lunes, 28 de enero de 2008

Ricardo Piglia

El pasado sábado 26 de enero la revista Ñ publicó una interesante entrevista al escritor argentino Ricardo Piglia. Me gustaría compartir algunas cosas que me interesaron. Dice el autor de "Plata quemada": "Me parece que la circulación de lo escrito ha alcanzado una velocidad extraordinaria, pero la paradoja es que el tiempo de lectura no ha cambiado. Leemos igual que en la época de Aristóteles: seguimos descifrando signo tras signo y eso nos pone en una actitud similar a la que se tenía cuando la circulación no era tan rápida. Hudson, por ejemplo, cuenta en Allá lejos y hace tiempo, un libro de 1918 que describe su vida en la pampa, cómo les llegaban las novelas, y después de leerlas las prestaban a la chacra vecina que estaba a cinco kilómetros, y después a otra que estaba más adentro. La novela se iba alejando, a caballo...". Y agrega, que la lentitud de la lectura es la de nuestro cuerpo, la del desciframiento. Y sugiere que hay que preservar esa lentitud.

Lo que quería señalar es la reflexión sobre que la escritura se hizo veloz y no ha si el de la lectura. Me parece muy interesante y creo que vale la pena ponerla en tensión en un mundo donde cada vez hay más producción escrita en todos los ámbitos y espacios donde uno interactua, sea mail, chat, o blogs. Ahora respecto al tiempo de la lectura, me parece que se puede acordar en principio que la lectura sigue siendo lenta. Pero hay que ver en las diferentes situaciones donde uno realiza tal práctica. No es lo mismo leer arriba de un colectivo como muchas veces lo hacen los estudiantes universitarios que en un escritorio con la luz adecuada y dentro de un ambiente propicio a estar concentrado. No critico la posición de Piglia sino que trataría de trabajarla más allá, de estirar la reflexión un poco más. Desde mi perspectiva habría que hacer un análisis de las condiciones de recepción en el sujeto que lleva tal práctica. En otras palabras, hacer jugar el papel del contexto donde se lee.

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