miércoles, 22 de junio de 2011

En la línea de largada hacia la eternidad - de Carlos Pagni para La Nación


Interesante artículo de Pagni publicado hoy en La Nación.

Imposible encontrar algún matiz novedoso en el anuncio que realizó ayer la Presidenta. La decisión de buscar el poder por otros cuatro años confirmó todos los indicios. No los que se conocieron desde que murió Néstor Kirchner, sino los que el matrimonio estuvo emitiendo desde 2003, cuando llegó a la Casa Rosada. O desde 1991, cuando se hizo cargo de la gobernación de Santa Cruz. O desde 1987, al llegar a la intendencia de Río Gallegos. Lo de ayer fue genética. Creatividad, cero.
Lo que sí es curioso es que sectores importantes de la dirigencia argentina hayan puesto en duda un modo de hacer política que a lo último que renuncia es al poder. Antiguos allegados a los Kirchner, como Alberto Fernández, o enemigos acérrimos, como Elisa Carrió, además de numerosos empresarios y analistas, supusieron que esa ley esta vez sería violada. Hubo quienes, candorosos, imaginaron a su jefa en el retiro de una biblioteca, o disfrutando de la contemplación de obras de arte. Algún día habrá que preguntarse a qué obedece esa resistencia a aceptar a los Kirchner como son.
La notificación de ayer también hace juego con decisiones y fraseos de los últimos meses. Con Gabriel Mariotto ufanándose de que "nadie tiene votos, salvo la Presidenta", por ejemplo. O con Carlos Zannini preguntando a intendentes del conurbano: "¿Se imaginan un mundo en el que ustedes ganan sin Cristina?" La colectora de Martín Sabbatella fue pensada para que la flamante candidata saque más votos que Daniel Scioli. Y la campaña "ya ganó", para abortar cualquier alternativa interna. Todo conducía al comunicado de ayer. Eso vuelve más llamativa la capacidad de la señora de Kirchner para rodear de emoción un reflejo pavloviano.
Los peronistas no se interesaron ayer por señales retroactivas. Su obsesión en estas horas es saber en qué medida ese exclusivismo presidencial cobija datos sobre el futuro.
Sucede que, además de reservarse la definición de su propio destino, la señora de Kirchner está empeñada en que no se le escape de las manos el destino de los demás. Hasta el sábado próximo, gobernadores, ministros, intendentes, legisladores, intentarán descifrar algún atisbo del porvenir que ella les tiene preparado.
Todos, incluso sesentones con una extensa foja de servicios, están a la espera del llamado que les indique: "Pasá por lo del apoderado de tu lista para firmar lo que te tocó".
Los apoderados son Zannini y Jorge Landau, gente acostumbrada a cumplir órdenes. Es un método inesperado para alguien que, mientras relanzaba su carrera, afirmó: "Los monopolios son malos en todas las actividades, no solamente en la televisión, porque convierten al usuario en cautivo y no en usuario".
Ayer un usuario, el intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino, certificó la teoría: se fue con Eduardo Duhalde. Cariglino podría ser el pionero al que se sumen Joaquín de la Torre (San Miguel) y Luis Acuña (Hurlingham). Duhalde promete esa secuencia.
