, durante los últimos 33 años, me miro al espejo todas las mañanas y me pregunto: “Si hoy fuera en último día de mi vida, ¿querría hacer lo que estoy a punto de hacer hoy?” Y cada vez que la respuesta ha sido “No” por varios días seguidos, sé que necesito cambiar algo.
Recordar que moriré pronto constituye la herramienta más importante que he
encontrado para ayudarme a decidir las grandes elecciones de mi vida. Porque casi todo – todas las expectativas externas, todo el orgullo, todo el temor a la vergüenza o al fracaso – todo eso desaparece a las puertas de la muerte, quedando solamente aquello que es realmente importante. Recordar que van a morir es la mejor manera que conozco para evitar la trampa de pensar que tienen algo que perder. Ya están desnudos. No hay ninguna razón para no seguir a su corazón.
Casi un año atrás me diagnosticaron cáncer. Me hicieron un scanner a las 7:30 de la mañana y claramente mostraba un tumor en el páncreas. Yo ni sabía lo que era el páncreas. Los doctores me dijeron que era muy probable que fuera un tipo de cáncer incurable y que mis expectativas de vida no superarían los tres a seis meses. Mi doctor me aconsejó irme a casa y arreglar mis asuntos, que es el código médico para prepararte para la muerte.
Significa intentar decirle a tus hijos todo lo que pensabas decirles en los próximos 10 años, decirlo en unos pocos meses. Significa asegurarte que todo esté finiquitado de modo que sea lo más sencillo posible para tu familia. Significa despedirte.
Viví con ese diagnóstico todo el día. Luego al atardecer me hicieron una biopsia en que introdujeron un endoscopio por mi garganta, a través del estómago y mis intestinos, pincharon con una aguja mi páncreas y extrajeron unas pocas células del tumor. Estaba sedado, pero mi esposa, que estaba allí, me contó que cuando examinaron las células en el microscopio, los doctores empezaron a llorar porque descubrieron que era una forma muy rara de cáncer pancreático, curable con cirugía. Me operaron y ahora estoy bien. Fue lo más cercano que he estado a la muerte y espero que sea lo más cercano por unas cuantas décadas más. Al haber vivido esa experiencia, puedo contarla con un poco más de certeza que cuando la muerte era un útil pero puramente intelectual concepto: Nadie quiere morir. Incluso la gente que quiere ir al cielo, no quiere morir para llegar allá. La muerte es el destino que todos compartimos. Nadie ha escapado de ella. Y es como debe ser porque la Muerte es muy probable que sea la mejor invención de la Vida. Es el agente de cambio de la Vida. Elimina lo viejo para dejar paso a lo nuevo. Ahora mismo, ustedes son lo nuevo, pero algún día, no muy lejano, gradualmente ustedes serán viejos y serán eliminados. Lamento ser tan trágico, pero es muy cierto.
Su tiempo tiene límite, así que no lo pierdan viviendo la vida de otra persona. No se dejen atrapar por dogmas – es decir, vivir con los resultados del pensamiento de otras
personas. No permitan que el ruido de las opiniones ajenas silencien su propia voz interior. Y más importante todavía, tengan el valor de seguir su corazón e intuición, que de alguna manera ya saben lo que realmente quieren llegar a ser. Todo lo demás es secundario.
Cuando era joven, había una asombrosa publicación llamada The Whole Earth Catalog, que era una de las biblias de mi generación. Fue creada por un tipo llamado Steward Brand no muy lejos de aquí en Menlo Park, y la creó con un toque poético. Fue a fines de los 60, antes de las computadoras personales y de la edición mediante microcomputadoras, por lo tanto, en su totalidad estaba editada usando máquinas de escribir, tijeras y cámaras polaroid. Era un tipo de Google en formato de edición económica, 35 años antes de que apareciera Google: era idealista y rebosante de hermosas herramientas y grandes conceptos. Steward y su equipo publicaron varias ediciones del The Whole Earth Catalog, y luego cuando seguía su curso normal, publicaron la última edición. Fue a mediados de los 70 y yo tenía la edad de ustedes. En la tapa trasera de la última edición, había una fotografía de una carretera en el campo temprano en la mañana, similar a una en que estarían haciendo dedo si fueran así de aventureros. Debajo de la foto decía: “Manténganse hambrientos. Manténganse descabellados”. Fue su mensaje de despedida al finalizar. Manténganse hambrientos. Manténganse descabellados. Siempre he deseado eso para mí. Y ahora, cuando se gradúan para empezar de nuevo, es lo que deseo para ustedes.
Permanezcan hambrientos. Permanezcan descabellados.
Muchas gracias.


