jueves, 26 de julio de 2012

Contrariando la lógica que inspiró el modelo

Nota editorial de Alberto Fernandez.




Por Alberto Fernández  | Para LA NACION


En el año 2007, el Grupo de Acción Financiera Internacional (GAFI) reclamó que la Argentina dictara una norma de represión al terrorismo y propuso un texto que describía las conductas punibles en forma imprecisa y con excesiva amplitud, lo que llevó al gobierno de entonces a rechazar la propuesta; a cambio, se incorporó al Código Penal el delito de terrorismo dentro de las asociaciones ilícitas siguiendo el modelo alemán y fijando estrictamente cuáles eran las conductas delictivas, con sus correspondientes requisitos. Sin embargo, en diciembre de 2011 y, contrariando aquella lógica inicial, el gobierno nacional aceptó e instó a votar aquella vergonzosa propuesta del GAFI, contrariando incluso las objeciones de los organismos de derechos humanos más prestigiosos.
Tras la crisis del 2001, cuando las organizaciones piqueteras habían tomado la calle y asumido la demanda social, Néstor Kirchner recurrió al sindicalismo más combativo para involucrarlo en la tarea de recuperar la representación de los trabajadores. Con esa convicción, desechó a aquellos sindicalistas que habían avalado el proceso de desindustrialización que la Argentina vivió en las postrimerías de los años 90 con un marcado saldo de injusticia social. Sin embargo, estos últimos sindicalistas se reconvirtieron hasta asumir la condición de aliados del actual gobierno, mientras que aquellos combativos que resistieron el neoliberalismo y que acompañaron un modelo de recuperación de la producción y el empleo, contrariando la lógica inicial, se han tornado enemigos. ¿Qué hicieron para merecer semejante mote? Reclamaron que los asalariados de ingresos menores no paguen impuesto a las ganancias.
Aquellos que resistieron el neoliberalismo y que acompañaron un modelo de recuperación de la producción y el empleo se han tornado enemigos
En mayo de 2003 se inició un proceso de cambio de la Corte Suprema de Justicia de la Nación con el propósito de poner fin a la "mayoría automática" que entonces lo regía. Así, fueron desplazados aquellos magistrados que sólo obedecían los mandatos emanados del poder político de turno. Años después, el gobierno nacional, contrariando aquella lógica inicial, desplazó al procurador general que era parte de ese cambio y quiso imponer en su lugar a un ignoto personaje que sólo reconocía una condición: la obediencia al Poder Ejecutivo.
Néstor Kirchner eligió como compañero de fórmula a Daniel Scioli. Juntos ganaron la elección de abril de 2003. A poco de asumir, una declaración tal vez inoportuna del ya vicepresidente molestó a Kirchner. Durante más de tres años Scioli fue relegado en sus funciones y sobrellevó aquel distanciamiento con una hidalguía y una responsabilidad institucional ejemplares. Sobre él, en cambio, no existió jamás ninguno de los cuestionamientos judiciales -además de éticos- que hoy pesan sobre el actual vicepresidente, que sin embargo recibe una protección política que raya en lo vergonzoso.
Cuando su mandato presidencial concluía, Kirchner encontró en Scioli al hombre capaz de garantizar un triunfo electoral en Buenos Aires. Después de ello, lo eligió, sucesivamente, para que fuera su vicepresidente en el Partido Justicialista, para que lo secundara en la lista que encabezó en las elecciones legislativas del 2009 y para que volviera a ser reelecto gobernador de la provincia más importante de la Argentina. En la actualidad, contrariando aquella lógica inicial, el gobierno nacional enfrenta y denosta a Daniel Scioli, atribuyéndole ser un mal administrador y una persona "ajena al proyecto nacional".
Sobre Scioli, en cambio, no existió jamás ninguno de los cuestionamientos judiciales -además de éticos- que hoy pesan sobre el actual vicepresidente, que sin embargo recibe una protección política que raya en lo vergonzoso
Desde el año 2003 y a instancias del gobierno nacional, la Argentina inició el proceso de juzgamiento de los responsables del terrorismo de Estado por los delitos de lesa humanidad que cometieron durante el proceso dictatorial. A los acusados se los sometió a la Justicia y cada uno de ellos debió responder ante sus jueces naturales como ordena la Constitución. Muchas veces el gobierno reclamó que también rindieran cuenta sus cómplices civiles. A instancias del actual gobierno conocemos, sin embargo, que un importante sindicalista está sospechado de haber sido, en esos años de plomo, un "leal" agente de los servicios de inteligencia del Ejército, pero a ese sindicalista el gobierno nacional no le demanda que rinda cuentas por su pasado. Es más, contrariando aquella lógica inicial, hoy lo sienta a la derecha de la Presidenta y lo exhibe como un aliado.
Me pregunto por qué el Gobierno contradice las lógicas que inspiraron el modelo de país que se puso en marcha en mayo de 2003, al que paradójicamente tanto reivindica en su relato
El Banco Central de la República Argentina funcionó en consonancia con el gobierno nacional a lo largo de toda la gestión de Néstor Kirchner. Lo hizo con razonable autonomía y observando el modelo de las metas de inflación. En esos años, el país crecía con estabilidad económica a un ritmo superior al 9 % anual, acumulaba reservas y administraba el valor de la divisa; los mercados operaban con libertad y el Banco Central decidía si vendía o compraba divisas, en el marco de la llamada "flotación sucia". En el año 2010, el Banco Central perdió su autonomía y abandonó aquellas políticas monetarias. Desde entonces, contrariando esa lógica inicial, la inflación se potenció, la acumulación de reservas se frenó, el valor de la divisa se ha relegado y se ha anulado su libre comercialización generando un mercado negro que ha alterado importantes valores de referencia.
A veces me pregunto por qué motivo el actual gobierno nacional contradice con sus decisiones las lógicas que inspiraron el modelo de país que se puso en marcha en mayo de 2003, al que paradójicamente tanto reivindica en su relato. La realidad da cuenta de esos errores y no son suficientes para superarlos los discursos que tergiversan el pasado para acomodarlo a las necesidades del presente. Y tampoco parece prudente callarse y festejar los errores temiendo la acusación de ser "enemigo del proyecto nacional y popular" o aliado a la "derecha" o a las "corporaciones". Para esas acusaciones se destinan por día chorros de tinta a diestra y siniestra.
La realidad da cuenta de los errores y no son suficientes para superarlos los discursos que tergiversan el pasado para acomodarlo a las necesidades del presente
Sin embargo estoy seguro de que nada es más funcional a la derecha que aplaudir el tipo penal abierto de la ley antiterrorista, la salida del ex procurador Esteban Righi, el maltrato desestabilizador a un gobernador elegido democráticamente, la restauración en el poder del peor sindicalismo, la ceguera o la complicidad -según se mire- con la falta de transparencia en la función pública, la tolerancia para con personas sospechadas de ser espías de los genocidas, la desatención de la inflación y la pérdida de confianza en nuestra economía. No creo que así fuera el "país normal" del que hablábamos.

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