Un intendente le explicaba anoche a Scioli las razones de la disidencia: "Antes Néstor por lo menos nos recibía. Ahora nos atienden, en el mejor de los casos, con Zannini. ¿Y quién es Zannini?".
Gracias a su absorbente conducción, Cristina Kirchner consigue que quienes la rodean se sientan prescindibles. La mejor demostración de esa inestabilidad congénita la proporcionaron ayer Hebe de Bonafini y Hugo Moyano. Activos tóxicos del "movimiento popular", no aparecieron por la Casa de Gobierno. Más aún, para encontrar un pañuelo blanco había que ir hasta la fila 15.
El espejo de Scioli En el espejo de Bonafini y Moyano se mira la plana mayor del kirchnerismo. Scioli, el primero. Anoche presumía que no le dejarán llevar en la fórmula a José Pampuro, como tiene pensado, y que deberá resignarse a Mariotto. Que la Presidenta se haya postulado durante la inauguración de una estación digital de TV -que, como era de esperar, se transformó rápido en un acto contra los medios de comunicación independientes- mortificó a Scioli y avivó las ilusiones de Mariotto. Si el gobernador no se resiste, tal vez le impongan también el candidato a senador: ¿Alicia Kirchner?
El mismo espíritu patrimonial estremecía ayer otros corrillos. Algunos dirigentes del PJ comenzaron a presentir que la designación del vicepresidente puede ser la manifestación de un capricho. En otras palabras: que en vez de Jorge Capitanich, Nicolás Fernández, o un funcionario de alta gama como Zannini, la selección podría recaer en una creación ex nihilo de la Presidenta como Juan Manuel Abal Medina. Para peor, ella se ofreció como puente entre las viejas y las nuevas generaciones. Los aspirantes a integrar la fórmula rogaban anoche que el calvario acabe pronto: sobre todo cuando vieron circular por Internet correos privados de uno de los supuestos candidatos.
Viejos integrantes del cenáculo, como Aníbal Fernández, se persignan ante la premonición de tener que cambiar su banca del gabinete por una del Congreso. Ayer fue un día favorable a esa creencia: después de denunciar a gendarmes narcotraficantes, Nilda Garré intervino varias comisarías porteñas con la Prefectura y provocó una crisis en la Federal. Todo contra Fernández, viejo jefe de esas fuerzas. Las instrucciones dadas a Garré pueden ser, en sí mismas, un indicio del criterio que acaso rija para la selección de los candidatos.
El personalismo extremo de Cristina Kirchner no puede tener otro remate que el intento de una nueva reelección. Como cualquier otra fatalidad, ésta también esconde una debilidad. Su liderazgo depende de su postulación.
Es decir, está determinado por la posibilidad de seguir presentándose como una candidata a manejar la estructura del Estado. ¿Qué sucederá el día que carezca de esa chance? Una crisis interna, o un intento de reforma constitucional.
En su diario íntimo, Salvador Dalí afirmó: "Carezco de ideas políticas, pero, si tuviera alguna, sería monárquico. Porque la monarquía resuelve el único problema que presenta la política: la sucesión". Las repúblicas caudillescas resuelven la misma encrucijada con otra receta: la reelección indefinida.