miércoles, 24 de agosto de 2011

Pearl Jam - Twenty (trailler)

Falta poco para el gran estreno.

Mimos para los ricos - Lousteau para La Nación



Interesante artículo.

La economía global está en terapia intensiva: crecerá poco y nada en los próximos años, con probabilidades no desdeñables de caer en una nueva recesión. Ello implica que las tasas de interés en los países desarrollados permanecerán bajas, lo cual es positivo para nuestro país y la región en general. Pero también es posible que el mundo compre menos nuestros productos, o que caigan los precios de nuestras exportaciones. Si eso ocurre habrá menos fondos disponibles, tanto en el sector privado como en la esfera estatal. Es en este marco que debemos analizar si estamos haciendo una adecuada utilización de nuestros recursos actuales, como es el caso de los subsidios económicos que incluyen: energía, transporte, agroalimentos y financiamiento del déficit de empresas públicas.
Esta discusión ya fue planteada en el seno del gobierno apenas hubo asumido la actual administración en diciembre de 2007. Ese año, el monto utilizado para los fines arriba mencionados había alcanzado los $ 15.000 millones; y venía casi duplicándose desde 2003, año en el que arrancaron con apenas $ 1.500 millones. Sin embargo, Kirchner prefirió continuar con el esquema vigente que siguió aumentando en volumen. Este año habremos gestado la friolera de $75.000 millones, lo que equivale a 4,1 puntos del PBI. Eso significa que estamos destinando nada menos que el 4% de todo lo que se produce anualmente en el país a mantener este paquete de subsidios, cuyos beneficiarios corresponden mayoritariamente a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y el Conurbano.
Quizás algunas comparaciones sirvan para dar una mejor magnitud del desatino. De cada $ 100 que el gobierno hoy gasta: $ 35 corresponden a jubilaciones, $ 25 a salarios, $ 15 a obra pública y $ 5 a planes sociales -de los cuales la Asignación Universal por Hijo (AUxH) representa sólo la mitad-, y $ 20 a subsidios. Estamos desperdiciando nada menos que US$ 500 por habitante en este último concepto, que representa así una quinta parte del gasto primario total.
Para colmo, no hay discriminación alguna en los esquemas tarifarios: las ventajas son gozadas tanto por sectores necesitados como por lo ultra-ricos. Seguramente nos escandalizaríamos si el futuro hijo de Mauricio Macri recibiera una AUxH, pero nos hacemos los desentendidos frente al regalo que conlleva el precio artificialmente reducido de la electricidad y el gas que usa en su casa de Barrio Parque.
Si mediante un sistema de tarifas sociales -perfectamente viable- ahorráramos la mitad de lo que estamos derrochando en quienes no lo necesitan, podríamos hacer muchas cosas. Por ejemplo, en un año tendríamos la red ferroviaria que reclama Pino Solanas, quien podría así retirarse tranquilo habiendo cumplido al menos la mitad de su cometido (y le prometemos discutir también qué hacer con el petróleo y la minería). Alternativamente podríamos multiplicar por 2,5 veces el gasto en salud, eliminando además la desnutrición y la mortalidad infantil. O duplicar el gasto en educación, para mayor envidia de los chilenos.
Antes lo que se recaudaba en derechos de exportación a los productos primarios y manufacturas agropecuarias sobraba holgadamente para hacer frente a estos subsidios. Pero ahora, la cuantía de éstos últimos duplica a los primeros. Por ese motivo el Gobierno se ha visto obligado a apelar a otras fuentes de financiamiento para su actividad, entre ellas la emisión de dinero que alimenta la inflación.
Desde que este sistema se puso en vigor nos hemos gastado un acumulado de nada menos que US$ 60.000 millones, lo que supera en mucho las reservas totales que tiene hoy el Banco Central. Y la dinámica es exponencial: si no hacemos nada, en 2012 habremos sumado otros US$ 21.000. Cuando comenzó la crisis financiera internacional, EE.UU. decidió armar un paquete de rescate bancario de nada menos que US$ 700.000 millones. La cifra parece exorbitante en estas latitudes, pero es al tamaño de la economía estadounidense lo mismo que esos US$ 21.000 a la nuestra. Y en su caso era por única vez, mientras nosotros debemos afrontarlo todos los años.
Recientemente Warren Buffet, uno de los hombres más ricos del mundo, escribió un artículo reclamando a los políticos norteamericanos que dejaran de mimar a los ricos con ridículas rebajas de impuestos. ¿Hará falta que todos aquellos que no precisamos los subsidios para afrontar los servicios exijamos públicamente que nos los retiren? Quizás sólo así se decida el Gobierno a dejar de malgastar tanto dinero. Podría entonces dedicarlo a mejores fines, y hasta corregir las desarreglos macroeconómicos que padecen millones de argentinos que ven como la suba de precios erosiona cada mes su poder adquisitivo.

