sábado, 2 de febrero de 2008

Entrevista a Gilles Deleuze (parte III)

Consideremos estos escalones por su orden. ¿Qué es el "archivo"? ¿Sostiene usted que el archivo es, según Foucault, "audiovisual"?
Deleuze: La arqueología, la genealogía, es también una geología. La arqueología no se trata necesariamente del pasado, hay también una arqueología del presente, en cierto modo siempre trata del presente. La arquelogía es el archivo, y el archivo tiene dos partes: es audio-visual. La lección de gramática y la lección de cosas. No se trata de palabras y de cosas (el hecho de que el libro de Foucault lleve ese título es una ironía). Hay que abrir las cosas para extraer de ellas su visibilidad. Y la visibilidad, en una determinada época, es un régimen luminoso, sus centellos, sus reflejos, los relámpagos que se producen al contacto de la luz con las cosas. Por ejemplo, hay que hender las palabras o las frases para extraer de ellas los enunciados. Y lo enunciable en una época es su régimen de lenguaje, las variaciones inherentes por las que atraviesa constantemente, saltando de un sistema homogéneo a otro (la lengua es siempre un sistema desequilibrado).Este el gran principio histórico de Foucault: toda formación histórica dice todo lo que puede decir y ve todo lo que puede ver. Así, por ejemplo, la locura en el siglo XVII: ¿a qué luz puede ser vista, en qué enunciados puede decirse? En cuanto a nuestro presente, ¿qué es lo que somos hoy capaces de decir, que somos capaces de ver? Los filósofos consideran generalmente su filosofía como una personalidad involutoria, en tercera persona. Quienes han conocido a Foucault confiesan que lo que más les llama la atención de él eran sus ojos y su voz. Relámpagos y truenos, enunciados que escapaban de las palabras, incluso la risa de Foucault era un enunciado. ¿Qué significa la existencia de una disyunción entre ver y decir, el hecho de que ambos estén separados por un intervalo, por una distancia irreductible? Solamente que el problema del conocimiento (o, más bien, del "saber") no puede resolverse apelando a una conformidad o a una correspondencia. Hay que buscar en otra parte la razón de que el ver y el decir se hallen entrecruzados y entretejidos. Ocurre como si el archivo estuviese atravesado por una enorme falla en una de cuyas orillas queda la forma de lo visible, y en la otra la forma de lo enunciable, ambas mutuamente irreductibles. El hilo tendido entre ellas y que las une se encuentra fuera, en otra dimensión.

No se dan en este punto ciertas semejanzas con Maurice Blanchot, incluso una influencia de Blanchot?
Deleuze: Foucault siempre reconoció que tenía una deuda con Blanchot. Podríamos decir que esta deuda se refiere a tres temas. El primero, "hablar no es ver", esa diferencia que implica que, al decir lo que no puede verse, empujemos al lenguaje hasta su límite extremo, elevándolo hasta la potencia de lo indecible. En segundo lugar, la superioridad de la tercera persona - "él" o el nuetro, el "se" - sobre las dos primeras, el rechazo de toda personología linguistica. Y, para terminar, el tema del Afuera: la relación (o también la no-relación) con un afuera más lejano que todo mundo exterior, y por ello mismo más próximo que todo mundo interior. No disminuye para nada la importancia de las convergencias de Foucault con Blanchot el hecho de comprender hasta qué punto Foucault procede a desarrollar automáticamente todos estos temas: la disyunción ver/hablar, que culmina con el libro sobre Raymond Russel y el texto acerca de Magrette, implicará un nuevo estatuto de los visible y de lo enunciable: toda la teoría del enunciado estará animada por ese "se habla"; las transformaciones de lo próximo y lo lejano es la linea del Afuera, como prueba a vida o muerte, van a producir actos de pensamiento propios de Foucault, el pliegue y el despliegue (muy diferentes, también, de Heidegger) y se encuentran en la base de los procesos de subjetivación.

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