miércoles, 1 de junio de 2011
Luis Salinas
Comparto unos textuales del gran guitarrista argentino Luis Salinas. Lo que más rescato es la imagen que tiene del artista, la misa que tiene Nietzsche, cuando habla de pies de bailarin, de danzar en el mundo.
En casa, siempre la guitarra está sin funda.
Pero cuando tengo una cita, no me le acerco. Si empiezo a tocar, seguro que llego tarde. Una noche, me dijo Tomatito, mirándome a los ojos y como en un susurro: Hay que ver el embrujo de la guitarra, ¿eh? Ahora, a Juan, mi hijo, le pasa algo parecido: si tenemos que salir le digo, no te acerques a la guitarra .
Todavía no me animo a hacer algo de Piazzolla.
No conozco a ningún músico que sepa que va a estar inspirado mañana a la cinco de la tarde. El pianista sueco Anders Persons me dijo: La inspiración viene de arriba, pasa por vos y tiene que volver a subir . Quise saber más. Me dijo, entonces: Si no baja, es porque tenés un bicherío en la cabeza; y si cuando te llega, no sube, es porque no la deja el ego.
Cuando grabamos en el estudio de Spinetta , el Flaco entraba y entraba la luz. Es tan grande. No compraba una docena de facturas para nosotros y una para su casa. Compraba dos docenas y las dejaba todas ahí. Nosotros lo teníamos que llamar para que se llevara alguna. Hay gente que camina así, afirmados en el piso ( y mueve dos dedos que golpean sobre la mesa del bar ) y otros que caminan así ( y grafica con los dos dedos deslizándose a diez centímetros de la mesa ). Esos son los artistas.
La honestidad es importante . La gente te cree y cuando vos no sos honesto, debe ser muy jodido.
Una noche , en El Callejón de los Deseos, donde grabé mi primer disco, había dos personas. ¡Pero teníamos unas ganas de tocar! El lugar lo comandaba Miguel Angel Solá. Tocamos igual y de pronto, en la segunda fila, un tipo se levanta y dice bravo y levanta los brazos. Al rato, otro, en la fila diez. Después, uno más, en el costado derecho. Era Solá que se iba deslizando por toda la sala. “Mañana te lleno el teatro”, me dijo. El tenía un programa de radio y habló y habló. Al otro día, la sala estaba muy poblada. Quise controlar todo, de puro agradecido. Y no vino nada. En un momento, cruzamos miradas y fue como pedirle disculpas.”Estuvo bien: tocaste de manera terrenal”, me dijo, después, en el camarín.
En la villa en la que yo crecí había mucha pobreza, pero no vi miseria.
En El Papagayo , donde ahora está El Corralón, resultó para mí un gran aprendizaje. Fue trabajar sobre la música negra. El dueño decía: toquen si quieren la novena sinfonía pero que la gente baile.
Todo se aprendía de oreja. Juan Gularte, un maestro, me decía: pará, pará, estás tocando solo . Después, en la casa de Eagle Martin, donde se respiraba música, también tuve otro empujón. Allí conocí a Hermeto, a Adolfo Abalos. Gente muy grande. Una noche, tocando, se me cortó la cuarta: una cuerda jodida porque tenés que pasar siempre por ahí. Estaba Horacio Salgán, uno de los más grandes de la historia de la música. Me vio zafar a pesar de la cuarta perdida. Y después me dijo, sin tutuearme, porque no tutea ni a De Lio: a usted le regalaron un campo - dijo, señalando hacia arriba - y no a cualquiera le regalan un campo. Ahora vamos a ver cómo lo administra .
Estoy contento con el trabajo que hicimos con todos mis discos. Los emprolijamos. No grabé nada nuevo. Pero suenan como despejados.
La armonía es brasileña . Aprendés el idioma de Jobim y Joao Gilberto, y después tocar otra cosa es mucho más facil. El ritmo es cubano: allá, si agarrás un tambor es para decir algo. Y la improvisación es de los norteamericanos, del jazz: Bill Evans, Parker. Tipos muy fluidos. Es escucharlos y ver aparecer una historia detrás de otra.
En España , la tierra de Paco de Lucía y Andrés Segovia, en el Café Central, sentí miedo. Empecé a tocar mirando para abajo. Tenía cierta vergüenza. Tocaba y trataba de sentir, con la cabeza gacha. Y de repente escucho ole! Y armé otra cosita, y otra vez ole! Y ahí recién levanté la cabeza.
No creo que ser músico sea algo especial. A mí me gusta la gente que hace bien las cosas. Esos que cuando vas a un restaurante te obligan a decir: ¡pero qué capo este mozo! Como siempre, lo importante es lo que hay detrás de la música.
De lo contrario estaríamos tocando nada más que notas. Entre los locales, Grela te lleva enseguida a San Telmo; con dos notas,Atahualpa te deja en la llanura y el cielo infinito; con Oscar Alemán entendí lo que era el swing. Ojo, después viene lo otro: disfrutar a todos, pero tratar de entender quién sos vos. Y ( tocándose el pecho ) confiar en eso.
Fuente: http://www.clarin.com/espectaculos/personajes/Luis-Salinas_0_491350881.html
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