viernes, 19 de agosto de 2011

Los zapatos de Robinson - Entrevista a Juan Villoro



“Recuerdo la imagen extraordinaria de Defoe: uno de los primeros detalles que Crusoe advierte al caer al agua son dos zapatos que no hacen juego.” Así define el escritor mexicano el “naufragio” de sus lecturas y experiencias. También habla de humor, violencia y política.
POR DIEGO ERLAN
Podríamos aceptar, como decía Schopenhauer, que desde un punto de vista general, la vida de cada individuo es un espectáculo trágico, pero que desde uno particular se convierte en un sainete. Es decir: las vicisitudes y los tormentos, las molestias incesantes, los ataques de pánico y la realidad conspirando contra nuestra propia existencia son verdaderos pasos de comedia. Detalles por los que todos terminamos convertidos en actores secundarios de una sitcom . George Costanza, el amigo gordo, feo y fracasado de Jerry Seinfeld es el personaje más divertido de la serie justamente porque todo, siempre, le sale mal; porque vive con los padres y no tiene trabajo, porque cada mujer con la que logra una cita se da cuenta del terrible error de la naturaleza que George representa. Juan Villoro podría ser el guionista detrás de George. Podría ser Larry David. Por ejemplo, si en este momento le propusiéramos al escritor mexicano ensayar su autorretrato, la mirada irónica lograría imponerse ante la egomanía. Puesto en este incordio, Villoro explica que el problema es que todos los autorretratos salen desenfocados. “No describes lo que eres sino lo que quieres ser. Entonces me hubiera gustado ser un autor ruso, plasmar emociones volcánicas en una novela, sobrevivir a Siberia, tener personajes que fueran terroristas mesiánicos, campesinos iluminados, mujeres frágiles que lo resisten todo, pero dediqué demasiado esfuerzo a tener cara de ruso y me quedé sin energías de aprender el idioma. De manera inevitable, me convertí en un lugar común de Coyoacán, el barrio donde vivo”.
Sabemos que el humor es algo subjetivo. Que la situación y el estilo son las fuentes principales de la comicidad. Ambas dependen a su vez del timing y el timing , en literatura, no es otra cosa que el orden de las palabras. Convertirse en un “lugar común de Coyoacán” después de haber deseado ser un “autor ruso” no puede generar otra cosa más que una estruendosa carcajada. El humor trabaja sobre los cimientos de la vulnerabilidad y la fragilidad humana, con los errores y los miedos de cada persona y alguien, para ser gracioso, primero debe ensayar frente al espejo. ¿Cuál es la imagen que tiene Juan Villoro de un tal Juan Villoro? “El problema es que vivo conmigo mismo. Trabajo por mi cuenta, eso significa que todos los días deseo despedirme y todos los días me vuelvo a contratar. Me gustaría caer en gozosos estados de irresponsabilidad pero no puedo hacerlo. Una amiga me dijo: ‘Estás demasiado tenso: déjate ir’. Le hice caso, pero me ‘dejé ir’ al dentista, el colmo de la tensión. La vida me parece tolerable gracias a los demás.” El humor, se sabe, es uno de los atributos de la inteligencia.

