jueves, 21 de febrero de 2008

Caminata


Recuerdo una caminata enorme... llena de vida... de experimentación...
Sucedió en la primavera de 1990. Con algunos amigos llegamos a un boliche, ubicado en la localidad bonaerense de Avellaneda, para festejar "algo" que tenía que ver con el viaje de egresados hecho en el mes de junio de ese año a Bariloche.
En una esquina, había un bar donde un grupo tocaba música country. Frente del bar se ubicaba el mencionado boliche "bailable". No había dudas para muchos de nosotros, el mejor plan era ir al bar. Pero... las vacas estaban sin alimento... los bolsillos rotos. Como la entreada al boliche era gratis, decidimos ingresar. Sin embargo, sufrimos en carne propia el famoso "rebote" como se decía en aquél tiempo. Algunos adentro, y Fernando y moi, quedamos en off side. "¿Habrán sido las botas Pony que tenía o no le gusté físicamente?, me preguntaba irónicamente o no le gustó la cara de Fer?
En suma, como el patovica de la entrada hizo abuso del "derecho de admisión", no fue noche de boliche. Conclusión, iniciamos la marcha... a paso ligero rumbiamos para la estación de trenes de Avellaneda, del Ferrocarril "asesino" Rocca.
Las agujas del reloj marcaban la 1.00 am. Los trenes estaban guardados. Entonces, nos fuimos camindo por a la capital por las vías.
Nos encontramos con un mundo nuevo, de temor, de curiosidad, y también de excitación. Cruzamos a algunos transeúntes... uno de ellos con el bolsito de mano sostenido entre la mano y la espalda.
Las vías formaban diferentes dibujos, daba la sensación de una red gigante. Eran curvas, rectas, desvíos. Las piedras y las maderas al pisarlas originaban una música ajena a lo común. Me día cuenta que cuando alguién camina hace su propia melodía, se hace sonoro el paso de cada pie. Y en las vías, el sonido no era estéreo, era fugaz, agudo y grave, todo a la vez. Una música rara, pero al mismo tiempo creativa, espontánea.
Llegamos a Plaza Constitución y encaramos para San Telmo en búsqueda de alguna cerveza. Pero no había ninguna "ratonera" copada (ahora se dice con onda). Derecho por Tacuarí, llegamos a Lavalle. El reloj, como señala la canción de Seru, marcaba las 3.00 am. Todo cerrado. Pero encontramos el famoso kiosco, y ahí hicimos el descanso. Tomamos cerveza, algunos litros. Cuando las risas eran incontrolables, nos encontramos con el sol del amanecer. Entonces, nos miramos para ver quién se levantaba primero del piso. Nos incorporamos y de ahí iniciamos otra caminata a Plaza Constitución para tomar el tren que nos dejaba en Adrogué.
Esta caminata me marcó. Se me hizo imborrable, porque la charla fue filosófica, no barata... y a los zapatos los hicimos de goma.
Caminar hace bien a la salud, ese ir es liberador.

Me olvidaba que de la estación de Adrogué nos fuimos caminando cada uno a su casa riéndonos bajo el sol de un domingo sin calendario.

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