viernes, 19 de agosto de 2011

Los zapatos de Robinson - Entrevista a Juan Villoro



“Recuerdo la imagen extraordinaria de Defoe: uno de los primeros detalles que Crusoe advierte al caer al agua son dos zapatos que no hacen juego.” Así define el escritor mexicano el “naufragio” de sus lecturas y experiencias. También habla de humor, violencia y política.
POR DIEGO ERLAN
Podríamos aceptar, como decía Schopenhauer, que desde un punto de vista general, la vida de cada individuo es un espectáculo trágico, pero que desde uno particular se convierte en un sainete. Es decir: las vicisitudes y los tormentos, las molestias incesantes, los ataques de pánico y la realidad conspirando contra nuestra propia existencia son verdaderos pasos de comedia. Detalles por los que todos terminamos convertidos en actores secundarios de una sitcom . George Costanza, el amigo gordo, feo y fracasado de Jerry Seinfeld es el personaje más divertido de la serie justamente porque todo, siempre, le sale mal; porque vive con los padres y no tiene trabajo, porque cada mujer con la que logra una cita se da cuenta del terrible error de la naturaleza que George representa. Juan Villoro podría ser el guionista detrás de George. Podría ser Larry David. Por ejemplo, si en este momento le propusiéramos al escritor mexicano ensayar su autorretrato, la mirada irónica lograría imponerse ante la egomanía. Puesto en este incordio, Villoro explica que el problema es que todos los autorretratos salen desenfocados. “No describes lo que eres sino lo que quieres ser. Entonces me hubiera gustado ser un autor ruso, plasmar emociones volcánicas en una novela, sobrevivir a Siberia, tener personajes que fueran terroristas mesiánicos, campesinos iluminados, mujeres frágiles que lo resisten todo, pero dediqué demasiado esfuerzo a tener cara de ruso y me quedé sin energías de aprender el idioma. De manera inevitable, me convertí en un lugar común de Coyoacán, el barrio donde vivo”.
Sabemos que el humor es algo subjetivo. Que la situación y el estilo son las fuentes principales de la comicidad. Ambas dependen a su vez del timing y el timing , en literatura, no es otra cosa que el orden de las palabras. Convertirse en un “lugar común de Coyoacán” después de haber deseado ser un “autor ruso” no puede generar otra cosa más que una estruendosa carcajada. El humor trabaja sobre los cimientos de la vulnerabilidad y la fragilidad humana, con los errores y los miedos de cada persona y alguien, para ser gracioso, primero debe ensayar frente al espejo. ¿Cuál es la imagen que tiene Juan Villoro de un tal Juan Villoro? “El problema es que vivo conmigo mismo. Trabajo por mi cuenta, eso significa que todos los días deseo despedirme y todos los días me vuelvo a contratar. Me gustaría caer en gozosos estados de irresponsabilidad pero no puedo hacerlo. Una amiga me dijo: ‘Estás demasiado tenso: déjate ir’. Le hice caso, pero me ‘dejé ir’ al dentista, el colmo de la tensión. La vida me parece tolerable gracias a los demás.” El humor, se sabe, es uno de los atributos de la inteligencia.

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