Sigue acá:
http://www.revistaenie.clarin.com/literatura/Entrevista_Juan_Viloro_0_535146487.html

jueves, 18 de agosto de 2011

La renuncia opositora a cambiar la historia - Pagni para La Nación



Interesante artículo de Carlos Pagni publicado hoy en La Nación.

Por Carlos Pagni | LA NACION
La anatomía política del país que emergió de las urnas se puede sintetizar en dos números: 50 y 38. El primero es el porcentaje que obtuvo Cristina Kirchner . Indica que su fracción alcanzó por primera vez la mayoría, y que, por lo tanto, su gobierno será muy fuerte. El otro es la diferencia entre ella y el segundo. Indica que sobre el Gobierno habrá un déficit de control. El 50% habla de las capacidades del oficialismo. El 38% habla de la incompetencia de la oposición.
Para la caracterización de la democracia argentina es mucho más revelador el vacío del 38 que la consistencia del 50. Muchos países están regidos por administraciones con gran respaldo popular. En cambio, las sociedades que no cuentan con una alternativa a quienes las gobiernan pagan las consecuencias de ese desequilibrio de poder. El hiato de 38 puntos que hay entre gobierno y oposición es la señal más clara de que la crisis de 2001 sigue abierta. Más aún: al cabo de diez años, podría indicar que se está volviendo crónica.
La asimetría del 38% anticipa que el kirchnerismo verá facilitadas sus pulsiones cesaristas. El balance de poder en el Congreso, por ejemplo, volverá a la frontera de 2007.
La carencia de una alternativa de poder se proyectará también sobre las relaciones entre el Gobierno y la sociedad civil. El empresariado, los sindicatos, la prensa serán territorios más disponibles a la colonización oficial. Es decir, se difundirá un espíritu cortesano propio de las monarquías, no de las repúblicas. Es una falta de armonía que atemoriza la inversión.
Estas deformaciones no son simples vicios del kirch-nerismo. Son las consecuencias del formato que ha adquirido la política. Ese diseño sólo será corregido cuando una fuerza, sin necesidad de combinaciones exóticas, alcance un consenso equivalente a, por convenir una cifra, el 35% de los votos. Esa es la tarea que les espera a los rivales del Gobierno. Mejor dicho: ésa es la tarea que está esperando, sobre todo, a la dirigencia no peronista, desde que colapsó el radicalismo, en el año 2001. Es la empresa a la que estaban convocados Mauricio Macri, Francisco De Narváez, Julio Cobos, Elisa Carrió, Ricardo López Murphy, o la dirigencia que quedó al frente del radicalismo residual. Hermes Binner, al parecer, se ha propuesto ahora alcanzar ese objetivo.
La formación de esa organización alternativa demanda operaciones de por sí virtuosas. La primera es la confección de una red humana de suficiente despliegue territorial. Desde el hundimiento de la UCR no hay fuerza política alguna, salvo el peronismo, que pueda ofrecer una prestación tan elemental como la de contar con personal para las fórmulas de presidente y vicepresidente, y de gobernador y vicegobernador de Buenos Aires, Santa Fe, Córdoba y Capital Federal. La oposición al kirchnerismo intenta llenar esa grilla con un rompecabezas endiablado. Y no lo logra.
Esa red no debería ser la reproducción del viejo aparato burocrático, sino una urdimbre vinculada con los nuevos sectores y actores que emergieron con el ciclo económico abierto en 2001, aprovechando, entre otros medios, las facilidades de las tecnologías de la información.
La existencia de ese entramado de alcance nacional impulsaría un salto de calidad metodológico: las decisiones y estrategias pasarían a ser el resultado de procesos colectivos. Es decir, pasarían a ser hijas de la interlocución y del debate, sin los cuales no hay ideas. La ausencia de estas prácticas, que tanto se le reprocha al Gobierno, es un rasgo sobresaliente del arco opositor. Con una desventaja: el decisionismo es más patético en quienes carecen de poder.