La otra perversión - de Tomás Abraham


Comparto la nota que escribió el filósofo Tomás Abraham en el diario Perfil.

http://www.perfil.com.ar/ediciones/2011/6/edicion_582/contenidos/noticia_0019.html

Qué barato es escupir sobre la cara de Sergio Schoklender! La gente hace cola para salivarlo. Políticos, periodistas, doña Rosa, don Ramón, piden turno para ser reporteados e insultar a este nuevo canalla. Su madre adoptiva pide que lo juzguen y castiguen por traidor. Dicen que tiene la mente podrida. Diagnosticadores improvisados nos recuerdan que es un perverso. ¡Psicópata!, agrega un señor indignado. ¡Parricida!, exclama el doctor Eduardo Duhalde. No falta nadie, estamos todos de acuerdo: Sergio Schoklender debe ser linchado. Lamentablemente no se puede, no hay soga. Además, complicaría las cosas colgar a alguien para salvar los derechos humanos. Mejor usarlo. Ya que se usaron desde marzo de 2004 las organizaciones de derechos humanos para “construir poder” y dar el primer paso en la narración del “relato” kirchnerista de liberación, no hay por qué no seguir con la estafa ideológica y convertir este desfalco millonario en la obra tramada por un asesino serial que sedujo no sólo a su madre protectora sino a todo un gobierno, desde a un ex presidente hasta a la actual presidenta, a todos los miembros del Gobierno que lo abrazaron y lo felicitaron por ser el CEO de una empresa que les paga el sueldo a seis mil trabajadores y que levantó en un par de años la segunda constructora del país con el dinero de los fondos aportados gracias a los habituales descuentos de los salarios de los obreros en blanco, el de todos los consumidores que pagan el IVA, de las retenciones de los malditos oligarcas que no quieren la distribución de la riqueza, el de los felices contribuyentes de la Anses estatizada; en fin, lo que en nuestra jerga versallesca llamamos: el dinero del Estado. Mil y pico de millones de pesos de un emprendimiento del que aparentemente somos todos socios. Este hombre que ha sido protagonista de una historia que está en los anales de la criminología, que en años de cárcel se recibió de abogado y psicólogo, además de especialista en informática, fue uno de mis alumnos de la cárcel de Devoto en la materia Filosofía. Sus trabajos, como los de otros presos, eran excelentes. Muy superiores a los de los alumnos libres, o sueltos, de las facultades. No soy quién para juzgar su pasado familiar, ya lo juzgaron los jueces profesionales. Pero me atrevo a opinar sobre una personalidad que, más allá de la cuestión política que arroba a la sociedad, es sin duda singular. Sergio es Napoleón. Tiene delirios de grandeza. Y los lleva a cabo. Es un Doctor Insólito. No digo que sea Peter Sellers, tampoco niego su peligrosidad. Es capaz de cualquier cosa si tiene una idea fija. Y las tiene. Luego se las arregla para fracasar. Pasa el límite. Lo hizo una vez y ahora lo hace otra vez. Como todo Napoleón, siempre tiene su Waterloo. Como ya dije, es singular, nosotros no. Somos generales, comunes, sanos, cuerdos, camporistas, progresistas, derechos y humanos, inocentes criaturas engañadas por Mefistófeles. Tanto invocar a la verdad, la memoria y la justicia, que mentimos todo el tiempo, nos olvidamos de lo que no nos conviene y juzgamos de acuerdo a la más antigua de las jurisprudencias: la del chivo emisario.
