miércoles, 29 de agosto de 2012

Fútbol para casi todos

Muy buena nota.



Por Martín Kohan

El fútbol no es para todos. Los hinchas de clubes del ascenso tienen, desde hace años, prohibida la concurrencia a los partidos que sus equipos juegan en condición de visitantes. La razón de esa medida es muy simple: los funcionarios estatales empleados para dar protección a esos ciudadanos se declararon incapaces de cumplir su cometido. Lo curioso es que, confesada tal incompetencia, no procedieran a presentar su renuncia; en vez de eso, prohibieron a las personas afectadas que asistieran a ver los partidos. No pudiendo asegurar su integridad, que es la función que tienen, decidieron desalojarlos y suprimirlos. En las categorías superiores, mientras tanto, las barras bravas se mantienen gozando la impunidad y los hechos de violencia se suceden visiblemente.
Los goles, seamos sinceros, no aparecen ni desaparecen. Los goles se ven o no se ven, se gritan o no se gritan. Los del ascenso no se ven. Y si son del equipo visitante, hay que decir que tampoco se gritan. Tristeza da ver al puñado de jugadores que festejan, ensayando los bailoteos y morisquetas de rigor, de cara a una tribuna completamente vacía. Un silencio los abruma: el de los hinchas faltantes. Ese tiempo, el de la fiesta, sucumbe a la melancolía: transcurre bajo un halo de patéticas ausencias.
A nadie escapa que el fútbol es cosa de mayorías: procede por prepotencia numérica, se regula por el poder de los más fuertes, y no demuestra mayor sensibilidad por el tema de las minorías sociales (la homofobia y la xenofobia cunden en las tribunas, y no es extraño que allí se ejerza un racismo socarrón). No obstante el fútbol alberga a sus propias minorías. Son ésas: las de los clubes del ascenso. El afecto que suscitan está menos extendido, pero no es menos intenso, que el de los clubes más poderosos. La violencia que puede aquejarlos no es distinta a la de esos clubes que, mayoritarios, no tienen sin embargo restricciones para acceder a los estadios. La otra noche, según se informó, hicieron una marcha a la AFA para reclamar por esta situación. No eran demasiados, según las escalas usuales. Tal vez no les hagan caso.
Cuando River, que tiene bastantes seguidores, descendió al Nacional B, decidieron cambiar la norma que prohíbe la asistencia de los hinchas visitantes en esa categoría. Como si el destino de las minorías fuese quedar a la espera de que acudan las mayorías a redimirlas, y no a ser contempladas y respetadas de por sí, tratadas en pie de igualdad con los demás.

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