La construcción de una fuerza que pueda seducir a un 35% del electorado requeriría, además, la elaboración de una imagen del país alternativa a la del oficialismo, y la formulación de un mensaje capaz de comunicarla. El kirchnerismo está en poder de ese activo. Arcaizante, de escasa base empírica, difusa, hay una visión de la Argentina atribuible a los Kirchner. La oposición o carece de ella o comparte la oficial.
El urdido de una organización humana y la formulación de un mensaje demandan una perseverancia propia de las grandes personalidades políticas. La oposición requiere hoy de un Mitre, un Roca, un Yrigoyen, un Perón, un Raúl Alfonsín. Así de simple. Así de exigente. Sobre todo porque no se trata de competir con otro partido, sino con el aparato del Estado, administrado con espíritu faccioso.
Los rivales del Gobierno vienen eludiendo esa tarea a través de cuatro atajos. El primero es la esperanza mesiánica en una figura que genere detrás de sí una ola de adhesión. Por ejemplo: Cobos, al votar contra las retenciones móviles, o Raúl Alfonsín, al fallecer, protagonizaron fenómenos de popularidad que introdujeron en la vapuleada UCR esa corriente de pensamiento mágico.
La segunda vía rápida es la fractura del peronismo. Es la ilusión óptica que produjeron en su momento Carlos Reutemann o Daniel Scioli, de quien muchos siguen esperando su "pronunciamiento de Urquiza". Figuras muy relevantes como Mauricio Macri o Francisco De Narváez vienen demorando sus carreras con la candorosa expectativa de que gobernadores e intendentes descontentos se sacudirán alguna vez el yugo de los Kirchner. También hombres más curtidos, como Eduardo Duhalde, vendieron y compraron esa fantasía. Las primarias desmintieron esta leyenda.
Otro amuleto del antikirchnerismo es el de la "unidad de la oposición". El experimento es sencillo cuando el Gobierno está atrapado por una figura demonizada por la opinión pública, como fue entre 2008 y 2010 Néstor Kirchner. Con sólo vituperar al "demonio" muchos opositores consiguen ser vistos como ángeles. Ese método sirve para canalizar un repudio. No para obtener un mandato.
Un rasgo central y riesgoso de esta estrategia es su perezosa confianza en las denuncias de la prensa. Suele suceder que, cuando esas denuncias no conducen a nada por la falta de iniciativa política, las sociedades que las consumen terminan anestesiándose. Es difícil aceptar un infierno sin salida.
La desaparición de Kirchner significó para este curso de acción la pérdida de un activo principal. El empeño por mantenerlo en un contexto distinto al de 2009 mostró una enorme inconsistencia. Recuperada la imagen del Gobierno, el rompecabezas opositor comenzó a mostrar sus juntas mal soldadas.
La oferta opositora de este año comprueba que hay tradiciones y sensibilidades políticas que se resisten a las alquimias electorales. También demuestra que el axioma " Cristina ya ganó " fue asumido como propio por muchos líderes que, ante la perspectiva de una derrota inevitable, apostaron nada más que a conservar su identidad. Es la razón por la cual Binner, en Santa Fe, donde triunfa, exhibe una plasticidad para asociarse que se le desconoce a escala nacional.
Por supuesto, existe una sociología electoral homogénea, que alimentó en su hora al radicalismo, cuya representación está fragmentada de modo artificial. Es bastante evidente que Alfonsín, Binner y Carrió no están separados tanto porque piensen distinto, sino porque quieren lo mismo. Convendría releer a Freud, quien definía como "narcisismo de las pequeñas diferencias" a la obsesión de los que quieren distinguirse de lo más familiar y parecido.
Si las estrategias de la oposición tienen bastante de quimérico es porque se sostienen sobre una misma falla: un tedioso menosprecio sobre la capacidad de la voluntad en la política. El mayor pecado de la oposición radica en la suposición de que se puede llegar al poder por el mero aprovechamiento de una escena organizada por otro. Por las calamidades del Gobierno, por la llegada de un redentor, por la fractura del PJ o por la influencia de la prensa. Detrás de esa fantasía hay una renuncia grave. Es la renuncia a construir la escena, la renuncia a intervenir en el curso de la historia..