En marzo de 2004 escribí una nota titulada “La otra obediencia debida” relacionada al acto de la Esma en la que Néstor Kirchner anunciaba la era de la juventud maravillosa, encomiaba los setenta y trataba de cobardes a los que promulgaron las leyes de Obediencia Debida y Punto Final. Por eso, lo que ya dije no lo repetiré ahora que la gran prensa está de parabienes con esto de escupir y hacer leña del árbol caído. Que Hebe, que Sergio, la heroína y el diablo, un culebrón farandulesco de una sociedad enferma. Es mi humilde opinión, creo que nuestra sociedad está enferma, y no desde hoy, ya desde hace tiempo. Y de tanto en tanto aparece un síntoma. Matar gente a mansalva, festejar por ello con frivolidad, torturar con salvajismo, arrojar a seres humanos vivos desde los aviones, aplaudir a dictadores, creer que un sistema de leyes es una farsa, vitorear la violencia justiciera desde bibliotecas, cátedras, pantallas y micrófonos, sostener que los derechos humanos tienen que ver con la venta de inmuebles, justificar lo injustificable, mentirse tanto a sí mismo que hasta se puede crear una devoción, sin duda, para remedar el canto de los estudiantes del Mayo francés ante la expulsión del país de Cohn Bendit: “Somos todos judíos alemanes”, arriesgaría con un “somos todos Sergio Schoklender”. Con la diferencia de que al acusado de matador y ladrón no le va a ir muy bien en la vida, y todo el resto, en especial los que lo contrataron, lo ampararon, lo cebaron, lo llenaron de dinero, lo aplaudieron, a ellos, probablemente bastante mejor. ¿Por qué? Y, supongo, porque tienen al Bien de su lado. No me refiero a Hebe de Bonafini, a quien le discuto sus posiciones políticas como las discuto y enfrento a todo aquel que apoya a la ETA, a las FARC, a Bin Laden, ya que no se trata de desaparecidos sino de política actual, pero no soy quién para juzgar a quien se jugó la vida como ella lo hizo, ella y tantos otros que lo hicieron contra criminales de Estado. Espero conservar ese mínimo pudor y no asociarme a los oportunistas de turno que se ven en peligro por un pasado que no los deja muy bien parados. Creo en el dolor de una madre, y en el de un padre como Blumberg. No hay especulación en ellos. Pero las relaciones entre política, justicia y dolor no son lineales. A quienes sí me refiero cuando hablo de comprar el Bien y extorsionar con sus símbolos es a nuestros gobernantes y a la corporación cultural e ideológica que ha levantado las banderas de la justicia y de los derechos humanos con la irresponsabilidad de siempre. Que ha ensuciado el apellido Alfonsín y el apellido Strassera, el de Moreno Ocampo y el de Ernesto Sabato. Que ha usado a los muertos de los setenta para sacar chapa y renta en beneficio propio. Un gobierno que compró el dolor con demagogia, dinero, puestos políticos, cuando lo que se necesitaba era nada más que juicios y una reflexión sobre el pasado con un poco más de respeto por la autenticidad de una lucha en un contexto totalmente distinto después de veintisiete años de democracia y veinte años desde que Carlos Menem neutralizó a las Fuerzas Armadas como factor de poder al derrotar a los carapintadas y encarcelar a Seineldín. Ahora sí podían hacerse los juicios a los militares del Proceso y al menos hacer una crítica profunda a la idea de conquista del poder por la violencia armada para compartirla con la juventud. No hacía falta construir viviendas sociales y financiar empresas, pedir apoyo político, cobertura moral y legitimidad para ejercer el poder. Este gobierno es el responsable de que Sergio Schoklender haya sido el accionista principal de una megaempresa protegida por la bandera de los derechos humanos. Y la enfermedad nacional es tal, que ya se ve la arremetida de los supuestos escuderos del Bien en papel de víctimas con sus consignas en defensa de la justicia. Lo vimos en Cromañón, doscientos muertos y el pedido de hacer silencio para no hacerle el juego a la derecha. Ahora tampoco habría que hacerles el juego a los medios, a los intereses de la reacción. Por eso será necesario mentir, esconder, disimular, hacerse los estrategas, pensar que todo esto fue armado en contra de Cristina porque estamos en tiempos electorales. Pero en realidad son tiempos de peste, esa enfermedad antigua, la de los tiempos del chivo emisario, los del trasfondo épico en el que finalmente los pueblos pedían un tirano que los purgara de una enfermedad que ellos mismos habían segregado.

