martes, 6 de noviembre de 2007

Fin de semana a pura producción


El fin de semana fue a puro vértigo. Me Levané el sábado a la mañana temprano, tipo 9.00 am, y desayuné un yougourt entero, de los vasitos chiquitos, y luego unos mates con Vivi. Un baño, y de ahí un taxi hasta Nazca al 1900. Primer día de aumento en las tarifas de los taxis. El resultado fue negativo para la billetera: $ 16.-

Fuimos en búsqueda de los herrajes para el departamento. Todo pesaba unos cuántos kilos, y a pesar de llevar dos mochilas y que el herrero había hecho entrega del material en un orden supremo dentro de un caja de carton dura, no había modo de tomar un colectivo. Conclusión: otro taxi para ir hasta casa. El saldo seguía creciendo en forma alarmante: $ 19.80.- Cosa rara, casi $4 más caro que a la ida. A llorar a la iglesia: un ida y vuelta infernal para el motor del bolsillo: $ 35.80.- Durísimo el golpe.

Más tarde, nos fuimos comprar tornillos para hacer la colocación. Primera ferretería no hubo onda, ni tornillos, ni nada. Nos fuimos. Caímos en otra, donde los hermanos que atienden, tratan de darte soluciones entonces todo se hizo más fácil. Pero eran muchos los tornillos, de diferentes tamaños, y todos eran de "primera calidad". Plin caja, se fueron $ 50.- Segundo golpe.

Sin embargo, no nos amedrentamos, el paso siguiente fue ir a comprar un regalo de comunión a la cual estábamos invitados para ese mismo día. Se hizo la compra. El plan entonces pasó a otra etapa: ir a casa a cambiarse para embarcar y salir de viaje hasta el sur, destino Adrogué.

Taxi, camioneta, un remis, y estábamos en la iglesia donde había una multitud. 37 eran los chicos que tomaban la comunión. Por lo tanto, eran 37 familias y amigos en el lugar sagrado. Es decir, era un kilombo. Más tarde, hubo fiesta en Temperley. Lo típico, sandwichitos, cerveza, gaseosa, "palabras màs palabras menos", y de vuelta para Palermo. Camioneta, y después el 39. Antes de ir a casa, Vivi me invitó un helado y entonces después de saborearlo nos fuimos a dormir cansaditos del trajin.

Domingo. A partir del último mate que sirvió de desayuno, comenzamos a colocar todos los herrajes. No terminamos, a las 20.00 pm dijimos basta. Pasamos por todos los estados de ánimo, hasta sentirnos agotados de tanto atornillar en madera. Necesitámos tomar algo de aire. Salimos a comprar algunas cositas y a la vuelta un merecida tirada en la cama para darse cuenta al otro día que había que ir a trabajar para ganarse el pan.

En definitiva, el fin de semana fue altamente satisfactorio, hubo mucha producción, y me hizo feliz.

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