Las razones de la victoria - Loustau para La Nación



Los argumentos de la victoria del oficialismo en las primarias según el ex ministro de economía de Cristina.

esulta un tanto exasperante leer y escuchar la interpretación de las elecciones que realizan muchos periodistas, analistas y hasta los protagonistas que fueron derrotados. El dato, absolutamente indiscutible, es que Cristina Fernández de Kirchner logró el 50% de los votos, cuadruplicando lo obtenido por cada uno de sus dos perseguidores inmediatos. Además, lo consiguió con una campaña relativamente austera en comparación con las que nos tenía acostumbrados el kirchnerismo; y casi en soledad, es decir sin el apoyo de las estructuras más tradicionales del Justicialismo.
Según parece, este respaldo extraordinario en las urnas se debe al voto cuota y la tiranía del bolsillo; a la viudez; a la propaganda de 678; y a la fragmentación, la impericia y la falta de propuestas de la oposición, algo que varios periodistas parecen haber descubierto el lunes de madrugada.
Ninguna de estas versiones sobre lo ocurrido le asigna mérito alguno a la Presidenta. Poco parece haber pesado en la decisión de la gente el extraordinario crecimiento económico, la recuperación del empleo, la asignación universal por hijo, la ampliación de las jubilaciones y la imagen de recuperación de una autoridad presidencial y estatal, que se planta frente al poder de diversas corporaciones. Entres esos logros se destaca uno sobre el cual llamaba ayer la atención, con su habitual lucidez, Chrystian Colombo: en un mundo cuyo principal problema parece ser la esperanza de los jóvenes, el Gobierno ha sido capaz de seducirlos y brindarles una idea de futuro, más allá de si uno la comparte o no.
Frente a todo ello ¿por qué habría alguien de optar por el miedo que pretende infundir Duhalde, la inseguridad que transmite Alfonsín o el "denuncismo" de Carrió? Sólo Binner puede mostrar, en sus propuestas y su gestión en Santa Fe, un ideario similar al que le dio semejante impulso al Gobierno. Por eso, a pesar del enorme desconocimiento que tiene aún su figura, tiene un interesante margen para crecer, que lo podría catapultar al segundo lugar el 23 de octubre. Pero para dar un salto aún mayor debería poder enamorar a los jóvenes de todo el país, algo que su imagen personal, un tanto antigua, dificulta.
"En un mundo cuyo principal problema parece ser la esperanza de los jóvenes, el Gobierno ha sido capaz de seducirlos y brindarles una idea de futuro"
Para hacer análisis constructivos a partir de las derrotas es importante, como mínimo, ser crítico con la propia actuación y justo en el reconocimiento de las virtudes de los demás. Los grandes políticos son, asimismo, capaces de registrar no sólo lo que revelan las encuestas sino también lo escondido, aquello no dicho por la sociedad. Sin esas cualidades es casi imposible generar propuestas. Es en esos campos, y en los logros arriba mencionados, donde Cristina Fernández de Kirchner parece haber sacado distancias siderales al resto.
Los grandes políticos son, asimismo, capaces de registrar no sólo lo que revelan las encuestas sino también lo escondido, aquello no dicho por la sociedad
Antes de que comiencen los foristas de ambos bandos a tildar esta columna de exitista o de calificarme de panqueque, permítanme recordar que el denominado "modelo" es, a mi juicio, populista en la acepción que a dicho término da el intelectual Daniel Larriqueta: la subordinación del largo plazo al corto plazo. La prosperidad de estos años, que en una medida no menor se debe a las condiciones favorables que el mundo nos brindó, no redundó en cambios profundos y permanentes de nuestra estructura socioeconómica. Y, lamentablemente, la dinámica reciente y algunas de las mejoras logradas serán insostenibles si no llevamos a cabo un diagnóstico más riguroso ni mejoramos la gestión.