Filósofo. (http://www.tomasabraham.com.ar/).

miércoles, 1 de junio de 2011

Luis Salinas


Comparto unos textuales del gran guitarrista argentino Luis Salinas. Lo que más rescato es la imagen que tiene del artista, la misa que tiene Nietzsche, cuando habla de pies de bailarin, de danzar en el mundo.

En casa, siempre la guitarra está sin funda.
Pero cuando tengo una cita, no me le acerco. Si empiezo a tocar, seguro que llego tarde. Una noche, me dijo Tomatito, mirándome a los ojos y como en un susurro: Hay que ver el embrujo de la guitarra, ¿eh? Ahora, a Juan, mi hijo, le pasa algo parecido: si tenemos que salir le digo, no te acerques a la guitarra .
Todavía no me animo a hacer algo de Piazzolla.
No conozco a ningún músico que sepa que va a estar inspirado mañana a la cinco de la tarde. El pianista sueco Anders Persons me dijo: La inspiración viene de arriba, pasa por vos y tiene que volver a subir . Quise saber más. Me dijo, entonces: Si no baja, es porque tenés un bicherío en la cabeza; y si cuando te llega, no sube, es porque no la deja el ego.
Cuando grabamos en el estudio de Spinetta , el Flaco entraba y entraba la luz. Es tan grande. No compraba una docena de facturas para nosotros y una para su casa. Compraba dos docenas y las dejaba todas ahí. Nosotros lo teníamos que llamar para que se llevara alguna. Hay gente que camina así, afirmados en el piso ( y mueve dos dedos que golpean sobre la mesa del bar ) y otros que caminan así ( y grafica con los dos dedos deslizándose a diez centímetros de la mesa ). Esos son los artistas.
La honestidad es importante . La gente te cree y cuando vos no sos honesto, debe ser muy jodido.
Una noche , en El Callejón de los Deseos, donde grabé mi primer disco, había dos personas. ¡Pero teníamos unas ganas de tocar! El lugar lo comandaba Miguel Angel Solá. Tocamos igual y de pronto, en la segunda fila, un tipo se levanta y dice bravo y levanta los brazos. Al rato, otro, en la fila diez. Después, uno más, en el costado derecho. Era Solá que se iba deslizando por toda la sala. “Mañana te lleno el teatro”, me dijo. El tenía un programa de radio y habló y habló. Al otro día, la sala estaba muy poblada. Quise controlar todo, de puro agradecido. Y no vino nada. En un momento, cruzamos miradas y fue como pedirle disculpas.”Estuvo bien: tocaste de manera terrenal”, me dijo, después, en el camarín.
En la villa en la que yo crecí había mucha pobreza, pero no vi miseria.
En El Papagayo , donde ahora está El Corralón, resultó para mí un gran aprendizaje. Fue trabajar sobre la música negra. El dueño decía: toquen si quieren la novena sinfonía pero que la gente baile.
Todo se aprendía de oreja. Juan Gularte, un maestro, me decía: pará, pará, estás tocando solo . Después, en la casa de Eagle Martin, donde se respiraba música, también tuve otro empujón. Allí conocí a Hermeto, a Adolfo Abalos. Gente muy grande. Una noche, tocando, se me cortó la cuarta: una cuerda jodida porque tenés que pasar siempre por ahí. Estaba Horacio Salgán, uno de los más grandes de la historia de la música. Me vio zafar a pesar de la cuarta perdida. Y después me dijo, sin tutuearme, porque no tutea ni a De Lio: a usted le regalaron un campo - dijo, señalando hacia arriba - y no a cualquiera le regalan un campo. Ahora vamos a ver cómo lo administra .
Estoy contento con el trabajo que hicimos con todos mis discos. Los emprolijamos. No grabé nada nuevo. Pero suenan como despejados.
La armonía es brasileña . Aprendés el idioma de Jobim y Joao Gilberto, y después tocar otra cosa es mucho más facil. El ritmo es cubano: allá, si agarrás un tambor es para decir algo. Y la improvisación es de los norteamericanos, del jazz: Bill Evans, Parker. Tipos muy fluidos. Es escucharlos y ver aparecer una historia detrás de otra.
En España , la tierra de Paco de Lucía y Andrés Segovia, en el Café Central, sentí miedo. Empecé a tocar mirando para abajo. Tenía cierta vergüenza. Tocaba y trataba de sentir, con la cabeza gacha. Y de repente escucho ole! Y armé otra cosita, y otra vez ole! Y ahí recién levanté la cabeza.
No creo que ser músico sea algo especial. A mí me gusta la gente que hace bien las cosas. Esos que cuando vas a un restaurante te obligan a decir: ¡pero qué capo este mozo! Como siempre, lo importante es lo que hay detrás de la música.
De lo contrario estaríamos tocando nada más que notas. Entre los locales, Grela te lleva enseguida a San Telmo; con dos notas,Atahualpa te deja en la llanura y el cielo infinito; con Oscar Alemán entendí lo que era el swing. Ojo, después viene lo otro: disfrutar a todos, pero tratar de entender quién sos vos. Y ( tocándose el pecho ) confiar en eso.

Fuente: http://www.clarin.com/espectaculos/personajes/Luis-Salinas_0_491350881.html