29 octubre 2011
No escribiré durante un tiempo en Perfil ni en La Nación. Había anunciado en broma en la última nota que por fin tenía vacaciones. No me daba cuenta que era en serio. Ya dije lo que tenía que decir, del modo en que deseaba decirlo y en los canales en que lo hice. Las palabras” fascismo” y “censura” condensaron lo que hace años analizo como la “estafa ideológica” de este gobierno encubierta por el modo en que reconstruyó la historia de los noventa y los setenta de la que no sólo fue cómplice sino protagonista y que hoy con su enorme cola de paja barre para afuera y ensucia a quienes no aceptan la maniobra. Ya está, recargar los argumentos no tiene sentido. Y no lo tiene porque vivimos una época de fanatismo, otra más, y cada vez aparecen más sectarios para adorar a nuevos sanadores y demonizar a los de la otra vereda. Lo viví durante los setenta y durante el Proceso. No había con quien hablar, y ahora cada vez menos son los que no pertenecen a esta nueva ola de agresión de la facción en boga. Lo vemos en el blog, en el que aparecen nuevos personajes que fuerzan a la réplica. Lo que tiene el fanatismo necio es que es una endemia por lo contagioso. Nos vuelve replicantes, lo hice durante los últimos seis años. En el blog Trabajos Prácticos, en La Lectora Provisoria, aquí, y en los diarios. A veces contra un fanatismo, otras contra más de uno. Podrán hablar de adjudicación directa de boletas para ensuciar a Binner, o que hay déficit en la caja de jubilaciones, y nosotros, nos vemos obligados a replicar sobre las licitaciones no de boletas sino de hospitales y de obras que exigen inversiones de otra magnitud que el papel, o de la deuda exigida y denunciada por la caja de jubilaciones, la devolución de aporte que le corresponden por ley a la pcia de Santa Fe y que está hace más de un año en la Corte Suprema de Justicia, y que motivó más de una reunión entre las partes y los Jueces. Pero no tiene importancia, porque después habrá otra mancha más, y una nueva réplica y así al infinito. De todos modos, en lo que a mí respecta, mi relación con el Frente Progresista es la de una adhesión del modo en que Binner piensa la política, por lo que vi estos años, y no por cada medida que pueda tomar él y sus funcionarios. Además, en realidad, la relación se dio más a la inversa. Fue Hermes Binner quien se interesó por mis ideas y me invitó a exponerlas en su círculo. A veces cayeron bien, otras mal. Me ofreció la dirección del Cemupro, y me dio las llaves de la sede de 500 metros cuadrados, y me dijo que hiciera lo que quisiera. Lo que no me dijo es que no contara para nada con él. Y tampoco me dijo que los cuadros del Frente en nada me atenderían. En realidad, fue peor. Una vez que me instalé no había teléfono. Lo compré. Di mil vueltas para conseguir sillas, mesas, vasos. Invité a Sabatella, Bullrich, Terragno y Llach, nadie entendía nada y les caía mal. Hasta que me cansé. Pero la relación con el gobernador siguió y fui invitado varias veces a disertar en eventos importantes. Fui el único intelectual invitado y presente en esta especie de colaboración. Nadie más en la canoa hasta después de las primarias. Por supuesto que lo que yo diga difícilmente sea aceptado en un Frente en el que coexisten neokirchneristas como los de Libres del Sur, peronistas tradicionales como de Genaro, radicales progres como los del Gen, socialistas liberales como Giustiniani, y socialistas populares como los bineristas. Muchos de ellos, creo que la mayoría, está aliviado con que no aparezca más. Admito que puse mucho entusiasmo para que Binner tenga más presencia nacional. Hoy la tiene. Qué hará con ella no tengo idea. La beatificación de Néstor Kirchner y la coronación de Cristina Fernández, el endiosamiento que se monta con una política demagógica dirigida a la “juventud”, y la congregación de los representantes culturales que se vengan de viejas derrotas, no presagia muy buenos tiempos. Cuando falten más divisas que las que ya faltan, cuando el hermano brasileño devalue o tenga su crisis, cuando el poroto baje de precio, o cuando los mandantes implosionen por luchas internas – espero que nada de esto ocurra para poder seguir leyendo al libro de Pierre Hadot sobre Goethe – la caza de brujas se intensificará. Se llame neomacartismo, fascismo, o lo que sea, se buscarán culpables y se señalaran traidores o nuevos destituyentes. Estoy preparando un libro con mis ideas políticas. No sé si lo publicaré. Lo di a leer a quienes siento más cercanos y esperaré sus opiniones. En marzo sale un nuevo libro del Seminario de los Jueves: Platón en el Callejón. Preparamos con el grupo el seminario del 2012 sobre la presencia de los griegos en los filósofos contemporáneos. Una disertación cercana sobre Aristóteles ocupa mi tiempo. Y además, el seminario del 2013 sobre William Shakespeare, estimula mi curiosidad.
Acá el link: http://tomabra.wordpress.com/2011/10/29/cura-sui/#comment-23556
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