Juventud y viudez, sus escudos y sus lanzas - Sarlo para La Nación


Publicado ayer en el diario La Nación.
Por Beatriz Sarlo  | Para LA NACION
¿Cómo no recordarlo? En noviembre de 1951, Perón ganó un segundo período presidencial con más del 62 por ciento de los votos, el doble de los que obtuvo la Unión Cívica Radical. Fue la primera elección nacional en la que votaron las mujeres. La casualidad o el destino le dieron a David Viñas, fiscal radical, el papel de llevar la urna al Policlínico de Avellaneda, donde Eva estaba internada. Muchos años después, Viñas recordaba el momento: un friso de suplicantes en las puertas del hospital, rezando, "como en una película de Eisenstein". Una fotografía muestra a Eva, extenuada, en el momento en que una mujer le acerca la urna. La cabeza sostenida apenas por las almohadas, el rostro demacrado y el gran rodete rubio. Viñas espera afuera. Cuando le devuelven la urna, escucha la voz de Perón, que le pregunta a Eva: "¿Apago la luz, negrita?" Eva y todas las mujeres argentinas votaban por primera vez. También Victoria Ocampo, gran opositora, votó por primera vez, y fue éste el único reconocimiento que le hizo al peronismo. Como ahora con los derechos humanos, siempre hay algo que reconocer.
Eva Perón murió en 1952. Hubo paredes en Buenos Aires donde se escribió la frase repulsiva: "Viva el cáncer". La fatalidad se entreteje con la historia del peronismo. En 1974, la muerte de Perón, mientras ejercía la presidencia, abrió el camino de la violencia dentro y fuera de su movimiento. En 2010, la muerte de Néstor Kirchner, por el contrario, le da a la línea que él armó dentro del justicialismo una dimensión que su viuda ha sabido aprovechar. En 2009, Kirchner venía de perder una elección. Parecía que su poder se debilitaba, pero su muerte esfumó los efectos de la derrota, la manipulación de las candidaturas testimoniales, el estado deliberativo del Partido Justicialista.
Cristina Kirchner se rodeó de un escudo protector juvenil (los "pibes" que el domingo cantaban por "la liberación"); se apoyó en una burocracia de Estado que administra dinero y militancia, y cerró Olivos a casi todo el mundo excepto a la mesa más pequeña, a la que se sientan hombres de su extrema confianza personal.
La muerte de Kirchner contribuyó a esta victoria de una manera paradójica. Pero, antes, dejó su obra. Son suyas las bases económicas sobre las que Cristina Kirchner acaba de lograr su gran triunfo. Aunque se le fueron unos cuantos, por el momento contuvo las tendencias centrípetas. Sobre esto último es claro testimonio el discurso con el que Scioli celebró el domingo a la noche su victoria: agradeció primero a Néstor Kirchner, luego a Alberto Balestrini; saludó a sus competidores internos (como Ishii); reafirmó que su mano está tendida para sumar. Y sólo al final dijo: "Tenemos que encontrarnos con Cristina Kirchner y darle un abrazo y decirle que se merece este respaldo".
Ese lugar de Scioli fue un inteligente recurso de Néstor que Cristina Kirchner tuvo la precaución de conservar, como muchas otras medidas de su marido. Cuando la militancia entusiasmada cantaba en la noche del domingo: "Néstor no se murió, Néstor vive en el pueblo", reconocía esto. La Presidenta, en el momento más evocativo de su discurso, dijo: "El está mirando desde algún lado. Está acá, ¿no es cierto? Díganme que sí". Abrazada a su hija, no sólo se permitía un tributo fúnebre de tono animista. Estaba haciendo un reconocimiento al edificio político que le dejó el muerto.
La paradoja es que si Kirchner hubiera seguido en este mundo estaría en peores condiciones que su mujer para beneficiarse con su propia obra. Vivo, su espíritu belicoso y el recuerdo de las jornadas que rodearon la resolución 125 lo perjudicaban. Muerto, la viuda supo cambiar el tono.
En realidad, encarnó una imagen de gran poder simbólico: la mujer fuerte, destrozada por el dolor, que se solloza y se recupera al mismo tiempo; que apela al muerto pero demuestra que puede reemplazarlo con ventaja; tocada por la desgracia pero indomable. El luto es emblema de una soledad espiritualmente fortalecida y no de desfallecimiento. La viudez de Cristina ha sido su escudo y su lanza. Hay que reconocer que supo usarlos y que su victoria no puede ser solamente atribuida a que la oposición no hizo bien sus tareas.
Las alianzas hipotéticas
Esto último salta a la vista en cuanto se suman los votos de las diversas listas opositoras. Si se hubieran unido todos, igualmente Cristina habría vencido. Esta hipótesis de oposición unificada fue imposible y, por muchas razones, no deseable. En cambio, otras convergencias más verosímiles no tuvieron lugar: sólo el personalismo impidió que Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá presentaran una lista conjunta. ¿Qué obstáculo insalvable pudo separarlos después de compartir tantos años el mismo Partido Justicialista y enunciar discursos que no se contraponen? En ese caso, el peronismo habría concurrido con dos boletas. Es sensato pensar que Cristina Kirchner habría ganado, puntos más o puntos menos. Simplemente, el electorado no peronista habría podido comprobar que el peronismo todo junto sigue siendo una mayoría impresionante, cosa que puede comprobar ahora mismo si suma los millones de votos kirchneristas y los de Duhalde y Rodríguez Saá.
Los kirchneristas duros dirán que cualquier unión de estos votos es contra la naturaleza ideológica que separa (¿para siempre?) las dos líneas del movimiento nacional. Los duhaldistas dirán que, retirada Cristina de la política, cumplida esa condición, ambas líneas podrán sentarse a la misma mesa, como lo vienen haciendo desde hace más de medio siglo (a veces se han peleado a tiros, a veces han competido en elecciones).
La otra alianza que se reclamaba era la de Alfonsín y Binner. Fue impracticable en el momento mismo en que Alfonsín optó por Francisco de Narváez. De cualquier cosa se podía retroceder, pero no de esa opción. Es significativo que un porcentaje considerable de votantes haya recompuesto la que habría sido la lista "natural": cortaron boleta y pusieron en el sobre la de Duhalde para presidente y la de De Narváez para gobernador de la provincia de Buenos Aires. Alfonsín tomará nota de esto, que quedó exhibido en la escena mediática cuando la periodista María Laura Santillán cometió el lapsus más apropiado: "Está llegando De Narváez a la sede de Duhalde. ¡Qué acto fallido!". Nadie puede reprochárselo. Los votantes que cortaron boleta hicieron de ese acto fallido una demostración de que cualquier alianza no es posible.
Por otra parte, Binner y el Frente Amplio Progresista, sumados a la campaña hace pocas semanas, tienen como objetivo una construcción a mediano plazo, con disposición para alianzas programáticas pero no para poner en la calle barredoras de hipotéticos votos antikirchneristas de cualquier color. Obtuvieron sólo dos puntos por debajo de Alfonsín y de Duhalde. Una buena elección, hecha sin plata y sin asesores de imagen. Si hubieran decidido aceptar a De Narváez en la provincia de Buenos Aires, no habrían ganado nada para el futuro. Tendrán que aprender, en cambio, que esa provincia es dura para quienes no son peronistas. Allí los colores del estandarte siguen siendo justicialistas, de los tonos que prevalezcan en cada momento.
Se ha repetido que los oficialismos ganaron en las elecciones provinciales previas. En estas primarias lo que ganó es el oficialismo nacional, votado por aquellos a los cuales les va muy bien o pasablemente bien y que, por lo tanto, no ven razones para un cambio sobre el que no tengan la seguridad de que les conviene. Y también votaron al oficialismo los pobres, que no están convidados al consumo sino apenas a la supervivencia; que dependen del sistema de subsidios y creen que mover un gobierno podría afectarlos. Cuando se es pobre, se teme con motivos fundados, ya que la vida es precaria y perder un poco es perder todo. Si ese temor se une a una identidad difusa de origen cultural peronista, allí están los votos.
Y como la victoria dulcifica, ayer a mediodía Cristina Kirchner dio una conferencia de prensa y no les indicó a los periodistas cómo debían portarse.